LA ESTUPIDEZ LABORAL, SEGÚN DAVID GRAEBER


Los 'trabajos postureo': por qué cuanto más útil eres en tu empresa, menos cobras.

Cinco años después de la publicación de uno de los artículos más importantes de la década, el antropólogo publica el libro en el que expande la teoría de los 'bullshit jobs'


Imagínese que, como en la serie 'The Leftovers', de buenas a primeras el 2% de la población mundial se esfumase. Pero no serían elegidos al azar. Los desaparecidos serían bomberos, dependientes de tiendas de alimentación, conductores de autobús, barrenderos, mecánicos, enfermeras y profesores. Los resultados, probablemente, serían dantescos: los servicios públicos se vendrían abajo y dejaríamos de tener educación, sanidad y de disponer de otros servicios básicos que damos por garantizados. Ahora imagínese que los que desapareciesen fueran consultores políticos, los abogados que trabajan para grandes compañías, los gurús del 'marketing' o inversores. ¿Le importaría a alguien más que a sus seres queridos? Muy probablemente, no.

La gran ironía, recuerda el antropólogo anarquista David Graeber, antiguo profesor de Yale y actualmente en plantilla de la London School of Economics, es que el primer grupo de trabajadores está terriblemente peor pagado que el segundo. Como si, perversamente, cuanto más necesario sea tu empleo para la sociedad, menos remuneración percibirá; y mientras más prescindible sea, más beneficios económicos y laborales recibirá, salvo contadísimas excepciones como los médicos. Es un proceso imparable desde los años ochenta, recuerda el que fuera rostro visible de 'Occupy Wall Street'. A partir de entonces, “cualquiera que tenga un trabajo de verdad habrá visto cómo se ha recortado, acelerado y 'taylorizado”, en referencia a la división del trabajo ideada por el ingeniero y economista Frederick Taylor.

Esta división entre trabajos de verdad y trabajos de mentira es la base de la célebre teoría de los 'bullshit jobs' —trabajos 'absurdos', 'mentira' o 'de postureo', a falta de otro término mejor—, que apareció por primera vez en un viral artículo de 2013 y que acaba de tomar forma de libro, bajo el contundente título de 'Bullshit Jobs: a Theory'. ¿En qué consisten exactamente? Es “un empleo que la persona que lo lleva a cabo considera que es inútil, y que si no existiese no cambiaría nada o, incluso, convertiría el mundo en un lugar mejor”. ¿Cuáles suelen ser? Graeber prefiere que cada cual juzgue por sí mismo, pero se parecen sospechosamente a los empleos de cuello blanco, de oficina y gestión, que no producen nada en concreto. Son puestos prestigiosos y aspiracionales que podrían desaparecer por completo y nadie los echaría de menos.

El profesor expone un ejemplo muy claro —el libro está plagado de ellos— en un reciente resumen publicado en su cuenta de LinkedIn. Muchos de los jóvenes con los que se encontró en el verano de 'Occupy' compartían un mismo desencanto. Uno de ellos explicaba que simplemente querían “hacer algo que mejorase la vida de los demás”, pero tarde o temprano se daban cuenta de que de ser así, “terminabas cobrando mal y tan endeudado que no podías formar ni tu propia familia”. Por otro lado, estaban los jóvenes 'traders' de Wall Street, que les daban la razón a sus coetáneos en que su trabajo no solo era inútil, sino que perjudicaban al resto de la sociedad, pero matizaban que tan solo se irían “si alguien develase cómo vivir en Nueva York cobrando menos de 100.000 dólares”.

Una huelga de basuras puede paralizar una ciudad. Desde luego, no es un 'bullshit job'. (EFE)

Una de las muestras palpables de lo innecesario de sus trabajos es que nunca hacen huelga. ¿Para qué? Como recuerda Graeber, el paro del sector bancario irlandés en los años setenta, que duró seis meses, no supuso ningún impacto en el país. Sin embargo, una huelga de recogida de basuras puede convertir una ciudad en inhabitable en cuestión de días. El antropólogo criado en Nueva York cita un estudio publicado el pasado año por tres economistas en el 'Journal of Political Economy' que calculaba los costes y beneficios de un gran número de profesiones, y que concluía que sectores como el financiero, el del derecho de empresa o el del 'marketing' tomaban de la sociedad más de lo que daban, mientras que otros, la minoría (investigadores, profesores, ingenieros), la beneficiaban.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Olvidémonos del discurso que asegura que los robots nos van a robar los trabajos, sugiere Graeber: ya lo han hecho, tan solo que hemos sustituido esos puestos perdidos por otros que no valen para nada. Son “empleos imaginarios”, como los denomina en una entrevista reciente, cuyo único objetivo es tenernos ocupados, “porque vivimos en una economía irracional que hace que la gente trabaje ocho horas haya algo que hacer o no”. Un principio paradójico y “misterioso” en una economía capitalista de competencia, en la que se supone que “lo último que haría una empresa sería pagar a trabajadores que no necesita”.

“Es como si alguien se estuviese inventando empleos absurdos solo para mantenernos ocupados”, sintetiza Graeber

La razón, por lo tanto, no puede ser económica, sino política y moral, como proponía en aquel artículo pionero. Las clases altas descubrieron a finales de los sesenta que grandes masas de trabajadores felices y productivos, y sobre todo con mucho tiempo libre en sus manos gracias a la automatización de su labor, podían convertirse en “un peligro moral”. Graeber descarta la recurrente teoría de que ha sido el crecimiento exponencial del consumo lo que ha provocado la aparición de empleos inútiles, puesto que la mayor parte de ellos no producen nada concreto ni servicios útiles, y se decanta por la utilidad de seguir promoviendo una moral del trabajo que nos lleva a pensar que “aquellos que no desean someter la mayor parte de su tiempo a una disciplina laboral no merecen nada”. Un argumento también esgrimido por los detractores de la renta básica.

“Es como si alguien se estuviese inventando empleos absurdos solo para mantenernos ocupados”, sintetiza el autor. De ahí que la mayoría de sectores que han sufrido recortes hayan sido aquellos en los que “se fabrican, se reparan y se mantienen cosas de verdad”, mientras que los puestos administrativos se han expandido hasta abarcar casi tres cuartas partes del mercado laboral. Como si de repente Occidente se hubiese convertido en la URSS, donde todo camarada tenía derecho a un puesto de trabajo, por inútil que fuese. Esa burocracia soviética tiene su traducción capitalista en industrias como el 'telemarketing', los servicios financieros, los recursos humanos, las relaciones públicas o el 'marketing'… Pero también en esa industria de los marrones que existe solo porque el resto dedica demasiado tiempo a trabajar en otra cosa.

Como no hay nada que hacer, pasan el tiempo viendo vídeos, publicando en Facebook o acudiendo a seminarios inútiles. (iStock)

Según la clasificación de Graeber, hay varios tipos de trabajos absurdos, que configuran una llamativa galería de los horrores del mundo laboral moderno. Están los lacayos ('flunkies'), cuyo objetivo es que “los jefes estén guapos” (por ejemplo, los recepcionistas mal pagados de una empresa o los asistentes personales); los “de la cinta adhesiva”, cuya labor exclusiva es solucionar problemas organizativos que en teoría no deberían existir, como ocurre con algunos cargos intermedios; los bobos ('goons'), como los trabajadores de relaciones públicas, lobistas o profesionales de 'marketing' que solo existen porque todas las empresas tienen uno; los marcacasillas, que “permiten que una empresa pueda afirmar que está haciendo algo que no hace de verdad”, y, por último, los capataces, que supervisan a gente que no necesita supervisión. En definitiva, mucho mando intermedio, poca productividad.

¿Ansiedad, vacío vital? Eres uno de ellos
Si no hay nada que hacer, ¿a qué se dedica el tiempo en estos trabajos? Efectivamente, responde Graeber, a nada. O, como le comentó uno de sus conocidos, a mirar 'memes' de gatitos y de vez en cuando trabajar un poco, no más de 15 horas a la semana, como predijo Keynes. Algo que todos tienen en común es que, de manera más o menos consciente, saben que su trabajo no sirve para nada, aunque pocos lo admitirían. La consecuencia más evidente es una terrible furia y resentimiento cocinados a fuego lento a lo largo de los años. Como recuerda Graeber, son profundamente desgraciados porque jugar el juego de las ilusiones es “inherentemente desmoralizador”: “Están mal todo el tiempo. Me hablaban de depresión, de enfermedades complicadas, de problemas psicológicos, físicos e inmunitarios que claramente tienen que ver con la tensión, la ansiedad y la depresión”.

El objetivo de la furia causada por la frustración son sus compañeros, pero también los trabajadores del sector público (conductores, profesores)

Ello produce entornos laborales tremendamente tóxicos. Se tratan mal, se gritan, se envidian y, en definitiva, se odian. “Cuanto menos sentido tenga tu trabajo, más personas habrá que sufran mientras lo hacen y peor se tratarán las unas a las otras”, señala el autor de 'En deuda: una historia alternativa de la economía'. A menudo, el objetivo de su furia ya no son los compañeros de trabajo, sino los trabajadores de aquellos sectores cuyos empleos sí parecen tener sentido, como suele ocurrir con los funcionarios o los trabajadores del sector servicios (conductores, profesores), víctimas habituales del populismo de derechas. “Es como si les dijesen '¡pero por lo menos tú tienes un trabajo de verdad! ¿Y aun así quieres una pensión de clase media y Seguridad Social?”.

“No he conocido a ningún abogado de empresa que no pensase que su trabajo no es una gilipollez”, explicó Graeber en aquel artículo que lo cambió todo. Hay una gran diferencia con los trabajos basura (o “de mierda”, 'shit jobs'), igual de destructivos, pero por otras razones. El lado oscuro de los 'bullshit jobs' —ligados al cuello blanco, muchas veces de autónomos— es el sinsentido, mientras que en los tradicionales empleos basura —cuello azul, asalariados—, lo son las malas condiciones materiales. Paradójicamente, aunque estos últimos tengan menos prestigio social y no prometan la realización profesional de los empleados, son cruciales para la sociedad, lo que alivia dicho malestar. Es mucho más indigno ser consciente de que tu empleo podría desaparecer y nadie lo echaría de menos.

¿Cómo es el infierno para David Graeber? Un lugar donde un montón de personas pasan la mayor parte de su tiempo haciendo una tarea “que no les gusta y en la que no son especialmente buenos”. Por ejemplo, les han contratado para fabricar muebles, pero de repente se dan cuenta de que lo que les piden es que pasen mucho tiempo friendo pescado, algo que no saben hacer muy bien y que tampoco es el objetivo de la empresa. El resultado es un montón de gente cocinando pescado infumable y furiosos ante la posibilidad de que su compañero de al lado pueda dedicar más tiempo al artesanado que a la fritanga, así que todo el mundo termina pringando. Los muebles, en la nueva realidad laboral, terminan convirtiéndose en una utopía inalcanzable; y el pescado podrido, el símbolo de toda la energía y tiempo que malgastamos en algo que no sirve para nada… pero por lo que nos pagan al final de cada mes, aunque no sepamos muy bien por qué.

Work is shit, abolish it!




Si no os dan ni pan ni trabajo ...


"Pedid trabajo; si no os lo dan, pedid pan; y si no os dan ni pan ni trabajo, coged el pan"


Abolish work



Hate your job?




If that doesn't work, why not try organising with your workmates to take on your bosses and stop them being so shitty? For some ideas on getting started, check out our workplace organising guide: https://libcom.org/organise/workplace
And if you want to know why we hate work and think the struggle against it is an essential part of creating a new society, check out our introduction: https://libcom.org/library/work-introduction

"Si trabajas para vivir ¿por qué te matas trabajando?



Contra el trabajo que perpetúa nuestra esclavitud


Contra el trabajo que perpetúa nuestra esclavitud

Vivir sin depender del trabajo – ¿ A quién no le gustaría eso ?

*Para entender esto, es necesario aclarar que cuando se habla de “trabajo”, se hace referencia a toda actividad que mueve la sociedad industrial, la cual nos pone precio y nos destruye tal cual lo hace con la naturaleza y demás habitantes en flora y fauna. No nos estamos refiriendo al esfuerzo físico y/o mental que en su época ejercían las tribus recolectoras y cazadoras antes de la llegada del “trabajo” bajo el concepto de la sociedad industrial. Es entonces que para marcar distancia entre lo que el sistema ha llamado “trabajo” y el esfuerzo físico y/o mental, podemos decir que preferimos dedicar ese esfuerzo a las acciones que cada uno cada una hace para manejar nuestras propias vidas como pieza clave que nos lleve a la libertad. Pues entendemos que la libertad no nos la va a dar ni el Estado ni el Capital ni algún grupo de Científicos con promesas de “mundo felíz” que desean meternos en la cabeza. *

*No intentamos colocarnos en una posición de “tener la fórmula secreta para una vida en libertad”, tal cual por ahí muchas podrían y ofrecen, pero que a las finales es un engaño para captar sirvientes creyentes de una nueva cara de gobierno. Lo que vamos a exponer solo son producto de experiencias, reflexiones y propuestas. Se agradece para su entera comprensión, paciencia, buen humor y mente abierta al cambio*

Esta idea de “Vivir sin depender del trabajo”, en primera instancia podría ser tomada de inmadura o de una falta de percepción a la realidad o un simple capricho de alguien mantenido por madre y/o padre o por alguien más, a quien comúnmente le llamarían “vividor/a”. Y estos pensamientos no solo lo haría algún empresaria sino también alguna obrero. Y es lógico esa reacción, pues hemos sido domesticados mediante la fuerza y la astucia hasta adoptar ese orgullo por el trabajo, aunque esta actividad sea en realidad la pérdida de nuestra identidad como individuos. Sumado a una de las razones por la cual no podemos disfrutar de una vida en libertad, este sistema ha sabido atarnos al trabajo como una necesidad impuesta entre deudas vitales como pagos por hogar alimento ropa – deudas superficiales como el pago de cosas que vitalmente no necesitamos como celulares tvs maquillajes comida envasada alcohol drogas y un largo etc – y deudas creadas a razón cultural como el pago de escuelas universidades clases de diversos artes conciertos y otro largo etc. Sería de ayuda entender que lo vital, la naturaleza nos la da, gratis. Recordar también que eso que la naturaleza nos da, los entes de dominación se apropian de esas cosas vitales y nos la restringen de alguna manera u otra. Usan la fuerza represiva el miedo el control y sobre todo la astucia plasmada en la apatía y comodidad que nos hace delegar desde nuestras necesidades vitales hasta las superficiales para así no hacernos cargo de lanzarnos a una reconexión con eso vital perdido ni luchar para crear espacios donde podamos obtener todo lo vital gratis como debe ser y así poder esparcir esas ideas y acciones. Pero la cosa es que no tenemos tiempo ni siquiera para luchar por eso, estamos ocupadas trabajando y no nos queda tiempo fuerzas ni ganas para aventurarnos hacia eso muchas veces desconocido por nosotras. Eso es cierto, pero no por eso vamos a dejar de lanzar propuestas, aunque estas por el momento “no se ajusten a nuestra realidad”. Porque sí creo sí creemos que vale la pena replantearnos eso recordarlo siempre, y tomarlo como objetivo final, el tema de nuestra libertad.

El como cuando donde y con quienes lo hacemos, es algo que podríamos ir analizando para empezar a encontrar soluciones que creo será a largo plazo, pero lo mejor es que valdrá la pena porque así empieza una revolución. Sabemos ya que ninguna revolución es fácil o rápida, toda revolución toma su tiempo fuerzas ganas convicción y perseverancia. Pero si queremos cambiar todo este sistema que nos han impuesto, es mejor empezar desde ya, el tiempo del proceso en que nos tardemos no es lo más importante aunque parezca todo lo contrario. Con más esfuerzo podemos acelerarlo pero sin patinar, porque no se trata de tiempo sino del paso firme y sincero en que nos encaminemos. Estas búsquedas hacia un mundo sin trabajo lo sabe el sistema, es por eso que cada vez que se enteran de alguna muestra de revolución, nos achacan más con más trabajo con más consumismo que nos distrae divide y envenena y con más moralidad que nos frena cada vez que nos planteamos romper con los cánones de este sistema. No caer en sus trampas puede ayudarnos muchísimo. Si hablamos de falta de tiempo creemos es más una excusa que algo real, pues siendo sinceras podemos resolver eso del tiempo con autoorganización en nuestras vidas y nuestros horarios. Podemos empezar a hacerle un espacio a nuestra revolución, a crear y reforzar tácticas y estrategias, tal cual lo hacemos con algunas actividades innecesarias llámese vicios distracción etc…

Recordemos que la clase obrera explotada siempre se dió su tiempo para luchar por lo que se consideraba mejor para ellas y ellos, o al menos dentro de las reales posibilidades también. En lo personal creo creemos que algo más se pudo hacer, y lo digo fraternalmente pues entiendo que en todo movimiento siempre hay motivaciones y objetivos distintos que pueden ser manejados en conjunto, pero también hay con intenciones de resquebrajar el movimiento al que se infiltran. Eso ha pasado, aunque muchas veces no queramos enfrentar esa realidad por el bien común por un avance, por eso creo que eso no se analizó en esas épocas cuando algunas intenciones eran solo la del reformismo y terminaron pagando con la perpetuidad del trabajo que solo se redució a 8 horas. De 12 horas o más a 8 horas, claro que fué un logro, pero repito se pudo haber hecho más. A veces hay que repetir esto, para no cometer los mismos errores. Se puede leer en algunos textos que hubo un sector anarquista dentro de la clase obrera que querían algo más que solo reducir las horas de trabajo o implementar mejoras laborales. También hubo naturistas de tendencia anarquista que promovían una vida en el campo (que en ese tiempo aún no eran o estaban en proceso de ser tomados por los centros de producción) dentro o fuera de la lucha obrera y que se oponían a esa idea de apropiarse de las fábricas para seguir trabajando. Pues sabían que “con patrón o sin patrón” “autogestionado o no”, mientras exista esa idea latente del Progreso, la entrega de fuerza laboral seguirá siendo la misma y con el mismo objetivo de seguir moviendo la megamáquina.

Esta idea de perpetuar el funcionamiento de la megamáquina era y es una idea del marxismo (aunque tengan por ahí un manifiesto “en contra del trabajo” al cual en realidad deberían llamarle “manifiesto en contra del patrón pero a favor de la megamáquina que perpetúe el trabajo con una nuvea figura digna a sentirse orgullosa”, y otras corrientes ideológicas insertadas en la clase obrera.

Pero ¿por qué quería este sector anarquista ir más allá de las 8 horas y el grupo naturista de tendencia anarquista de retomar una vida en el campo?. Pues porque en común veían como sus vidas y la de sus compañeros y compañeras eran reducidas a una esclavitud aceptada bajo un salario. Ya la historia nos cuenta los resultados de la lucha por la reforma laboral, que muchos celebran sin el debido cuestionamiento tomando también en cuenta que hasta el mismo sistema ha catalogado “día del trabajo” aquel 01 de mayo para desaparecer la memoria de las manifestantes que fueron asesinados afuera de la fábrica McKormick por la policía tras dar inicio a la huelga mundial ese día posterior a otras huelgas que ya se estaban gestando años anteriores, en aquella huelga la fábrica McKormick y demás empleadores de Chicago se negaron a reducir las horas de trabajo a 8 horas que fué lo dictaminado por el presidente de aquella época. Eso desencadenó en más huelgas huelgas y más represión policial con respuesta incluída que fué la que se usó como excusa para dictaminar la sentencia a muerte de los llamados “Mártires de Chicago” en noviembre de 1886. Un día para celebrar haciendo apología a nuestra propia esclavitud y luego a seguir trabajando todo el año para que nuestras cadenas no se oxiden. En lugar de avivar o reavivar la lucha por la abolición del trabajo y medios de producción, se ha decidio mantener la lucha por mejorar las condiciones laborales, esa lógica es similar a algunas perspectivas de luchas contra los zoológicos donde solo se busca (dicen que es por estrategia pero no se les ve avanzando hacia algo más que eso) mejorar las condiciones de vida de las especies animales encerradas en lugar de trazar como objetivo la libertad de aquellas especies animales aprisionadas.

Si no tenían esa información, ayudaría buscarla para conocer lo que muchos libros han editado en sus textos sobre la lucha obrera, naturismo libertario y otros. No podemos dar una lucha a ciegas o conociendo medias verdades, porque eso no nos permitiría conocer a las enemigos y sus tácticas y trucos para que no se perjudique la fortaleza de sus imperios. En el ahora quizás el escenario no sea tan distinto pues trabajamos y hasta orgullosas nos sentimos, eso favorece al sistema y al patrona que tanto decimos odiar.

Muestra de estas tácticas y trucos es la existencia de sindicatos pagados por el Estado y “autofinanciados” (exceptuando algunos sindicatos horizontales que en realidad tienen un objetivo sincero y aplaudible) que bloquean la furia de las y los trabajadores que más allá de beneficios laborales desean caminar hacia la abolición del trabajo para poder así reapropiarse de sus propias vidas. De esta manera los sindicatos apagan la llama de la revolución. A su vez encasillan el papel de las y los trabajadores y hasta les obligan a dar una cuota al sindicato (algunos se los mutilan de sus sueldos el fin de semana o fin de mes, ya que la repartición de sueldos son manejados por esos sindicatos y demuestra una total complicidad entre la patronal, las autoridades y el sindicato) como aporte “voluntario” para “mejoras laborales” o “para la lucha sindicalista”. Se perpetúa así ese círculo de explotación, manejado por el Estado el Capital con la ayuda y complicidad de los sindicatos. Y esta modalidad es la que funciona casi perfectamente, pues si deseas encontrar trabajo urgente o seguro económicamente hablando con prestaciones de servicios médicos etc… estás obligado a afiliarte a un sindicato que te facilitará esa búsqueda y te evitará “andar pateando latas” desesperada por conseguir trabajo quizás ahogando tus penas en un bar gastando las últimas monedas de la semana. A estos “favores” que te ofrece el afiliarte a un sindicato, tras esa “cuota sindical”, que claro también ayuda en casos entre otros como si tienes algún accidente laboral y la patrón no quiere hacerse cargo de los gastos. Ahí está el sindicato “salvador”, es así que los sindicatos funcionan de igual manera que lo hace el Estado y el Capital, como una mafia más. Creo que más de un trabajadora ha experimentado esto ¿o no?.

Esta cuestión del alcohol es algo real y no solo un simple ataque al consumo de alcohol que es usual en el ámbito laboral porque desde el empresario hasta el obrero lo hacen, y de hecho que no todas y todos pero es mayoría. Pero aunque fuese minoría también es algo por qué preocuparse, pues ese poco dinero podría ser de mejor utilidad, y las consecuencias y resagos del alcohol podrían ser negativas para la salud física y mental del consumidor y hasta para su familia y entorno. Es un tema que nos ha tomado aceptar y esforzarnos en cambiar, sí, también hemos sido consumidoras del alcohol pero no es nuestra intensión creernos ahora mejores que otras solo porque ya hemos podido superarlo. Cada cosa a su paso y a las ganas que se le de por cambiar.

Recordemos que en la edad media la gente iba al trabajo solo para obtener dinero para comprar alimentos y otras cosas vitales, y luego dejaban de trabajar ya que el sueldo era diario (y luego fué semanal y mensual “para corregir esas actitudes”) y eran pocos los que querían trabajar por eso les daba cierta facilidad esa forma de rebelión y apatía hacia el trabajo, pues tenían bien claro que el trabajo era prácticamente un castigo pues fue iniciado el trabajo así con el “tripalium” un mecanismo de forma de aspa de madera que se usaba para torturar a las esclavos y reos es por eso que de ahí proviene el nombre del “trabajo”. Y si vamos más atrás el trabajo el sistema lo hizo necesario al apropiarse de los bosques de donde se podía disponer de frutos, hojas, semillas y raíces para consumo. Luego depredaron esos bosques para colocar plantaciones monocultivos que trata solo de sembrar determinadas plantas que más adelante se usó y se usa para nuestra alimentación. Privándonos así de la variedad en alimentos y valor nutricional que los bosques nos ofrecían. Podríamos ir más atrás en el tema de la alimentación, pero eso queda en cada una de informarse tal cual lo hacemos con algún tema de nuestro interés, a nosotras nos interesa mucho porque es de vital importancia conocer todo esto porque nos sirve para forjar nuestro camino hacia la libertad.

Vivir sin depender del trabajo – ¿ Se puede eso ?

Sí, siempre se pudo, se puede y se podrá seguir haciendo.

Desde luego que no es fácil, pero tampoco imposible. Solo bastaría ver como gente que vive en las calles sobrevive sin tener que trabajar (contribuir al sistema – al contrario con su presencia lo dañan), también lo hacen las perros, aves, ratones, gatos y demás animales de ciudad. Todo aquella que viven en la calle (sin importar su especie o sexo) logra adquirir ciertas habilidades que le servirán para vivir o sobrevivir en el peor de los casos. Quizás al leer esto, lo primero que pensarán será en que la vida en la calle no es tan linda y segura como la vida dentro de algún inmueble (desde mansiones hasta dormir en una cabina de internet como lo hacen en Japón) o como creen que lo estoy afirmando en este párrafo. Pues no, no es del todo lindo, pero ¿Acaso una vida dentro de un inmueble es del todo lindo?: impuestos, otros pagos, miedo al desalojo, peleas con quienes convivimos, miedo a que nos roben, etc… Pero es innegable que dentro de un inmueble hay comodidad, y es por eso que preferimos siempre la comodidad. Pero recordemos que

La comodidad es el enemigo oculto de la libertad

Ah, entonces hemos caído en lo que quiere el sistema, en rechazar una idea que nos pueda llevar a la libertad. Hemos preferido buscar argumentos negativos y darlo por sentado, en lugar de buscar también argumentos positivos aunque sea para tomarlo en cuenta reflexionarlo y decidir luego que pasa.

Ver como perras, aves, gatas, ratonas, … rompen bolsas que botan en algún lugar por ser considerado ya “basura” o bolsas de alguien que está comprando y está distraída o de la “mercadería” de alguna carnicero pollero abarrotero etc…, es un deleite para los ojos de alguien quien se plantea el camino a la libertad y comprende que los llamados “productos” que el mercado ha puesto precio es debido a que hay un control sobre lo que la naturaleza nos da y es ahí que acaricia la reflexión que la propiedad privada es una imposición. Nos deleitamos con esas acciones, sonreímos y nos decimos “eso es libertad”. Esas acciones también lo realizan animales de nuestra especie y es igual de gratificante el ver como lo hacen. Desde luego que a quienes “se les arrebata esas mercaderías” reaccionarán en su mayoría de una manera violenta, porque sienten que le están afectando dañando por los productos que ellas con su dinero han pagado, pero ¿Acaso ese dinero y ese producto no provienen de acciones que directa o indirectamente dañaron a otros seres y a la misma naturaleza?. Se suele creer que cuando alguien trabaja, deja de dañar a otros, eso es falso porque el trabajo daña a quien trabaja y a quienes intervienen en ese proceso tal cual lo explicamos al principio. Es a través de la moral impuesta por la sociedad que vemos esas acciones como un robo, algunas podríamos llamarle expropiación y tiene sentido pues esos productos en realidad deberían ser gratis sino fuera por esa restricción que hace el sistema para asegurar su economía y sobre todo su Poder. La patronal nos roba gran parte de nuestro sueldo que comparado a nuestro esfuerzo deberíamos recibir más que la misma patronal. La empresario agricultora le roba al suelo flora y fauna al explotarles sacarles y desalojarles de su hábitat hacia otros lugares con fines comerciales – a la fauna que aún perdura ahí le genera una escaséz de alimento y nutrientes generado por el modelo agrícola monocultivo que usando agrotóxicos o no genera estragos en nutrientes por el mismo modelo de monocultivo. El transportista le roba a la agricultora porque es la transportista quien rige el precio del mercado y la mayoría de veces paga por debajo del costo invertido por el agricultor. La mayorista le roba al transportista porque es quien va a vender el producto final de una manera rápida y se vale de eso para fijar su precio también –no es tanto el robo pero lo hay – ante eso algunas transportistaas prefieren vender ellos mismas lo que traen, pero la mayoría prefiere evitar eso y solo traer mercancía. Entre mayorista y minorista hay robo muto, al igual que entre minorista y final consumidora. Todo depende del escenario económico mundial para perpetrar esos robos. El que extrae legal o ilegalmente los minerales (nombraremos el coltán que es la aleación de 2 minerales) para fabricar entre otros los celulares, le roba a la tierra aquellos minerales que por procesos evolutivos de formación de la tierra han quedado en esos lugares y por lo tanto tienen una función escencial ahí. La milicia (de Estado o informal) les roba a los que extraen el coltán al cobrarles “peaje” y subirles el costo de vida en la zona de extracción. Las empresas de celulares le roban a la milicia, porque el precio que les pagan es ínfimo al precio que las empresas ganan en sus ventas. Las empresas le roban al consumidora final al cobrarles de más comparado al proceso de producción. Finalmente la consumidora que compra un nuevo celular sellado de caja le roba la vida a los que extrajeron el coltán.

Y finalmente el trabajo nos roba la vida y no veo a la masa de la sociedad indignándose y luchando contra ello. El sistema nos roba la libertad con un complejo mecanismo moral físico mental y legal. Y seguimos alimentando y reforzando al sistema bajo el yugo del Progreso y el Trabajo con orgullo incluído.

También hay otras formas de conseguir comida, y es mediante el reciclaje que consiste en recoger lo que la gente ya no necesita o está “podrido” o sucio o deforme etc… puede ser desde frutas y verduras en calles o mercados hasta la comida que alguien dejó en algún restaurante “porque ya se llenó o porque no le gusto la sazón” , etc … Este esfuerzo es menos repudiado por quienes creen en la propiedad privada, pero también toma su tiempo el adoptarlo, sea por falta de “experiencia” que luego se irá afinando o por vergüenza que luego se irá disipando.

Otra forma de obtener comida es mediante árboles frutales en las calles, osea mediante la recolección. Y es una de las razones por la cual las autoridades ni el mercado no colocan árboles frutales y medicinales ni permiten que estos crezcan para así restringirnos de otra forma el acceso gratis a alimentación. Las áreas verdes colocadas en las ciudades son en función a lo estético, bajo el argumento de contribución al medio ambiente, el mismo uso indiscrimiando de césped (otro monocultivo más) nos demuestra que para nada es su intención cuidar el medio ambiente pues el césped demanda gran cantidad de agua y contribuye poco a las relaciones naturales de donde se le implanta además de ser cortado cada vez que este crece. En algunos lugares se hace el esfuerzo de sembrar árboles frutales y cuida su crecimiento sin que las autoridades lo arranquen o le contaminen con el legal y constante riego a las áreas verdes con sustancias tóxicas para el medio ambiente la cual las autoridades llaman “repelentes para plagas animales y malas hierbas”.

La plaga para la naturaleza no son las insectos ni las llamadas malas hierbas, la plaga para la naturaleza son las ciudades y todo lo artificial (que no cumple con un ritmo biológico propio de una evolución cuidadosa y planificada del propio organismo, y no mediante aplicaciones ni manipulaciones externas a ese proceso evolutivo como lo hacen a través de la transgenia) que en ellos se produce.

Otra forma es lo que se le llama “mendigar” usando diversas técnicas desde alguna gracia hasta lo que la imaginación nos provea.

Y otra forma sería a través de cierto intercambio de esfuerzo por comida ropa o refugio, tal cual lo hacen entre otros las malabaristas artesanos limpia lunas carreros etc

Y por supuesto hay otras formas más que cada uno deberá ir descubriendo si desea liberarse de este sistema, ejemplo de esto sería una vida en el campo aunque con el temor real de ser contaminado por alguna actividad extractiva o afectado por el avance de la inmobiliaria.

Desde luego que no estamos diciendo que hay que salir todas todes y todos de nuestras casas, aunque si alguien decide tomar esa decisión bienvenida sea. Lo que hemos narrado ha sido para romper ciertos mitos y sustentar la vida en las calles como una forma más de afrontar esa dependencia al Trabajo. También queda lo que se hace en otras partes del mundo que es el okupar los inmuebles deshabitados, aunque con ciertos riesgos pero que podría ayudar en un proceso de aclimatación a una vida en las calles.

Recordemos que la mayoría del daño que vemos en las calles y nuestras casas, es consecuencia del Progreso y del Trabajo que son también armas de la dominación.

Todo cambio radical (sí, radical porque supone un cambio empezando desde la raíz del problema) viene con un gran esfuerzo y estrategia compleja, y por ahí vamos. Si nos atrevemos a criticar el trabajo y el progreso, es porque también nos podemos atrever a más que solo críticas, por tanto nos atrevemos a decir que un mundo sin trabajo y progreso sí es posible. Solo es cuestión de creer en nosotros mismas, en nuestras fuerzas y nuestra capacidad autónoma y autoorganizativa. Nos atrevemos por lo tanto a crear las condiciones hacia nuestra libertad y al mismo tiempo ir dejando paso a paso el trabajo y la idea del progreso.

Si crees en soluciones a corto plazo, entonces sigue con la misma fórmula de siempre con los mismos resultados de siempre que solo han perpetuado nuestra esclavitud haciéndola poco más digerible.

Para romper esta cadena de esclavitud que nos han creado desde hace miles de años (pues esto no ha empezado con el capitalismo ni con la revolcuión industrial, esto ha empezado desde el neolítico con el nacimiento de la agricultura aquella actividad que abrió paso a otras opresiones), no hay soluciones a corto plazo. Quien te haya vendido eso de una solución a corto plazo, es porque le ha sido fácil engañarte o engañarnos pues alguna vez también les hemos creído, no desea realmente que nos abramos paso hacia la libertad. Y no le daremos el gusto

Entonces lo real es que este camino será largo y nada sencillo. Pero si hemos soportado todo este tiempo bajo el yugo del trabajo y progreso y además de sus horarios y condiciones laborales, su imposición como única forma de sustento. Entonces creemos que quizás esa fortaleza que aún nos mantiene vivos, nos pueda ayudar para lo que se viene en el futuro empezando desde el ahora. Ya es tiempo de creer en nosotras mismos, en nuestra capacidad en nuestra autonomía, y no en las mentiras de algún grupo hambriento de Poder, Dinero y Control.

Perpetuar el trabajo y el progreso, es también pasarnos por encima la individualidad de cada especie animal que al igual que la nuestra también está luchando por la libertad. Creer que solo nuestra especie animal tenga esa capacidad, demuestra que estamos ignorando dichas resistencias (a lo que en algunos textos le llaman “agencia”), también las plantas resisten desde sus posibilidades claro está. Porque también plantas, elementos de la tierra y el mismo planeta son afectadas por esa perpetuación del trabajo y el progreso. El dominio del trabajo y el progreso se está reforzando mediante la robótica (incrementando su independencia de nuestras órdenes con la inteligencia artificial que le están implantando) y la bionanotecnología que nos está llevando a un escenario de total dominación incrustado hasta en nuestros ADN y cada rincón externo de nuestro organismo pero dentro de la naturaleza donde alguna vez podamos necesitar para huír de sus alcances y de luchar contra su dominación.

¿Te suenan las “smart cities”?

Ciudades limpias iluminadas con energía nuclear supervigiladas con chips y cámaras interconectadas hasta con tu laptop o celular sin tu permiso disque para combatir la delincuencia “ a los malos”? ¿Te suenan los microchips instalados en las llamadas “mascotas”? “para que no se pierdan” irradiándoles su organismo desde dentro de su piel,

¿Te suena los microchips instalados en animales de nuestra especie?

Lo hacen con ciudadanos para aceptar asistencia del Estado, tal es el caso del programa de salud “Obama care” en el que era una obligación implantarse ese microchip. El argumento era que era más fácil para el registro, así como para situaciones de emergencia que con solo pasarte un scaner podían ver todo tu historial médico al instante.

¿Te suenan los microchips instalados en ropa?

Por ahora colocadas solo en ropas caras con la función de transmitir tu posición aún tú ya hayas pagado por dicha ropa.

Dicen lo hacen por seguridad ciudadana, y esa siempre va a ser la justificación para tenernos supervigiladas.

¿Te suenan los celulares con inteligencia artificial?

Celulares que tienen su propia unidad de procesamiento neural. Este nuevo chip es el primero con la capacidad de asumir las necesidades de procesamiento en el propio dispositivo ¿Qué implica todo esto? Que las tareas son más rápidas y personalizadas, y con un menor consumo. Tiene además la capacidad de diferenciar lo que tienen al frente de su cámara : paisaje, rostro, comida, etc… Hace traducciones rápidas con solo apuntar el texto o una imagen con texto a la cámara.

¿Te suenan los carros autónomos?

Un auto en prueba hace poco atropelló a una señora que iba a cruzar la pista en Arizona. Científicos defendían ese accidente diciendo que eso ocurrió porque era de noche y la señora había cruzado intempestivamente, pero en ese caso si fuera un humana el que conducía hibiera quizás podido reaccionar o en todo caso sería ahora juzgado. Pero en el caso de un auto autónomo ¿reaccionará de manera rápida y a quién se le juzgará en estos casos?. No deseo con esto un perfeccionamiento de esa tecnología o invento, solo estoy soltando algunas interrogantes que también han sido lanzados por otro grupo de científicas que por motivos propios al que ellos llaman “bioética” y no por estar en contra de la dominación, también tienen sus críticas. Uno de los científicos que defiende este invento, puntualizó así: “con los autos manejados por humanos tenemos mucho más accidentes, querer detener este modelo aprueba es absurdo por un accidente, además tenemos la certeza que un auto autónomo jamás estará borracho”. Ese mensaje en resumen lo dice todo, no les importa los daños, solo desean alcanzar sus logros trazados que es la dominación en cada ámbito en que la ciencia esté presente.

¿Te suenan las nanopartículas que promocionan en detergentes?

Cuya función es ir directo a la mugre grasa o pintura.

Mediante la combinación de componentes tensioactivos modificados con polímeros (estructura de peine) innovadores patentados, el grupo CHT ha logrado desarrollar una nueva generación de detergentes. El FELOSAN FOX marca la pauta en innovación y aumenta la eficacia de limpieza y de lavado, como mínimo, en un 20 %.

¿Te suenan las pintura inteligentes?

Son creadas con nanotecnología, entre sus promesas alarmantes están que estas permiten hacer un proceso de fotocatálisis que permite imitar el proceso de fotosíntesis de las plantas para eliminar compuestos contaminantes para limpiar el aire del humo de autos e industrias. Descomponen los materiales y gases que generan el mal olor a nivel molecular, transformándolos en agua y dióxido de carbono. Elimina el 99% de las bacterias y virus incluido gripe aviar y SARS lo que le convierte en una potente solución para evitar la propagación de infecciones de tipo respiratorio. Su aplicación en hospitales, colegios, guarderías, transportes públicos, hoteles, comedores, industrias alimenticias, etc. es una gran ventaja para evitar el contagio de enfermedades. El uso de nano TIO2 como filtro o bloqueo de los rayos UV es de gran eficiencia en varias aplicaciones como paneles de anuncio que se deterioran con facilidad, alargando “su vida”. Son auto-limpiantes cuando llueve o se limpian fácilmente sólo con agua.

Las mismas aplicaciones son para cosméticos, antiarrugas, antiespinillas antiestrías,…

También los microorganismo sintéticos (genéticamente modificados) lanzados a los océanos para limpiar los derrames de petróleo y esa industria nunca se detenga. En el caso del derrame de petróleo en el Golfo de méxico en 2010, se usó estos microorganismo trayendo luego repercusiones en el océano con reportes de langostinos, cangrejos y peces que han mutado debido a estos microorganismos. Estas bacterias esparcidas para devorar el petróleo, han terminado siendo más tóxicas al reducir el nivel de oxígeno en el agua y mutando a sus habitantes más aún al haberse esparcido a través del aire alcanzando zonas en las orillas del golfo de mexico. Los trabajadoras de limpieza del desastre ese han sido rociados directamente con Corexit (conocido por dañar el sistema respiratorio y el sistema nervioso central, causar deformaciones a embriones o fetos y ser cancerígenos).

Y como no mencionar los “alimentos” transgénicos y las hamburguesas hechas de carne in vitro o también los “alimentos” “reforzados con vitaminas” que venden industrialmente.

Las vacunas antiguas y las nuevas con estas nuevas tecnologías. Al parecer no han aprendido la lección que nos ha dejado el mensaje que las bacterias y virus en principio podrán aparentar ser combatidas y luego se reforzarán y se hará más dificil “contrarrestarlas”. Por tanto decimos que las vacunas no sirven, sirve sí el reforzar nuestro sistema inmune con una alimentación que además de nutrir nuestro cuerpo tradicionalmente también nutra las bacterias que tenemos dentro, pues no todas las bacterias generan la muerte osea “no son todas malas”. Con un sistema inmune enriquecido de bacterias, lograremos ese equilibrio bacterial que necesitamos para afronatr otra bacterias y virus presentes en el planeta desde su formación y no desaparecerán nunca pues son parte de este equilibrio mundial.

Tenemos también las prótesis robóticas, que pasaron de ser una extensión encima de una extremidad o parte corporal “amputada” o no crecida, a ser una fusión con los nervios que llegan al cerebro para su total control, lo impresionante de esta prótesis es lo profundas que están implantadas las interfaces neuromusculares. El aparato es “osteointegrado”, lo que significa que se adjunta directamente al esqueleto. No es necesario que el usuario lo utilice todo el tiempo ya que un implante de titanio está integrado con el hueso y el brazo se adjunta a este. La ventaja es que elimina una pieza utilizada convencionalmente en las prótesis, lo que suprime la incomodidad y permite mayor libertad en los movimientos. Otro tipo de prótesis es la que se instala en concordancia con el sistema musucular, como el caso de Angel Giufra. Su brazo robótico es el Bebionic v2, desarrollado por Steeper. Es una prótesis muy avanzada capaz de moverse según las necesidades de su dueño gracias a los movimientos del músculo de su brazo, pero la misma empresa ya está trabajando en una versión capaz de moverse gracias a un implante directamente en el músculo. Pero antes que esa evolcuión en prótesis, está las que son hechas de carbono o silicona. Caso resaltante de esta prótesis biónica es la del atleta Oscar Pistorius con 2 piernas biónicas desde niño, cuya familiaridad con su pierna le ha llevado a romper records en su deporte. Oscar asesinó a su pareja argumentando que la confundió con un asaltante dentro de su casa en la noche. Le hizo 4 disparos luego de golpearla con un bate de beisbol. Dicen que desarrolló cierto grado de paranoia que le llevó a tener una obsesión por posesión de armas, la cual también usó en un restaurante que dijo por casualidad. Y la muestra más contundente fué que en una entrevista en su casa, se tiró al suelo empezó a reptar con arma en mano porque dijo que había escuchado una bulla. Este comportamiento talvés se deba a ese deseo de superación que le han metido desde niño y en más por el consumo de anabolizantes para su deporte y medicación necesaria por el uso de sus piernas biónicas. Sin esas medicaciones el organismo no resistiria a ninguna prótesis.

Así como incrustan el uso de estas prótesis con fines “humanitarios” que más que nada son promovidas por un deseo de superación innecesario pues nadie es menos por tener miembros aputados o no crecidos.

También tenemos el uso de prótesis no vitales, o no “humanitarios”, solo con el fin de sentirse superiores.

Exponemos el caso de Neil Harbisson, el primer cyborg reconocido por un gobierno. El dice que él no lleva tecnología, dice que él es tecnología. El tiene implantado una antena en el cerebro que sobresale encima de su cabeza, el eyeborg consiste en un sensor y una antena que envía señales a un chip implantado en su cráneo; este chip convierte las frecuencias de luz en vibraciones para que sea capaz de escuchar los colores. Hasta que comenzó a utilizar este dispositivo Harbisson no sabía lo que era percibir el color: una extraña enfermedad congénita llamada acromatopsia limitaba su visión al blanco y negro.

Exponemos también el caso de Moon Ribas que porta un sensor en el brazo que la conecta con cada movimiento sísmico que se produce en el planeta. A través de vibraciones, percibe desde un movimiento de nivel 1 en la escala de Ritcher hasta el más grande de los terremotos del planeta.

Las grandes (por su dimensión y complejidad, no por su importancia pues consideramos que todas las luchas importan por igual) luchas del futuro ya no serán por mejoras laborales, sino por la defensa de las últimas zonas donde poder cultivar nuestros propios alimentos lejos de la artificialidad que imponen y que gana espacio con los transgénicos, y en contra del “mejoramiento” de nuestro organismo mediante estas nuevas tecnologías y sus exclusiones y ataques al valorarnos y pronto tratarnos como humanxs de segunda clase. Un transhumanista dijo una vez “quienes se opongan al mejoramiento de la raza humana, serán considerados los nuevos chimpancés de un mundo mejorado”. El transhumanismo es la transición al Posthumanismo cuya premisa es la de la perpetuidad de la vida humana y todo ser que alcance la consciencia sea este animal, robot o de otro planeta. También desean llevar esa supuesta “ética” de reducir los estratos de sufrimiento de toda manera posible usando la bionanotecnología a todo el universo, sin importar las exclusiones ni los daños colaterales que esa ideología supuestamente admirable se ha trazado como meta o mejor dicho como excusa perfecta para controlarlo todo a nivel genoma. Y cuyo objetivo final es llegar a la Postbiología que significa el desprendimiento del cuerpo envoltorio del humano (carne, huesos, etc) a avatares holográficos con transferencia completa de conciencia. Todo depende de la capacidad que tengamos de transferir los datos cerebrales de una conciencia humana a soportes no biológicos sin que para ello la sensación y experiencia de ser humano desaparezca, para así alcanzar la vida eterna.

El progreso es aquella idea que mueve esta megamáquina que renovada con estas nuevas tecnologías no dudará en reemplazarnos por robots con inteligencia artificial, pues ya lo han hecho en parte con otras maquinarias (como el caso de la fábrica de autos FORD que implementó grandes máquinas para acelerar la producción) con cierto grado de inteligencia pero que también son considerados robots. Y tal vez cuando seamos reemplazados por esas máquinas por ser consideradas nosotros imprescindibles lentos torpes etc…, recién empezaremos a cuestionar el Progreso y podría ser tarde pues ya con todo automatizado y controlado será difícil rebelarse tomando en cuenta que en el ahora ya es difícil eso, pero no imposible. Aunque daría igual si solo nos reemplazan en el trabajo, pero eso no quedará ahí, pues seremos para ese nuevo sistema un total estorbo a sus planes.

¡Por un mundo de completa libertad, equilibrio y responsabilidad. Por la sangre derramada bajo las órdenes de empresarios y del Estado, hemos de abolir el trabajo, el Progreso, el Estado, la tecnología y toda forma de dominación !



Estás trabajando para cubrir las necesidades del sistema



Tripailum instrumento de tortura




La mitología del trabajo. CrimethInc.


El trabajo es necesario
Eso depende en lo que entiendas por “trabajo”. Piensa en cuántas personas disfrutan de la jardinería, de pescar, de la carpintería, de la cocina y hasta programación de computadoras sólo por su propio bien. ¿Qué pasaría si ése tipo de actividades podría proveernos para saciar todas nuestras necesidades?

Por cientos de años, los pueblos reivindicaron que el progreso tecnológico pronto liberaría a la humanidad de su necesidad de trabajar. Hoy día tenemos capacidades que nuestros ancestros jamás hubieran podido imaginar, pero esas predicciones siguen sin haberse hecho realidad. En los Estados Unidos de hecho trabajamos más horas de lo que solíamos hace un par de generaciones —los pobres a la orden de sobrevivir, los ricos a la orden de competir. Otros desesperadamente buscan empleo, difícilmente disfrutando todo el confortable tiempo libre que éste progreso debería proveer. Aunque hablen de recesión y de medidas de ajuste las corporaciones están reportando ganancias récords, los adinerados son más adinerados que nunca y un montón de mercaderías se producen sólo para ser tiradas a la basura. Hay un montón de bienes pero no se están usando para liberar a la humanidad.

¿Qué clase de sistema simultáneamente nos provee abundancia y nos impide de disfrutarla? Los defensores del libre mercado argumentan que no hay otra opción —y mientras nuestra sociedad siga organizada de ésta manera, no lo habrá.

Hasta hace un tiempo, antes de fichar y tener permiso para almorzar, todo se realizaba sin trabajo. El mundo natural que proveía nuestras necesidades no había sido esculpido y privatizado. El conocimiento y las habilidades no eran dominios exclusivos de expertos licenciados, abonados por caras instituciones; el tiempo no estaba dividido en trabajo productivo y tiempo libre para consumir. Sabemos esto porque el trabajo fue inventado sólo hace unos miles de años. Nos han dicho que la vida era “solitaria, pobre, desagradable, bruta y corta” entonces —pero ésa narrativa nos llega en manos de aquellos que le pegaron una patada a ésa forma de vivir, no de aquellos que la practicaban.

Esto no significa que debamos volver las cosas como solían ser, o que podríamos —sólo que las cosas no tienen que ser únicamente de la manera que lo son ahora mismo. Si nuestros ancestros distantes podrían vernos hoy en día, probablemente estarían excitados de algunos de nuestros inventos como horrificados por otros pero probablemente estarían indignados de cómo los aplicamos. Construimos éste mundo con nuestro trabajo y seguramente sin algunos obstáculos podríamos construir uno mejor. Eso no significa que abandonemos todo lo que aprendimos. Sino significa que abandonar todo lo que aprendimos, tampoco funcionaría.

El trabajo es productivo
Uno difícilmente pueda negar que el trabajo sea productivo. Hace un par de miles de años el trabajo ha dramáticamente transformado la superficie de la tierra.

Pero exactamente, ¿qué produce? Utensilios descartables por billones, computadoras portátiles y teléfonos celulares que son obsoletos en un par de años. Se tiran kilómetros de desechos y toneladas sobre toneladas de clorofluorocarbonos. Las fábricas se oxidan porque el trabajo es más barato en otro lugar. Los contenedores de basura están colmados mientras billones sufren malnutrición, mientras los tratamientos de salud sólo pueden ser abonados por los más ricos, mientras la mayoría de nosotros no tiene tiempo para novelas, filosofías y movimientos artísticos por ser parte de una sociedad que subordina el deseo hacia motivaciones de ganancias y necesidad de derechos de propiedad.

¿Y de dónde salen los recursos de toda ésta producción? ¿Qué pasa en los ecosistemas y comunidades que son saqueadas y explotadas? Si el trabajo es productivo, es aún más destructivo.

El trabajo no produce artículos de aire puro, no se trata de un conjuro mágico. En cambio, toma materiales crudos de la biosfera —un tesoro común compartido entre todos los seres vivos— y los transforma en productos animados por la lógica del mercado. Para aquellos que ven el mundo en términos de hojas de balance, esto es una mejora, pero el resto de nosotros no deberíamos creer en sus palabras.

Los capitalistas y los socialistas siempre han insistido en que el trabajo produce valor. Los trabajadores deberían considerar una posibilidad diferente: el trabajo gasta el valor. Esa es la razón por la cual los bosques y las capas de hielo polar están siendo consumidas como las horas de nuestras vidas: el dolor en nuestros cuerpos cuando llegamos a casa está en paralelo con el daño que estamos generando a una escala global.

¿Qué deberíamos estar produciendo sino todas éstas cosas? Bueno, ¿qué tal la felicidad? ¿Podemos imaginar una sociedad en la cual la principal meta de nuestras actividades sea vivir lo más que se pueda, para explorar los misterios de la vida, antes de que sea amasar fortunas o superar a nuestra competencia? Deberíamos fabricar bienes en ésa sociedad que imaginamos, por supuesto, pero no para competir por ganancias. Festivales, festines, filosofía, romance, persecuciones creativas, crianzas, amistad, aventuras, ¿podemos imaginar esto como el centro de la vida y no dentro de un paquete en nuestro tiempo libre?

Hoy las cosas están al revés: nuestro concepto de felicidad está construido como un sentido que estimula la producción. Los pequeños productos maravillosos se están abarrotando para echarnos del mundo.

El trabajo genera riqueza
El trabajo no genera riqueza donde solía haber pobreza, así de simple. Todo lo contrario, mientras enriquece a algunos en base a expensas de los demás, el trabajo genera pobreza, también, de manera directamente proporcional a la ganancia que genera.

La pobreza no es una condición objetiva sino una relación producida por un sistema desigual de distribución de recursos. No hay nada parecido a la pobreza en las sociedades en que la gente comparte todo. Quizás haya escasez pero nadie está sujeto al hecho indigno de no tener nada cuando otros no saben qué hacer con todo lo que tienen. Así como la ganancia es acumulada y el umbral que hay que esforzarse en cruzar para ejercer influencia en la sociedad crece y crece, la pobreza se debilita cada vez más y más. Es una forma de exilio —la forma más cruel de exilio— porque sos parte de una sociedad al mismo tiempo que sos excluído. No podés ni participar, ni dejar de hacerlo.

El trabajo no sólo crea pobreza al mismo tiempo que la riqueza sino que también concentra la riqueza en manos de unos pocos generando pobreza a lo largo y lo ancho. Por cada Bill Gates, un millón de personas deben vivir bajo la línea de pobreza; por cada petrolera Shell, debe haber una Nigeria. Mientras más trabajamos, más ganancia es acumulada por los patrones y más pobres somos comparado a nuestros explotadores.

Así que aparte de generar riqueza, el trabajo hace a la gente más pobre aún. Esto es evidente en todas las formas de hacernos más pobres: pobres en autodeterminación, pobres de tiempo libre, pobres en salud, pobres en tener carreras y cuenta de banco propias, pobres en espíritu.

Necesitás trabajar para ganarte la vida
Hablar de “costo de vida” es engañoso, ¡de hecho hay otras vidas viviendo a pesar de todo! Hablar de “costo de trabajo” quizás sea más adecuado, ¡y no es nada barato!

Todos sabemos lo que los que limpian casas y lavan platos pagan por ser la columna vertebral de nuestra economía. El flagelo de la pobreza —adicciones, familias peleadas, pobreza en salud— son comunes para todos; aquellos que sobreviven a éstos flagelos y llegan a tiempo de trabajar son milagros trabajando. Piensa en lo que serían capaz de llevar a cabo si fueran libres de aplicar su poder a algo más que generar ganancias para sus empleadores.

¿Qué pasaría entonces con sus empleadores, afortunados de estar en la parte alta de la pirámide? Pensaríamos que tener un salario mayor significa tener mayor dinero, y por ende más libertad, pero no es tan simple. Cada oficio tiene costos escondidos: así como un lavaplatos debe pagar un pasaje de ómnibus cada mañana para ir a trabajar, un abogado de corporaciones debe poder pagar un pasaje en avión ante cualquier novedad, o debe poder pagar una membresía en un country para poder mantener sus relaciones de negocios, o debe poder mantener una pequeña mansión para entretener en una cena a sus invitados, que a su vez son clientes. Por ésta razón es que es tan difícil para los trabajadores de clase media ahorrar dinero porque van corriendo atrás en una rueda para ratas: tratar de ir adelante en la economía significa también mantener el lugar en la rueda. A lo mejor, quizás puedas avanzar y correr en una rueda más bonita, pero tendrás que correr cada vez más rápido para mantener tu lugar.

Y estos costos meramente financieros de trabajo terminan siendo los más caros. Si en una encuesta le preguntarían a la gente con distintas formas de vida cuánto dinero necesitan para vivir la vida que quieren; desde un indigente hasta un patricio, todos contestarían aproximadamente el doble de lo que sus ingresos son. Entonces, el dinero no es sólo costoso de conseguir, sino que es como una droga adictiva que cada vez te llena menos y menos. Y así mientras más lejos vas en la jerarquía, más debés pelear para mantener tu lugar.

Los ejecutivos adinerados deben abandonar sus pasiones sin reglas y su conciencia para autoconvencerse de que merecen más que los infortunios que su trabajo le provee como confort, debe ahogar sus impulsos de cuestionar, compartir e imaginarse en los zapatos de los demás; si no lo hicieran tarde o temprano tendrán otro competidor sin piedad que lo reemplazará. Los trabajadores de cuello azul y de cuello blanco deben matarse entre sí para mantener los trabajos que los mantienen vivos como si fuera una cuestión de destrucción física o espiritual.

Ésos son los costos que pagamos individualmente pero también hay un precio global que pagamos por todo éste trabajo. Junto con los costos medioambientales hay enfermedades, heridas y muertes: cada año que pasa matamos personas por consumir miles de hamburguesas y vendemos membresías de obras sociales a los sobrevivientes. El Ministerio de Trabajo de Estados Unidos reportó que el doble de las personas que murió en los ataques del 11 de Septiembre, muere cada año en accidentes fatales de trabajo, y eso no toma en cuenta a las enfermedades relacionadas con el trabajo. Más allá de eso, más exorbitante que cualquier otro precio, está el costo de nunca aprender cómo dirigir nuestras propias vidas, nunca tener la chance de responder o por lo menos de preguntar qué haríamos con nuestro tiempo en éste planeta si dependiera de nosotros. Nunca podemos saber a cuánto estamos renunciando por establecernos en un mundo cuya gente está muy ocupada, muy empobrecida o muy deprimida para hacerlo.

¿Entonces por qué trabajar si es tan caro? Todos conocemos la respuesta: no hay otra manera de adquirir los recursos que necesitamos para sobrevivir o porque no hay otra forma de participar en la sociedad de otra manera. Todas las formas sociales anteriores que hicieron otras formas de vida posibles fueron erradicadas, fueron invadidas por conquistadores, traficantes de esclavos y corporaciones que modificaron sus tradiciones y sus ecosistemas para siempre. Al contrario de la propaganda capitalista, los seres humanos libres no se amontonan en fábricas por una miseria si es que tienen otras opciones, ni siquiera para trabajar en una excelente marca de zapatillas o software.

Trabajando, comprando y pagando cuentas, cada uno de nosotros ayuda a perpetuar las condiciones que necesitan éstas actividades. El capitalismo existe porque invertimos todo en él: nuestra energía e ingenuidad en el mercado, todos nuestros recursos en el supermercado y en la bolsa de valores, toda nuestra atención en los medios. Para ser más precisos, el capitalismo existe porque nuestras actividades diarias son el capitalismo. Pero, ¿continuaríamos reproduciendo esto si sintiéramos que tenemos otra opción?

“¿Te parece un país un poco lento? Dijo la Reina. “Ahora aquí verás, todo lo que tendrás que correr para estar siempre en el mismo lugar. ¡Si querés llegar a otro lugar, vas a tener que correr el doble que eso!” “¡Preferiría no intentarlo, por favor” dijo Alicia.

El trabajo es un camino a la realización
En lugar de dejar que la gente logre la felicidad, el trabajo fomenta el rechazo a uno mismo. Obedecer maestros, jefes, las demandas del mercado —sin mencionar leyes, las expectativas de los padres, las escrituras religiosas, las normas sociales— estamos condicionados desde la infancia a poner nuestros deseos a esperar. El hecho de seguir órdenes se transforma en un reflejo inconsciente, sean o no de nuestro interés, y depender de expertos nuestra segunda naturaleza.

Vender nuestro tiempo antes que hacer cosas por nuestra propia causa es parte de que evaluamos nuestras vidas en base a cuánto podemos conseguir a cambio de ellas, y no qué podemos conseguir por ellas. Como esclavos freelance, vivimos la vida hora tras hora pensando en nosotros mismos como teniendo un precio; la suma del precio se vuelve nuestra medida de valor. En ése sentido, nos transformamos en mercancías, como la pasta dental y el papel higiénico. Lo que solía ser un ser humano, ahora es un empleado, de la misma manera que lo que alguna vez fue un cerdo ahora es un corte de carne. Nuestras vidas desaparecen, gastadas como el dinero por el cual las vendemos.

A menudo nos acostumbramos a abandonar las cosas que son preciosas para nosotros que el sacrificio parece nuestra única forma de expresar lo que nos importan las cosas. Nos martirizamos por ideas, causas, el amor de alguien más, incluso de aquellos que supuestamente nos ayudan a encontrar felicidad.

Hay familias, por ejemplo, en que la gente se muestra afecto compitiendo para ser el que más abandona cosas por los demás. La gratificación no sólo está demorada, sino que pasa de generación en generación. La responsabilidad de finalmente disfrutar toda la felicidad que ahorraste durante años de trabajo duro es diferida a los niños; hasta que tienen más edad y son vistos como responsables adultos, que deben también empezar a trabajar con sus manos hasta los huesos.

Pero el ciervo debe detenerse en algún lugar.

«Si el trabajo duro fuera una cosa maravillosa, seguramente los ricos se lo guardarían todo para ellos mismos» — Lane Kirkland.

El trabajo inculca tener iniciativas
La gente trabaja duro hoy en día, eso seguro. Aumentar el acceso a recursos del mercado ha causado una producción y un progreso tecnológico sin precedentes. De hecho, el mercado ha monopolizado el acceso a nuestras propias capacidades creativas en toda su extensión tanto así, que mucha gente no sólo trabaja para sobrevivir sino para tener algo qué hacer. Pero entonces, ¿qué tipo de iniciativa es lo que inculca?

Veamos un poco el tema del calentamiento global, una de las crisis más serias que está enfrentando el planeta. Luego de décadas de negarlo, los políticos y los ejecutivos finalmente se tiraron a la acción para hacer algo al respecto. ¿Qué están haciendo? ¡Están probando formas de seguir ganando dinero! Acreditaciones para emitir dióxido de carbono, contaminación limpia, empresas inversoras “verdes”... ¿quién cree que éstas son las mejores formas de frenar la producción de gases de invernadero? Es irónico que una catástrofe causada por el consumo capitalista pueda ser utilizada para generar más consumo, pero revela mucho del tipo de iniciativa que el trabajo inculca. ¿Qué tipo de persona, enfrentada a la idea de prevenir el fin del mundo responde: “Seguro, pero no va a ser el final para mí”?

Si todo en nuestra sociedad fuera dirigido por un motivo de ganancia para ser un éxito, eso no es tener iniciativas para nada. Tomar la iniciativa realmente, iniciando nuevos valores y nuevos modos de comportarse —eso es impensable para los hombres de negocios y emprendedores como también para sus lánguidos empleados. ¿Qué pasaría si trabajar —es decir, delegar tus poderes creativos a los demás sean gerentes o clientes— realmente erosiona tu iniciativa?

La evidencia de esto se extiende más allá de tu lugar de trabajo. ¿Cuánta gente que nunca falta a trabajar no puede aparecer puntual para un ensayo con su banda? No podemos seguir con la lectura de nuestros libros cuando tenemos que terminar papeles para la escuela a tiempo; las cosas que realmente queremos hacer con nuestras vidas terminan en el fondo de nuestra lista de pendientes. La habilidad de seguir comprometiéndonos se convierte en algo por fuera de nosotros mismos, asociado a recompensas y castigos externos.

Imagina un mundo en que la gente lo que hizo, lo hizo porque realmente quería, porque personalmente les interesa llevarlo a cabo. Para cualquier jefe que tuvo que pelear para motivar empleados indiferentes, la idea de trabajar a la par con la gente en un mismo proyecto suena utópica. Pero esto no es prueba de que no se podría hacer nada sin jefes ni salarios, sólo muestra como el trabajo nos amarga la iniciativa.

El trabajo provee seguridad
Digamos que nuestro trabajo nunca nos hiere, envenena o enferma. Digamos que estamos garantidos de que nuestra economía nunca entrará en crisis ni se llevará tu trabajo y tus ahorros para sí, y que nadie que tiene un contrato peor que el tuyo le interesa robarte o herirte. Podés estar seguro de que no vas a ser reducido. Hoy en día nadie trabaja para el mismo empleador toda la vida; trabajás en algún lugar unos años hasta que te cambian por alguien más joven y más barato en tu lugar, o envían tu trabajo al extranjero. Te podés romper la espalda poniendo lo mejor en tu campo y aún así terminarás seco.

Tenés que contar con que tus empleadores pueden tomar una decisión sagaz a la hora de escribir tu cheque: no pueden simplemente derrochar el dinero o decirte que no tienen que pagarte. Pero nunca sabrás cuándo su sagacidad se va a volver en contra tuyo: aquellos de quienes dependes para vivir no llegaron a donde están por ser sentimentales. Si sos un empleado independiente probablemente sabés qué tan inconstante el mercado puede ser también.

¿Qué podría proveernos seguridad real? Quizás ser parte de una comunidad a largo plazo en que la gente se cuida una a otra, una comunidad basada en la asistencia mutua antes que en los incentivos financieros. ¿Y cuál es uno de los obstáculos principales para ése tipo de comunidades? El trabajo.

El trabajo enseña a ser responsable
¿Quién acarreó la mayor cantidad de injusticias en la historia? Los empleados. Esto no quiere decir necesariamente que son responsables ni que deberían avisarte primero. ¿Recibir una paga te absuelve de hacerte responsable de tus acciones? Trabajar parece fomentar la impresión de que sí. La defensa del caso Nuremberg —“Sólo estábamos siguiendo órdenes”— fue el himno y la coartada de millones de empleados. Esta buena voluntad para chequear la conciencia de cada uno en la puerta de nuestros trabajos —para empezar a ser una mercancía— yace en las raíces de muchos de los problemas que plaga nuestra especie.

La gente ha hecho cosas horribles sin ordenes también, pero no cosas tan horribles. Podés razonar con una persona que está actuando por sí misma; ella tiene conocimiento de que es responsable de sus decisiones. Los empleados, por otro lado, pueden ser inimaginablemente tontos y destructivos al negarse a pensar en las consecuencias.

El problema real, por supuesto, no es que los empleados se rehúsan a tomar responsabilidades en sus acciones, sino es el sistema económico que hace que tomar responsabilidades sea prohibitoriamente caro.

AVISO
Los empleados deben lavarse las manos antes de volver a trabajar. Los empleados tiran desechos tóxicos en ríos y océanos. Los empleados arrojan a la basura toneladas de comidas. Los empleados están destruyendo la capa de ozono. Están observando todos tus movimientos a través de cámaras de seguridad. Te desalojan cuando no pagás tu renta. Te aprisionan cuando no pagás sus impuestos. Te humillan cuando no hacés tu tarea o no aparecés en el trabajo a tiempo. Ingresan información de tu vida privada en reportes de crédito y archivos del FBI. Te dan multas de velocidad y te remolcan tu automóvil. Administran exámenes estandarizados, centros de detención para jóvenes e inyecciones letales. Los soldados que llevaban como ganado a la gente en cámaras de gas eran empleados, Como los soldados que ocupan Irak y Afganistán, Como los terroristas suicidas que los tenían como objetivos —son empleados de Dios, esperando su paga en el paraíso.

Seamos claros al respecto: criticar el trabajo no significa rechazar la labor, el esfuerzo, la ambición o el compromiso. No significa demandar que todo debe ser divertido o fácil. Trabajar contra las fuerzas que nos obligan a trabajar es un trabajo duro. La vagancia no es una alternativa al trabajo, sino una consecuencia.

Al final es simple: todos merecemos hacer con nuestro potencial lo mejor que podamos, para poder ser amos de nuestros propios destinos. Ser forzados a vender cosas para sobrevivir es trágico y humillante. No tenemos que vivir así.

No tenemos que vivir así
¿Qué pasaría si nadie trabajara? Las fábricas estarían vacías y nadie produciría cosas a no ser de forma voluntaria. El Telemarketing dejaría de existir. Los individuos despreciables que basan su vida en dominar a los demás a cambio de riqueza deberían encontrar mejores formas de vida social. Los embotellamientos de tránsito dejarían de existir; entonces el petróleo desbordaría. El papel moneda y los formularios laborales podrían ser usados como combustibles y la gente viviría de compartir e intercambiar. El pasto y las flores crecerían de las grietas de la vereda, abriendo paso a árboles con frutas.

Y todos estaríamos privados de muerte. Y no estaríamos sobreviviendo haciendo tareas o evaluaciones. La mayoría de las cosas que hacemos para hacer dinero son irrelevantes para nuestra supervivencia y para nuestro sentido de la vida.


https://es.theanarchistlibrary.org/library/crimethinc-la-mitologia-del-trabajo


Se apuñaló para no ir a trabajar



Eso que llaman amor



“Trabajar como un burro” y “trabajar como un negro”



“Trabajar como un burro” y “trabajar como un negro”: expresiones milenarias que reflejan la plena vigencia de la nauseabunda esclavitud


No permitáis que nadie pase por alto la carga de su responsabilidad. Mientras tantos animales sigan siendo maltratados, mientras los lamentos de los animales sedientos en los vagones de carga se enmudezcan, mientras tanta brutalidad prevalezca en nuestros mataderos, todos nosotros seremos culpables. Cada cosa que vive tiene valor como ser vivo, como una de las manifestaciones del misterio de esta vida

Albert Schweitzer


El asesinato de una persona -al que no se le debería encontrar explicación o justificación alguna- tiene su antecedente literario más lejano en el Antiguo Testamento e involucró a los dos primeros hermanos de nuestra saga. El sustantivo "frater" nos ayuda a ejemplificar que de la misma etimología surgen los sentimientos más antagónicos. De la raíz latina de la palabra hermano surge la bifurcación: fraternidad, asociado con la armonía, y fratricidio, emparentado con el crimen. Prescindiendo de la autenticidad del episodio entre Caín y Abel, es importante la interpretación de que la rivalidad fraternal siempre ha existido y que constituye una característica intrínseca e inevitable de la relación entre humanos. Ese fratricidio inclinó la balanza hacia el egoísmo, los celos, la envidia, la competitividad feroz y estos, separados o conjuntamente, derivaron en la ceguera humana que a la postre generó las guerras, las persecuciones y las matanzas.



Aquellas diferencias que ideamos en nuestros cerebros y atesoramos en nuestros corazones nos conducen a la segregación de tipo racial, sexual, ideológico y religioso, por medio de las cuales grupos minoritarios desarrollan sus vidas entre el hostigamiento y el cercenamiento de sus derechos fundamentales por parte de mayorías, que harán lo que fuere necesario en aras de perpetuar su hegemonía. Una de las facetas más visibles de esta realidad la vemos en el Apartheid.

Para oprobio de la raza humana, la esclavitud -que goza de plena vigencia, aunque en variados formatos- es una forma de opresión del hombre contra su semejante que se practica desde la antigüedad. Los europeos marcaron un hito en la historia universal con la implantación de la esclavitud africana, exportando a regiones desconocidas para sus habitantes cantidades industriales de seres humanos devenidos en cosas. El descubrimiento de América y la inmediata ocupación de este continente por parte de Europa habrían de repercutir de manera dramática a partir del Siglo XVI en la sufrida y exótica población del "Continente Negro". Las bondades y riquezas naturales de América cautivaron a sus conquistadores, pero las perspectivas de desarrollo de esa empresa implicaban el complemento de una mano de obra indispensable para la apropiación de esos tesoros. El remedio para esa contingencia lo encontraron en África, y su gente fue la elegida para la tarea. Así comienza un flujo incesante a través del Atlántico que habría de durar cuatro agobiantes siglos.

La esclavitud como forma de trabajo legal ha sido abolida en todos los países del mundo, pero no implicó su desaparición, pues esta es una realidad que subsiste y que toma múltiples formas, como la prostitución, la pornografía, el tráfico de drogas, el robo, el trabajo infantil y doméstico, la mendicidad obligatoria, la venta callejera, etc. La segregación de la etnia negra en Sudáfrica (Apartheid) estuvo vigente hasta 1992, lo que demuestra en forma clara y fehaciente que el racismo es moneda corriente en la actualidad y no se vislumbra esa tolerancia que haga de este mundo un remanso de paz.

Si así es el trato entre seres humanos, ¿qué podemos dejar para los animales?


La historia de la humanidad se encargó de hermanar a la raza negra y a los burros en el triste rol de esclavos, acuñándose de esa manera una añeja tradición de la cual la mayoría de los humanos no tiene la menor intención de apearse y que se mantiene indeleble al paso de los años. Está demostrado que los negros no tienen las mismas oportunidades que los blancos, a pesar de que Obama haya llegado a la presidencia de los Estados Unidos. Vale el pensamiento paradójico, pero en ese caso, el presidente negro resultó una "mosca blanca".


Tan fuerte es el desdichado vínculo que ambos mantienen que para la paremiología es exactamente lo mismo "trabajar como un negro" que "trabajar como un burro". No nos causa estupor convivir con expresiones de tinte absolutamente racista como las mencionadas anteriormente. Últimamente están apareciendo artistas y literatos de buena casta solicitando a las autoridades de la lengua que destierren de sus diccionarios este tipo de frases ofensivas, pero olvidamos que la Real Academia Española no es una institución que imparte justicia, sino el reflejo de la forma de vivir de los pueblos a través de la tradición. A tal punto esto es verdad que basta con leer la definición de la palabra "desasnar" -según esta prestigiosa institución- para entender el peso de la historia: "hacer perder a alguien la rudeza, o quitarle la rusticidad por medio de la enseñanza".

 Si se lograran erradicar estas expresiones -que hacen referencia a la misma historia de la humanidad y a la nauseabunda esclavitud a las cuales fueron sometidos los negros y los burros, entre otros pueblos y especies-, comunidades como la china, la gallega, la judía o la gitana, etc., formarían filas interminables en Madrid para hacer sus correspondientes descargos ante sus oficinas. Pero como esta realidad nos acompaña desde centenares de años atrás, nuestro intelecto nos impide revelarnos contra las disposiciones de las autoridades culturales responsables de dar de baja a viejas expresiones, o de alta a nuevas. Así como, "trabajar en negro, día negro, panorama negro, ¡bien cosa de negros!, magia negra, humor negro", tienen consabidas connotaciones negativas, se le llama víbora a una persona malintencionada, cerdo a un individuo sucio, rata a alguien despreciable y buitre al que se aprovecha de las desgracias ajenas.


Otra locución que viene como anillo al dedo para este artículo -que no por casualidad lleva el título de mi libro- es "fueron felices y comieron perdices". Siempre me pregunté: ¿por qué se celebra todo con comida? Todos los acontecimientos que acompañan el ciclo vital de la especie humana están indisolublemente ligados a la imperiosa necesidad de llevarse un alimento a la boca. Las tres respuestas vacuas que elijo a la ligera son: la primera, que "toda la vida fue así"; la segunda en tono interrogativo, "¿quiénes somos nosotros para andar cambiando las cosas, así porque así?"-que tiene mucho que ver con la zona de confort-, y la tercera -mucho menos elaborada aún para dar respuesta a tamaña interrogante, pero que para los humanos es más verdad que el pan y la tierra-, "¡porque sin comida sería todo tan aburrido!"

¿Por qué no tomar la comida como un acto fisiológico natural propio de un ser vivo -como lo que realmente es- y no como sinónimo de desbordes y abusos que a la postre no hacen otra cosa que esculpir cuerpos humanos asimétricos, además de provocar cúmulos de enfermedades? Son muchas las actividades fisiológicas que agradan al ser humano, ¿por qué solamente el acto de comer -y no el de alimentarse- tiene que ser público y ser tomado como una actividad gratificante? La respuesta la encontramos fácilmente en el desvío que la historia humana dio a la naturaleza del planeta y a su especie "más representativa", provocando que seamos los únicos obesos del reino animal e infectemos por añadidura a nuestras mascotas y víctimas.


"Fueron felices y comieron perdices" resume en cinco palabras toda la idea de especismo y antropocentrismo: la felicidad del hombre en detrimento del sufrimiento animal -en este caso la perdiz- que genera la idea subliminal de que para que seamos felices la muerte tiene que inmiscuirse entre nosotros. La idea principal y oculta es que la felicidad va acompañada de la saciedad, de la comida y por ende de la muerte.


Este título sugestivo que elegí para mi libro tiene como finalidad poner énfasis en que la lucha por la supervivencia es escandalosamente desigual. Para uno que nació y se crió en el Río de la Plata es muy fácil trasladar el título del libro a la idiosincrasia en la que fui educado: fotografías de comensales sonrientes, mientras al fondo se ve -entre humo, llamas y brasas- cómo se cocinan a fuego lento los cadáveres de quienes en vida no tuvieron la dicha de tan siquiera una pizca de felicidad.