Viva la clase media




El 80% de los españoles cree que pertenece a la clase media, pero solo el 50% se puede considerar como tal según criterios económicos. Este domingo en 'Salvados', Jordi Évole intentará averiguar cómo se ha desprestigiado a la clase obrera tanto desde el poder político como desde los medios.

En este nuevo programa de 'Salvados', Évole entrevistará al escritor británico Owen Jones, que con sus obras intenta explicar cómo se ha desprestigiado a la clase obrera tanto desde el poder político como desde los medios.

Jones cree que "nos han convencido de que no queda clase trabajadora y los que quedan son unos vagos y delincuentes". Este desprestigio, asegura el inglés, se inició con la llegada al poder de Margaret Thatcher, que "quería acabar con el sentimiento solidario de clase" y consiguió que "los problemas sociales fueran percibidos como problemas individuales".

'Salvados' también preguntará a distintos ciudadanos a los que cuesta llegar a fin de mes por las razones que les llevan a votar al PP.

Mercè Oliva, profesora de comunicación de la universidad Pompeu Fabra, explica en el programa cómo los medios contribuyen a consolidar este discurso, difundiendo estereotipos sobre la clase trabajadora.

Évole entrevista también a Juan Manuel Martínez Morala, el sindicalista gijonés que inspiró la película 'Los lunes al sol', para preguntar sobre el papel actual de los sindicatos. Martínez Morala afirma que "los sindicatos están desaparecidos, ya no se reivindica; parece que no haya problemas. CCOO y UGT han dejado de ser los defensores de la clase trabajadora"

Ver programa: aquí

El Precio de la Transición



Cuarenta años después de la muerte del dictador Francisco Franco, la Transición sigue llena de tabúes que desvelaremos con Gregorio Morán, referente del periodismo crítico. Akal, la editorial que rescató su último libro de la censura de Planeta ( El Cura y los Mandarines. Historia no oficial del Bosque de los Letrados), reedita ahora El Precio de la Transición, una crónica mordaz e incisiva de nuestro tiempo en la que incluye lo omitido en su primera edición.



Seguiremos viajando en el tiempo y la historia a través de una brillante y divertida serie hecha en España que acaba de recibir un merecido Premio Ondas y cosecha : El Ministerio del Tiempo será la protagonista de Hablemos en Serie, nuestra sección seriéfila donde contaremos con uno de sus creadores, Javier Olivares y con Concepción Cascajosa, coordinadora de Dentro del ministerio (Léeme Libros), obra para entender los entresijos de la serie que ha despertado el fenómeno fan con legiones de ministéricos.

Un caballito de madera se mantiene en movimiento


Hemos elegido esta frase por la necesidad de dejar patente sensaciones que murmuran en nuestras cabezas, que rondan nuestros pensamientos... la imposibilidad de transformación social a partir del consabido "asalto institucional" para hacer frente y materializar, parafraseando a Durruti en su aniversario de muerte, el mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones y, sobre todo, las ruinas que tendremos que reconstruir tras la debacle de la nueva socialdemocracia.
No obstante, allí seguiremos en pie y con los puños fuertemente apretados.



La fábrica autogestionada Vio.Me ante su posible desalojo


La fábrica autogestionada Vio.Me carga contra Syriza ante su posible desalojo



El colectivo de trabajadores, que controla la factoría desde 2013, se enfrenta a su posible desalojo. Acusan a Tsipras de abandonarlos a los designios del sistema judicial y piden solidaridad internacional.

Los trabajadores de Viomijanikí Metaleftikí (Vio.Me), una fábrica de materiales de construcción ubicada en Tesalónica (Grecia), se enfrentaron en 2011 al abandono de las instalaciones por parte de sus empleadores tomando el control de la empresa y poniéndola en marcha de forma autogestionada y horizontal. Casi tres años de trabajo, desde 2013, hicieron de ella de una experiencia consolidada de fábrica bajo control obrero, la primera de Grecia. Pero ahora, la plantilla se enfrenta a un nuevo reto.

“Como resultado de la batalla legal emprendida contra el colectivo de trabajadores de Vio.Me, un administrador designado por el Estado griego –cuyo Gobierno está en manos de Syriza– está organizando una serie de subastas con la intención de liquidar la parcela de terreno en la que se encuentra la fábrica”, apuntan desde la factoría. Dicha venta allanaría el terreno legal para el desalojo de la fábrica.

Tanto la plantilla como la asamblea de la red de solidaridad con Vio.Me, formada en 2013, han decidido plantarse y defender las instalaciones a toda costa. Para aumentar su capacidad de presión, ambas asambleas han hecho un llamamiento para obtener apoyos organizando una semana internacional de solidaridad que tendrá lugar del 17 al 24 de noviembre, en la que dan la bienvenida “a todos los actos internacionales de solidaridad, especialmente los que impliquen acción directa no violenta en las embajadas griegas de todo el mundo”.

Las demandas de la plantilla comienzan por la legalización de su actividad, para lo cual piden la expropiación de la fábrica y su concesión al colectivo, con el fin de que esta sea autogesionada por el mismo en forma de cooperativa. Asimismo, los trabajadores ya ha anunciado su intención de bloquear, con el uso de la acción directa, la primera subasta, programada para el próximo 26 de noviembre.



El abandono de Syriza

El colectivo de trabajadores, mediante un comunicado, ha lanzado duras críticas al Gobierno de Syriza. En el texto, aseguran que entre las fuerzas políticas y sociales que apoyaron su lucha se encontraba Syriza, recordando que incluso el actual primer ministro, Alexis Tsipras, sustentó su movilización “mediante de declaraciones y compromisos para una solución inmediata de la cuestión del funcionamiento de la fábrica”. Ahora, los trabajadores acusan al Syriza de ser abandonados “a las maquinaciones del sistema judicial, el mismo sistema que, a pesar de haber condenado a la expropietaria de Vio.Me Christina Philippou a años de prisión, le permite caminar libre, supuestamente para hacer servicio comunitario”.

Los terrenos donde se encuentran actualmente las instalaciones se subastarán en cuatro sesiones semanales, que comenzarán el próximo 26 de noviembre. Dicho espacio está fragmentado en 14 parcelas separadas, “algunas de las cuales fueron directa o indirectamente donadas por el Gobierno a Phillipu en reconocimiento a la 'contribución social' que implicaba crear empleo”, afirman desde el colectivo. “Ahora se someten a subasta para satisfacer a los acreedores de la empresa matriz de Vio.Me, Philkeram”, denuncian.

El espacio en el que se encuentra la factoría representa una séptima parte del total de las parcelas, con lo que la plantilla alega que “el área en que se encuentra podría separarse fácilmente del resto de los bien inmuebles de Philkerman”. Asimismo, apuntan que los trabajadores de Vio.Me no se mencionan en el procedimiento de quiebra de Philkeram, aunque la fábrica de materiales de construcción, que ahora fabrica jabones y productos de limpieza, fuese una filial de Philkeram, a cuyos propietarios la asamblea acusa de mala gestión, principal causa, según consideran, de la quiebra.


https://www.diagonalperiodico.net/movimientos/28345-la-fabrica-autogestionada-viome-contra-syriza.html

Panrico pagó a UGT y CCOO para imponer la paz social


Panrico pagó a UGT y CCOO para imponer la paz social ante los ERE's

El 16 de octubre de 2015 la Audiencia Nacional sentenciaba(1) a Panrico-SAU a indemnizar a CCOO por haberle cortado la financiación acordaba en el 2011 de 30.000€ por año, dos liberaciones completas más extras. Pero en el texto de la Audiencia sale todo el preparativo de la dirección de Panrico y las direcciones de CCOO y UGT para imponer los dos ERE’s a los trabajadores/as: cientos de despidos y una brutal rebaja salarial para dejar la empresa a punto para la venta a Bimbo.

Panrico pone precio al compromiso de CCOO y UGT

El 5 de abril de 2011 la dirección de Panrico suscribe un acuerdo con la Federación Agroalimentaria de CCOO (FEAGRA-CCOO), UGT no quiere firmar otro similar. El texto analiza la “situación difícil” de la empresa y “el importante papel a desempeñar por los trabajadores para afrontar los retos a los que ha de enfrentarse en los próximos años” (¡vaya eufemismo!), y para “contribuir a la mejora del clima laboral” es “necesario dotar de medios suficientes a la legítima representación de los trabajadores”. El objetivo de esos recursos a CCOO es la “búsqueda constante de soluciones negociadas a cuantas controversias pueden surgir en el devenir de las relaciones laborales”. Estos “medios suficientes” tienen “la finalidad de garantizar el desarrollo de manera efectiva de la labor (…) de CCOO dirigida a la consecución de los objetivos reseñados en el presente acuerdo”, son: 1) dos “liberados institucionales” a tiempo completo, con todos los derechos y garantías; 2) “PANRICO aportará a dicha Federación la cuantía de 30.000 € al año ”, y esa cantidad se actualiza con el IPC; 3) “ los gastos derivados de las reuniones entre CCOO y la empresa se hace cargo PANRICO”.

O sea, cuando la empresa tiene dificultades económicas decide gastar una importante cantidad adicional en financiar a los dos sindicatos mayoritarios. Pero esa cantidad tiene por objetivo comprar la paz social: Con lo que retrocedan los trabajadores, se recuperará la inversión con creces, ¡una buena inversión empresarial!

Y por si no fuera claro el objetivo de la empresa con el acuerdo, el 6 de junio de 2013, la empresa deja de pagar el dinero acordado a CCOO y le escribe: “el citado acuerdo definía el marco de colaboración entre PANRICO y la FEDERACION AGROALIMENTARIA DE CCOO para que esta desarrollase adecuadamente su actividad sindical, sobre la base del diálogo, la negociación y la paz social entre las partes” y considera que CCOO está incumpliendo su parte cuando por ejemplo impugna la aplicación del Convenio Colectivo de Catalunya. Panrico propone a CCOO darle 10.000 € para liquidar definitivamente el acuerdo y “renegociar” uno nuevo. Pero CCOO no acepta y exige sus 30.000.

La empresa dice claramente ante el juez que el acuerdo firmado con CCOO “fue un acuerdo mercantil”, que se trata de un “contracto de servicios” y que una parte vulneró su contenido. UGT que si firmó todos los acuerdos recibe íntegros dinero y liberados hasta el día de hoy. La sentencia reconoce que “la empresa extinguió unilaterlamente el contrato como penalización por la negativa del sindicato demandante a alcanzar acuerdos con la empresa”. Pero da la razón a CCOO que dice que no fue un acuerdo mercantil sino una “mejora de derechos sindicales”, que “una cosa es dialogar y otra alcanzar acuerdos, puesto que si lo hubiera hecho, se habría convertido en un sindicato rehén de la empresa a cambio de un precio”.

CCOO intenta imponer paz social hasta el último instante

Pero así como dialogar no implica acordar, tampoco querer imponer la paz social supone conseguirlo. CCOO intentó por todos los medios imponer la paz social, pero no consiguió doblegar la resistencia de los trabajadores/as. La secuencia no deja lugar a dudas: El 10 de octubre se firma un acuerdo (2) en presencia del propio Gila, UGT y CCOO (incluido el presidente del comité de empresa de Sta. Perpètua). En el punto 5 dice: “las partes se comprometen a negociar en un marco de buena fe, procurando el mantenimiento de la paz social”; en el 6: “El presente acuerdo supone la no convocatoria de la huelga objeto del presente conflicto”; en el 7: “La parte social se compromete a que no se desarrolle ninguna jornada de huelga que se inicie el 13 de octubre, para lo que harán las gestiones que en su caso corresponda” y el punto 8: “En el supuesto que en algún centro de trabajo llegase a desarrollar alguna jornada de huelga que se inicie el 13 de octubre, el presente acuerdo quedará sin efecto”. ¡Faltaban tan solo tres días para el inicio de la huelga! Efectivamente la siguiente reunión ya se hace sin los representantes de CCOO, porque la dirección de CCOO en Sta Perpètua -a pesar de que lo intenta- no consigue imponer la desconvocatoria de la huelga.

Pero esa actitud continúa a lo largo de todo el conflicto: aislamiento de la huelga de Panrico del resto de movilizaciones (Alston...); negar el apoyo material a la caja de resistencia; negativa a pagar el autocar para viajar a Madrid en juicios por el ERE, a pesar que la gran mayoría eran afiliados/as; firma de tres delegados de CCOO del EREs que castigaba especialmente a la planta de Sta Perpètua en huelga, uno de ellos es el tal Argimiro (3) , delegado LOLS estatal de CCOO; maniobra para aplazar el juicio del 20 de marzo; denuncia pública brutal de la CONC contra los trabajadores/as del 24 de marzo; y por si fuera poco la denuncia explícita del Jefe de los abogados del Interfederal de CCOO Enrique Lillo el 24 de setiembre de 2014 (4) , publicando las cartas en la que demuestra las presiones y amenazas que ha sufrido desde FEAGRA-CCOO para que dejara en indefensión a los trabajadores/as en plena huelga indefinida. No hay ninguna duda: la dirección de CCOO ha defendido con uñas y dientes su parte del trato con Panrico, traicionando la lucha de los y las trabajadoras...

¿Cuándo se desprende Panrico de Argimiro? Dice la sentencia: “La empresa consintió que el sr Argimiro estuviera relevado hasta la conclusión del despido colectivo”. La empresa le quita la representatividad y le obliga a volver al trabajo, “inmediatamente después de la negativa de CCOO a firmar el acuerdo de 19-05-2015”, no mientras va firmando los ERE's: Roma no paga traidores

¿Cuánto valía la traición a la huelga indefinida de Sta. Perpètua? ¿30.000€ o más?

En una de esas cartas que publicó el abogado de CCOO Enrique Lillo, fechada en 7 de julio de 2014 y dirigida al Secretario General de FEAGRA le dice:

“... se dice que la empresa ha efectuado alguna donación o aportación a la Federación, aunque esta no está vinculada al desistimiento del pleito.

No obstante, si ello fuera cierto, estas donaciones podrían interpretarse como donaciones remuneratorias, lo cual implicaría que el asunto podría tener una dimensión penal, cuya trascendencia no debo esconderte.”

Sería extraño que el abogado de CCOO no supiera del acuerdo Panrico FEAGRA-CCOO de fecha 5 de abril de 2011, más cuando es el abogado para la reclamación de ese dinero en el reciente juicio. ¿A qué cantidades se refiere Lillo en plena huelga indefinida de Sta. Perpètua?

Los afiliados/as de Panrico de CCOO ante el escándalo que suponen los contenidos publicados por Lillo se dirigieron a CCOO para pedir explicaciones, pero lo que encontraron fueron desprecio y amenazas, sin que se hayan tomado medidas ni sobre las presiones contra el abogado ni sobre la posible financiación que podía ser motivo de denuncia penal.

¿Daños morales a CCOO o a los trabajadores/as?

La sentencia condena a Panrico a pagar a CCOO los 3 años a razón de 30.000 + IPC. Pero también le reconoce 6000euros por daños morales. Al sr Argimiro le asigna 4322'34 € por el “daño patrimonial importante” que supone reatirarle su liberación “obligándole a trabajar en vez de representar a sus compañeros” ¡a razón de 58'41€ por día a lo largo de 74 días hábiles! Y también una indemnización por daños morales de 1000€.

Leer esta resolución y lo ocurrido a lo largo de estos años en los que se imponen 2 terribles ERE's a los trabajadores (cientos de despidos y recortes brutales de salario) provoca rabia y un daño moral terrible. Es inmoral lo ocurrido y parece increible que CCOO tenga la cara dura de reclamar el dinero con el que la patronal exigía que impusiera el silencio de los trabajadores/as. La empresa se preparó para los ERE's atando en corto a CCOO y UGT con la compra de la paz social. Los trabajadores/as tuvieron que salir a luchar por sus puestos de trabajo contra la empresa, la Generalitat, las direcciones de CCOO y UGT. Por ello es más asombroso aún la capacidad de estos poco más de 200 trabajadores/as que resistieron ocho meses de huelga contra tan poderosos enemigos coaligados. Esa lucha, que al final tuvo que dejar la huelga pero no cedió en la firma que tanto buscaban y necesitaban ellos, es lo que explica las dificultades que tienen para cerrar el conflicto, porque pisotearon tantos derechos de los trabajadores/as que necesitaban que alguien pasara página para olvidar lo ocurrido. Pero no lo han conseguido y la lucha sigue para recuperar puestos de trabajo y condiciones laborales perdidas.

Notas:



3 Argimiro: es uno de los “liberados institucionales”, se trata de José Oliva de Puente Genil, el otro liberado institucional de CCOO demandante es Pedro Izquierdo de Sta. Perpètua, aunque deja las indemnizaciones para cuando se vea su despido.

4 Reproducimos cartas de Enrique Lillo colgadas en el bloc deLópez Bulla http://luchainternacionalista.org/spip.php?article2642&var_mode=calcul

Agustín Cintas Dueñas, trabajador de Panrico. Mª Carmen Torres Tejada, trabajadora de Panrico. Jacinto García Vega, trabajador de Panrico Carlos Rodríguez Pérez, Lucha Internacionalista. Josep Lluís del Alcázar Fabregat, Lucha Internacionalista.


El método





Basado en la obra teatral "El Método Gronholm" de Jordi Galceran. Ocho aspirantes a un alto puesto ejecutivo se presentan a una prueba de selección de personal para una empresa multinacional en un rascacielos de oficinas de Madrid. Entre ellos, las personalidades más dispares: el triunfador, el agresivo, la mujer insegura, el crítico, el indeciso... Desde ese instante, y en un clima de máxima competitividad, la inseguridad de los participantes se convertirá en miedo y dudas, y estos a su vez en un estado de paranoia general donde se preguntaráƒn si están siendo observados por cámaras, o incluso si entre ellos podrá haber un psicólogo infiltrado que les está examinando. En este claustrofóbico clima de máxima desconfianza y absoluta falta de escrúpulos, se crearán alianzas, se producirán disputas, se revelarán secretos, se destaparán pasados...

El caso sueco: toda la verdad sobre trabajar seis horas al día


Hace frío y apenas tienen horas de sol, pero son uno de los países más productivos de la UE, con los salarios mínimos más elevados y prestaciones sociales sin igual. Y sus jornadas duran mucho menos

Siete de la mañana: suena el despertador. Una ducha rápida, te vistes, echas un café y sales por la puerta de casa. Una hora después has llegado a la oficina. De 09.00 a 14.00 trabajas, si tienes suerte sacas media hora para tomar un aperitivo, y paras una hora para comer. A las 15.00 –confiando en que la circulación sanguínea sea capaz de subir del estómago al cerebro para ser capaz de hacer algo, aunque sea mantener los ojos abiertos–, retomas tu jornada con suerte hasta las 18.00 ó 19.00.
¡Ya sales! Genial. Otra hora hasta llegar a casa, preparar la cena y hacer el 'tupper' para el día siguiente. ¿Y tu familia y amigos? Casi un hola y adiós porque tendrás que irte a la cama cuanto antes. Que mañana madrugas.

¿Te suena? Exacto, aunque puede que no sea exactamente igual, más o menos así es tu día a día como trabajador.

'¿Conciliaqué?', parece que se preguntan muchos empresarios de nuestro este país que prefieren que sus oficinas luzcan fluorescentes hasta las ocho de la tarde como mínimo para dar imagen de negocio productivo. Pero en realidad, a quienes les hacen realmente ganar más dinero es a las compañías eléctricas. El gasto energético que supone mantener la infraestructura abierta durante más de 10 horas al día es muy poco rentable, especialmente si tenemos en cuenta que la actividad de sus empleados está, desde hace un rato largo, por los suelos.

De hecho, si traducimos la productividad en dinero, hay claras diferencias entre los países del norte de Europa y España: mientras la productividad de nuestro país se sitúa en los 32,1 euros, la de otros como Suecia se encuentra en 45,5 euros. Y trabajan bastantes menos horas que nosotros.

“Para mí es absolutamente fantástico. Ahora tengo más tiempo libre para entrenar, para estar al aire libre o para cuidar de mi jardín mientras sigue habiendo luz del día”, relata la sueca Erika Hellson a la corresponsal de la BBC en Suecia Maddy Savage, quien ha recogido las historias de diferentes ciudadanos del país escandinavo que gozan de las soñadas, ansiadas y veneradas por tantos jornadas laborales de seis horas. Así es su vida, y esta sí que se parece más bien poco a la tuya.

Vidas equilibradas

En la entrevista, Erika confiesa que le encanta cerrar la puerta de la oficina a las 15:30, justo antes de salir a dar una caminata por el inmenso bosque verde que rodea a su ciudad natal, Falun, antes de que se haga de noche.

A sus 34 años, esta directora de arte solía tener un horario largo y errático cuando trabajaba como profesional independiente, pero desde que entró a formar parte de un programa pionero en su país en el que empresas de nueva creación ofrecen a sus trabajadores jornadas laborales de seis horas, su vida ha cambiado por completo.

Erika no tiene hijos pero disfruta de pasar más tiempo con amigos y familiares y asegura que se siente “mucho menos estresada” desde que acortó sus horas de trabajo.

“Es difícil concentrarse en el trabajo durante ocho horas pero con seis horas se puede estar más centrado y hacer las cosas más rápido”, explica Jimmy Nilsson, jefe de Erika y copropietario de la agencia de artes gráficas digitales Background AB, quien lanzó esta iniciativa el pasado mes de septiembre precisamente con el objetivo de conseguir que sus trabajadores fuesen más productivos y, en consecuencia, su negocio y beneficios creciesen más.

Una jornada verdaderamente productiva

El caso de Background AB es solo uno más entre las decenas de empresas suecas que están poniendo en marcha este nuevo concepto como parte de una obsesión nacional para conseguir la conciliación entre la vida laboral y personal de los ciudadanos.

Aunque no está implantada en toda Suecia, en el último año la iniciativa ha recibido una gran acogida y son muchos los trabajadores y empresarios que ven en estos horarios reducidos la posibilidad de que los negocios crezcan y los empleados estén más felices. “Vamos a probarlo durante nueve meses. Primero veremos si resulta económico y en segundo lugar si funciona para nuestros clientes y nuestro personal”, explica Nilsson.

Nadie 'calienta' la silla

En el caso de la mencionada agencia, el personal permanece sentado en sus escritorios entre las 8.30 y las 11.30, tienen una hora para almorzar y luego trabajan otras tres horas antes de regresar a sus hogares.

Eso sí, trabajar seis horas con pausa para comer incluida tiene sus pequeñas restricciones: no pueden abrir sus perfiles personales en redes sociales ni se pueden atender emails o llamadas personales durante la jornada laboral. Por lo demás, grandiosas noticias, los salarios se mantienen exactamente igual que estaban antes de poner en marcha la iniciativa.

“No conozco a nadie dentro de mi red de contactos que sólo trabaje seis horas al día. Muchos de mis clientes, directores gerentes de importantes compañías, piensan que el trabajo es lo más importante, pero más tarde se dan cuenta de que no han pasado tiempo con sus hijos”, explica Pia Webb, 'coach' y consultora especializada en el mundo de los negocios.

“Las empresas suecas han encontrado un buen equilibrio entre la salud y la rentabilidad”, asegura la autora de 'Improve Your Own Quality of Life: The Swedish Way' (CreateSpace Independent Publishing Platform), quien comenta que le sorprende que los ensayos de Gotemburgo y en otros lugares hayan captado tanto la atención dada la reputación de Suecia para mantener el equilibrio entre trabajo y vida.



¿Pero realmente funciona?

En los últimos meses varias empresas de nueva creación de Estocolmo se han unido a Background AB y han probado durante unos días cómo funcionan con el nuevoa horario laboral. Entre ellas, dos departamentos del hospital de Umeå en el norte de Suecia y una unidad de cirugía del Hospital Universitario Sahlgrenska en Gotemburgo.

El lugar en el que se ha implantado la jornada de seis horas durante más tiempo ha sido una residencia de ancianos al oeste de Suecia, donde 80 enfermeras cambiaron sus horarios en febrero como parte de un ensayo controlado durante dos años. Y parece que todo marcha.

“Es demasiado pronto para sacar conclusiones firmes, pero las enfermeras que trabajan menos horas solicitan menos bajas por enfermedad y según los informes están menos estresadas”, asegura Bengt Lorensson, consultor principal del Ayuntamiento de Gotemburgo, quien también subrayó que ha mejorado el cuidado de los pacientes y que el personal, de forma altruista, ha puesto en marcha más actividades para los internos como clases de baile, sesiones de lectura o paseos al aire libre. “Aunque llevamos poco tiempo podemos ver que la calidad del trabajo es mayor”,

Responsables políticos suecos e internacionales están observando de cerca el proyecto. Incluso Lorensson admite sentirse un poco abrumado por el interés que su investigación ha desatado en los medios de comunicación globales. Él es querido subrayar que el día de seis horas es todavía un largo camino de convertirse en la norma de trabajo en el país escandinavo.
Anochece antes pero hay más 'día'

“En Suecia tienen un respeto mutuo. Todos esperan hasta que terminan las horas de oficina para llamar o escribir a sus clientes y, al mismo tiempo, saben que no les van a molestar cuando estén de vacaciones”, asegura Webb.

En Suecia apenas el 1% de los empleados trabajan más de 50 horas a la semana, una de las tasas más bajas de la OCDE, que sitúa la media europea en el 13% es el promedio. Por ley, a los suecos se les dan 25 días de vacaciones al año –en España son 22–, aunque muchas de las grandes empresas del país suelen ofrecer aún más días a sus trabajadores. Los padres gozan de 480 días de licencia de paternidad remunerada para dividir entre los dos –en España la madre dispone de 112 días mientras que el padre apenas puede solicitar 15– y la mayoría de las oficinas están vacías después de las cinco de la tarde.

“Es una experiencia muy diferente a cuando trabajaba en Reino Unido y los clientes exigían que les atendiese incluso los fines de semana y por la noche”, explica Ameek Grewal, canadiense de 29 años que en 2014 se mudó desde Londres a la sede nórdica de Citibank en Estocolmo. El joven admite que el frío y las pocas horas de luz –inviernos con temperaturas bajo cero y apenas seis horas de luz solar en ciudades como Estocolmo– pueden resultar “frustrantes”, pero está convencido de que el modelo sueco tiene beneficios mucho mayores para empresas y empleados que inconvenientes.

http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2015-11-04/el-caso-sueco-toda-la-verdad-sobre-trabajar-solo-seis-horas-al-dia_1081256/

La podredumbre parlamentaria (Sebastián Faure)



(Pincha en la imagen para leer/descargar)




PP tiende la mano a UGT y CCOO


PP tiende la mano a UGT y CCOO para eliminar la brecha salarial entre hombres y mujeres


El vicesecretario de Acción Sectorial del PP, Javier Maroto, ha ofrecido este miércoles a los secretarios generales de UGT y CC.OO, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, trabajar de forma conjunta y "permanente" a lo largo de la próxima legislatura, si es que el Gobierno revalida su mandato, para eliminar la desigualdad salarial entre hombres y mujeres.   



Trabajo: Maldición y Gracia


Según una antigua leyenda, Sísifo fue castigado por los dioses por su astucia en la vida. “Sísifo es castigado en el infierno”, escribe el historiador y mitógrafo Apolodoro, “haciendo rodar una piedra con las manos y la cabeza, con el esfuerzo de llevarla hasta la parte superior [de una colina]; empujarla es lo que quiere, pero ella se vuelve atrás”.

Debido a la naturaleza laboriosa de su castigo, Sísifo se convirtió en un símbolo de todo trabajo inútil, lo que implica que tal, el trabajo improductivo repetitivo, sólo podía entenderse como un castigo al mal y sería de cualquiera forma simplemente una tortura.

En medio de la ahora común creencia cristiana sobre todas las formas de trabajo como vocaciones que Dios, la imagen de Sísifo, empujando su roca en vano por una colina en el Hades, sólo para verla rodar hacia abajo de nuevo, podría servir para recordarnos la realidad del trabajo, la otra cara de la moneda.

Mientras que el trabajo humano tiene un llamado divino, no trabajamos separados de “espinas y cardos” y sí “con el sudor de [nuestro] rostro” (Génesis 3: 18-19). Contrariamente a las suposiciones comunes, este aspecto penoso de nuestro trabajo tiene una más alta vocación propia, que actúa como el medio por el cual el trabajo podará nuestros corazones para dar sus frutos a Dios.

Teniendo en cuenta este aspecto del trabajo humano, algunos podrían imputar a los cristianos que alaban las virtudes de la vocación con el error que el filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) acusó en su día a “los aduladores del trabajo”. “En la glorificación del ‘trabajo’ y la charla incesante sobre la ‘bendición del trabajo’”, escribe en Aurora:

“A la vista que ofrece el trabajo (me refiero a esa dura actividad que se realiza de la mañana a la noche), podemos comprender perfectamente que ésta es la mejor policía, pues frena a todo el mundo y sirve para impedir el desarrollo de la razón, de los apetitos y las ansias de independencia. Y es que el trabajo desgasta la fuerza nerviosa en proporciones extraordinarias y quita esa fuerza a la reflexión, a la meditación, a los ensueños, al amor y al odio; nos pone siempre ante los ojos de un fin nimio, y concede satisfacciones fáciles y regulares… De este modo, una sociedad en la que se trabaja duramente y sin cesar, gozará de mayor seguridad a la que hoy se adora como divinidad suprema”.

Para Nietzsche, en última instancia, el trabajo sirve como una herramienta de manipulación. Quienes alaban el trabajo en realidad sólo quieren mantener a las masas y reprimir su desarrollo intelectual, sus aspiraciones e individualidad.

El verdadero dios de los que alaban el trabajo es su propia seguridad. Mantienen a los trabajadores en la “gratificación fácil y regular” del trabajo diario sólo para distraerlos de la realidad verdaderamente opresiva.

Las inclinaciones conspirativas de Nietzsche podrían ser exageradas, pero su crítica general de que nuestro trabajo diario podría no ser mejor que el destino de Sísifo, si tan sólo pudiéramos verlo, deben ser tomadas en serio.

Para muchas personas, las palabras del Eclesiastés (2: 11) resonarán más fácilmente en sus trabajos que cualquier exhortación a verlos como vocaciones:

“Luego reflexioné sobre todas las obras que mis manos habían hecho y sobre la fatiga que me había tomado por hacerlas, y he aquí que todo es vanidad, andar a la caza del viento, y no queda provecho alguno bajo el sol”.

En el peor de los días (y para algunos incluso un día promedio), el trabajo de servicio al cliente en una tienda minorista o de la línea de montaje en una fábrica o de limpieza en Chuck-E-Cheese se siente mucho más como “atrapar vientos”, que el cumplimiento de una condición dada por Dios en la vida.

¿Podríamos decir a Sísifo, “¡Ánimo, tu trabajo ha sido divinamente ordenado!”? Fue divinamente ordenado, pero sólo como un instrumento de castigo.

En este punto, podríamos preguntarnos —¿no fue el trabajo introducido como un castigo de Dios? Es después de que Adán cae que Dios le dice (Génesis 3: 17),

“… maldita sea la tierra por tu causa. Con fatiga sacarás de ella el alimento por todos los días de tu vida”.

¡Vea! El trabajo es una maldición, ¿no es cierto?

Sí y no. Nuestra vida está plagada por la imperfección y la tragedia de nuestra mortalidad, sin embargo, Dios dice a Adán: “comerás”, es decir, ” tendrás los medios para sostener tu vida”.

El trabajo no debe ser tan penoso —el trabajo, en ese sentido, es una cosa mala— pero dado que nuestras vidas se caracterizan por el pecado, a veces realmente necesitamos trabajar duro. A veces, la maldición es también gracia.

Como dice Abba Theonas, en las Conferencias de San Juan Casiano,

“’Maldita será la tierra en tus obras; espinos y cardos te dará y con el sudor de tu frente comerás el pan”. Esto, digo, es la ley, implantada en los miembros de todos los mortales, que resiste a la ley de la mente y la mantiene alejada de la visión de Dios, y que, como la tierra se maldice en nuestras obras después del conocimiento del bien y del mal, comienza a producir las espinas y cardos de pensamientos, por los pinchazos agudos en los que las semillas naturales de virtudes se ahogan, por lo que sin el sudor de nuestra frente, no podemos comer nuestro pan que ‘desciende del cielo’, y que ‘fortalece el corazón del hombre’. Toda la raza humana en general, por lo tanto está, sin excepción, sujeta a esta ley. Porque no hay uno, tan santo, que no coma el pan mencionado antes con el sudor de su frente y los ansiosos esfuerzos de su corazón”.

Sujetos a las condiciones espinosas la vida mortal caída, es sólo a través del trabajo (“el sudor de su frente”) que “comemos el pan nuestro de que ‘desciende del cielo’”, y que “el corazón del hombre fortalece”. Pero nosotros comemos de él, siempre y cuando primero trabajemos.

Eso no lo hace menos difícil, ni justificaría exhortar a aquellos “que trabajan y llevan pesadas cargas” a sentir gozo en sus tareas de Sísifo, cuando pueden con razón añorar que alguien les dé descanso (cf. Mateo 11:28).

No debemos abandonar el trabajo de aligerar esa carga en los demás, en la medida en la que podamos en esta vida, como un asunto de nuestra Imitación de Cristo.

“Por esta causa”, dijo San Cirilo de Jerusalén,

“Jesús asume las espinas, para que Él pueda cancelar la condena; para lo cual, también fue enterrado en la tierra, y que la tierra que había sido maldecida pudiera recibir la bendición en lugar de una maldición”.

Sin embargo, a pesar de lo que Nietzsche pudiera haber dicho, esto debe también cambiar nuestra perspectiva sobre algunos de los peores trabajos.

Soportando las espinas y cardos de nuestro trabajo con el sudor del rostro, a veces puede eso ser precisamente lo que necesitamos para eliminar a “las espinas y abrojos de los pensamientos” de nuestras mentes y llevar el fruto de la justicia a Dios en nuestros corazones.

Dylan Pahman. 



La historia de la imposición sangrienta del trabajo


«En el fondo, ahora se siente […] que semejante trabajo es la mejor policía, que mantiene a todo el mundo a raya y que sabe cómo evitar con firmeza el desarrollo de la razón, la concupiscencia y el deseo de independencia. Puesto que emplea una cantidad enorme de energía nerviosa, la cual sustrae a las actividades de meditar, ensimismarse, soñar, preocuparse, amar, odiar.»

Friedrich Nietzsche, Los aduladores del trabajo, 1881



La historia de la Modernidad es la historia de la imposición del trabajo, que ha dejado tras de sí una inmensa huella de destrucción y horror en todo el planeta; puesto que no siempre ha estado tan interiorizada como en el presente la exigencia de empeñar la mayor parte de la energía vital en un fin absoluto ajeno. Han hecho falta varios siglos de violencia pura en grandes cantidades para que la gente, literalmente bajo tortura, acepte ponerse al servicio incondicional del ídolo trabajo.

Al principio no estuvo la supuesta propagación «favorecedora de la prosperidad» de las relaciones de mercado, sino el hambre insaciable de dinero de los aparatos de Estado absolutistas para financiar las primeras máquinas militares de la Modernidad. Sólo por el interés de estos aparatos, que por primera vez en la historia conseguían inmovilizar burocráticamente a toda la sociedad, se aceleró el desarrollo del capital comercial y financiero de las ciudades más allá de las relaciones comerciales tradicionales. Fue así como el dinero se convirtió, por primera vez, en un asunto social central; y la abstracción trabajo, en un requisito social central sin consideración de necesidades.

La mayoría de las personas no fueron voluntariamente a la producción para mercados anónimos y, con ello, a una economía del dinero generalizada, sino porque el hambre absolutista de dinero había monetarizado los impuestos y los había elevado exorbitantemente. No tenían que ganar dinero «para sí mismas», sino para el militarizado Estado de armas de fuego premoderno, para su logística y su burocracia. Es de este modo y no de otro como nació el absurdo fin absoluto de la explotación del capital y, con ésta, el trabajo,

Pronto dejaron de ser suficientes los impuestos y las contribuciones monetarias. Los burócratas absolutistas y los administradores capitalista-financieros se dispusieron a organizar forzosamente a la gente como material de una máquina social de transformación del trabajo en dinero. Se destruyeron las formas tradicionales de vida y existencia de la población; no porque esta población hubiese intentado «continuar su progreso» libre y autónomamente, sino porque era necesaria como material humano de la máquina de explotación que se había puesto en marcha. Se sacó a la gente de sus campos con la violencia de las armas, a fin de hacer sitio para la cría de ovejas para las manufacturas de lana. Se abolieron todos los derechos tales como la caza libre, la pesca y la recogida de leña en los bosques. Y cuando las masas empobrecidas deambulaban pidiendo limosna y robando por los campos, entonces se las encerraba en casas de trabajo y manufacturas, para maltratarlas con máquinas de trabajo torturadoras y para inculcarles a la fuerza la conciencia de esclavos de animales de trabajo sumisos.

Pero tampoco esta transformación a empellones de sus súbditos en el material del ídolo trabajo, productor de dinero, fue ni mucho menos suficiente para los monstruosos Estados absolutistas. Extendieron sus pretensiones también a otros continentes. A la colonización interna de Europa le siguió otra externa, primero en las dos Américas y en partes de África. Aquí los agentes de imposición del trabajo perdieron definitivamente todas sus inhibiciones. Se lanzaron con campañas de saqueo, destrucción y exterminio, hasta entonces nunca vistas, sobre los mundos «redescubiertos»; las víctimas de allí ni siquiera tenían el valor de seres humanos. Las potencias europeas, devoradoras de hombres, de la emergente sociedad del trabajo se atrevían a definir las culturas extranjeras subyugadas como «salvajes» y… antropófagas.

De esa forma, se dotaban de legitimidad para eliminarlas o esclavizarlas a millones. La esclavitud literal en las plantaciones y explotaciones de materias primas coloniales, que superó en sus dimensiones incluso a la esclavitud de la Antigüedad, es uno de los crímenes fundacionales del sistema de producción de mercancías. Por primera vez, se puso en práctica a lo grande el «exterminio por el trabajo». Éste fue el segundo pilar de la sociedad del trabajo. El hombre blanco, que ya era portador del estigma de la autodisciplina, podía desfogar su odio reprimido a sí mismo y su complejo de inferioridad con los «salvajes». Al igual que «la mujer», no eran para él más que medio seres, entre animales y hombres, próximos a la naturaleza y primitivos. Inmanuel Kant conjeturaba con agudeza que los papiones podrían hablar si se lo propusieran, pero que no lo hacían porque tenían miedo de que entonces se les mandase a trabajar.

Ese razonamiento grotesco hace recaer una luz traidora sobre la Ilustración. El ethos del trabajo de la Modernidad, que hacía referencia en su versión protestante originaria a la gracia de Dios –y desde la Ilustración, a la ley natural– fue enmascarada como «misión civilizadora». En este sentido, cultura es la subordinación voluntaria al trabajo; y el trabajo es masculino, blanco y «occidental». Lo contrario, la naturaleza no-humana, informe y sin cultura es femenina, de color y «exótica»; y, por lo tanto, se ha de someter a la coacción. En pocas palabras, el «universalismo» de la sociedad del trabajo es, ya en sus raíces, profundamente racista. La abstracción universal trabajo sólo se puede definir a sí mismo distanciándose de todo lo que no es absorbido por él.

Los pacíficos comerciantes de las antiguas rutas comerciales no fueron los antecesores de la burguesía moderna, que, en definitiva, fue la heredera del absolutismo. Fueron más bien los condotieros de las bandas de mercenarios de principios de la Modernidad, los alcaides de las casas de trabajo y de las penitenciarías, los recaudadores de impuestos, los tratantes de esclavos y otros usureros los que prepararon la tierra madre para el «espíritu empresarial» moderno. Las revoluciones burguesas de los siglos XVIII y XIX no tuvieron nada que ver con la emancipación social; sólo reubicaron las relaciones de poder dentro del sistema de coerción surgido, liberaron las instituciones de la sociedad del trabajo de los caducos intereses dinásticos e impulsaron su cosificación y despersonalización. Fue la gloriosa Revolución Francesa la que anunció con un pathos especial el deber de trabajar y la que introdujo nuevos correccionales de trabajo con una «Ley para la erradicación de la mendicidad».

Esto era justo lo contrario de lo que perseguían los movimientos sociales rebeldes que ardían en los márgenes de las revoluciones burguesas, sin consumirse en ellas. Mucho antes ya se habían dado formas autónomas de resistencia y de rechazo que no significan nada para la historia oficial de la sociedad del trabajo y de la modernización. Los productores de las antiguas sociedades agrarias, que nunca aceptaron tampoco sin roces las relaciones de dominio feudales, no se querían resignar, con mucho más motivo, a que se hiciese de ellos la «clase obrera» de un sistema de relaciones ajeno a ellos. Desde las guerras campesinas de los siglos XV y XVI hasta las revueltas de los movimientos luego denunciados como «los destructores de máquinas», en Inglaterra, y el levantamiento de los obreros textiles de Silesia, en 1844, sólo se sigue una única cadena de amargas luchas de resistencia contra el trabajo. La imposición de la sociedad del trabajo y una guerra civil, abierta a veces y latente otras, han ido durante siglos unidas.

Las antiguas sociedades agrarias eran cualquier cosa menos paradisíacas. Pero la imposición espantosa de la sociedad del trabajo que irrumpía en escena era vivida por la mayoría como un empeoramiento y «tiempo de desesperación». De hecho, pese a la estrechez de la situación, la gente tenía algo que perder. Lo que en la falsa conciencia del mundo moderno se presenta como tinieblas y plagas de una Edad Media ficticia eran, en realidad, los horrores de su propia historia. En las culturas precapitalistas y no capitalistas, tanto dentro como fuera de Europa, el tiempo diario y anual de actividad productiva era muy inferior incluso al actual de los «empleados» modernos de fábricas y oficinas. Y esta producción no era ni mucho menos tan condensada como en la sociedad del trabajo, sino que estaba impregnada por una marcada cultura del ocio y de una relativa «lentitud». Dejando de lado las catástrofes naturales, las necesidades materiales primarias estaban mucho mejor cubiertas para la mayoría que en largos periodos de la historia de la modernización; y, en cualquier caso, mejor que en los suburbios espantosos del mundo en crisis actual. Tampoco el poder se podía hacer tan presente hasta el último rincón como en la sociedad del trabajo completamente burocratizada.

Por eso, la resistencia contra el trabajo sólo se pudo quebrar militarmente. Hasta el presente, los ideólogos de la sociedad del trabajo siguen fingiendo que la cultura de producción premoderna no «se desarrolló» porque se ahogó en su propia sangre. Los actuales demócratas declarados del trabajo prefieren achacar todos esos horrores a las «circunstancias predemocráticas» de un pasado con el que no tendrían ya nada que ver. No quieren reconocer que la prehistoria terrorista de la Modernidad desvela traicioneramente la esencia también de la actual sociedad del trabajo. La administración burocrática del trabajo y el registro estatal de personas en las democracias industriales nunca pudo ocultar sus orígenes absolutistas y coloniales. En la forma de la cosificación hacia un contexto sistémico impersonal, la administración represiva de la gente en nombre del ídolo trabajo incluso ha crecido y ha penetrado en todos los ámbitos de la vida.

Justo ahora, en plena agonía del trabajo, se vuelve a sentir, como en los comienzos de la sociedad del trabajo, la garra asfixiante de la burocracia. La administración del trabajo se desvela como el sistema coercitivo que siempre ha sido, al organizar el apartheid social e intentar conjurar, en vano, la crisis mediante esclavismo estatal democrático. De manera similar, también regresa el espíritu maligno del colonialismo mediante la administración económica impuesta en los países de la periferia, arruinados, uno tras otro, por el Fondo Monetario Internacional. Tras la muerte de su ídolo, la sociedad del trabajo vuelve a recurrir, en todos los sentidos, a los métodos de sus crímenes fundacionales, los cuales, sin embargo, no podrán salvarla.

Krisis

http://revistanada.com/2014/07/15/imposicion-sangrienta-del-trabajo/


Escritos para desocupados






El fascismo simpático




Han transcurrido treinta y cinco años desde que Bertram Gross publicó su famoso libro Friendly Fascism. The New Face of Power in America, pero su contenido y sus conclusiones son hoy tan vigentes como antaño. El autor caracterizaba con esta fórmula de fascismo simpático la revolución neoliberal y conservadora que arrancó en los Estados Unidos y el Reino Unido a fines de los años setenta y se consolidó en los ochenta durante los mandatos de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. La teoría económica de matriz neoclásica, monetarista, centrada en la oferta, desreguladora, enemiga del consenso del Estado del bienestar se llamó Reaganomics en los EEUU y Thatcherism en el RU. Y está perfectamente retratada en esta expresión del “fascismo simpático”.

¿Algo más simpático que un actor mediocre de Westerns y una dama rígidamente metodista, hija de un tendero? Simpáticos y, en el fondo, fascistas. Los discursos dogmáticos y rimbombantes del fascismo con su fe en el heroísmo, la pelea, la rivalidad, la conquista y el triunfo, se convierten aquí en las monsergas sobre el espíritu empresarial, la libre competencia, la supervivencia de los mejores, el éxito, el individualismo y la libertad.

En España es lo mismo. La dicharachera Esperanza Aguirre con sus tonterías sobre el mercado libre y la libertad de los agentes suena igual que los discursos de José Antonio Primo de Rivera, y está muy cercana al Rivera actual, razón por la cual le gustaría que desapareciera porque lo ve como un rival peligroso en su mismo pastizal.

En teoría, entre el fascismo de siempre y el fascismo simpático hay una gran diferencia de actitud en cuanto al  Estado, pero no es así. Es cierto que los neoliberales españoles abominan del Estado y tratan de reducirlo a su mínima expresión, descapitalizándolo, dejándolo sin servicios públicos para decir después que no funcionaban y suprimirlos o privatizarlos. Pero también lo es que eso es de boquilla. Luego viven todos de parasitar el Estado. Esperanza Aguirre no ha trabajado casi nunca en la empresa privada pues lleva toda su vida en cargos públicos, cobrando del erario, como Rajoy, Báñez, etc o bien de los fondos de la Gürtel, también como Rajoy y otro.. Además también tiene estupendamente colocada en puestos públicos a casi toda su familia. Y, como ella, docenas, cientos de cargos del PP. Hablan mal del Estado, pero viven de parasitarlo.

Lo mismo sucederá llegado el momento con C’s. El talante fascista de nuevo cuño,simpático, es evidente en todo cuanto hace y dice Rivera. España no se toca; la Iglesia, menos; la Corona, ni te cuento. Las corridas de toros son una tradición artística y cultural que es preciso preservar frente a la antiespaña, siempre al acecho. Hay que favorecer la industria, lo que quiere decir el capital, reducir los derechos laborales de la gente a la nada y permitir que la exploten hasta recuperar la tasa de beneficio en detrimento de los trabajadores.

El fascismo simpático se presenta con ademanes juveniles, renovadores, partícipe en esa moda de exigir relevos generacionales en todas partes,  como si el hecho de ser menor de cuarenta años diera más luces a cualquiera. Tiene asimismo el consabido respeto por la jerarquía, la disciplina y la teórica entrega a una causa. Pero, si se escarba un  poco, sale el viejo dogmatismo hispánico.

Y lo que sale siempre también es la demagogia de un populismo trivial que habla a los sentimientos de la gente para engañarla mejor.

http://iniciativadebate.org/2015/10/26/el-fascismo-simpatico/

La organización del trabajo frente a "la revuelta contra el trabajo"


John Zerzan examina el papel de los sindicatos en la explotación de los trabajadores, centrándose en particular en la industria de fabricación de automóviles de Estados Unidos desde 1930 hasta 1970.



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