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Bifo: “Una sublevación colectiva es antes que nada un fenómeno físico, afectivo, erótico”




Es una experiencia cotidiana: el trabajo en un contexto capitalista es principalmente el medio para un fin (la ganancia). Un trabajo indiferente por tanto a su contenido, vaciado de significado, determinado primordialmente por el dinero. Mantequilla o misiles: lo mismo da, lo importante es que el producto-mercancía venda en el mercado. Marx lo llamó “trabajo abstracto” y a partir de él definió el modo de producción capitalista y su carácter destructivo.

Según Franco Berardi (Bifo) -filósofo italiano, teórico de los medios de comunicación y las transformaciones del trabajo, implicado en movimientos políticos desde los años setenta-, dos niveles más de abstracción se añaden en nuestros días a la abstracción del trabajo: el gobierno de las finanzas (un poder sin arraigo local alguno) y las redes virtuales de comunicación (un intercambio simbólico sin cuerpos). La financierización de la vida y la virtualización del contacto generan según Bifo nuevas formas de malestar social, nuevas patologías, nuevos tipos de sufrimiento.

¿Puede politizarse ese malestar? ¿Qué formas de acción colectiva pueden reconvertir el sufrimiento en fuerza transformadora? La sublevación (edición española en Artefakt, edición argentina en Hehkt) reúne una serie de textos escritos por Bifo al calor de los movimientos de las plazas (primavera árabe, 15M, Occupy...). La sublevación, tal y como aparece pensada en el libro, es en primer lugar el levantamiento de los cuerpos explotados, estresados, deprimidos. El primer paso para la reconstrucción de un cuerpo social capaz de desafiar el dominio de la híper-abstracción digital y financiera.

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Abstracción financiera

1. ¿En qué consiste la abstracción financiera?

Bifo. Nombro así al conjunto de los automatismos financieros que subyuga la vida real y la producción, vaciándolas de energía y de poder político.

2. ¿En qué sentido la abstracción financiera vacía el poder político?

Bifo. Es algo muy obvio que todos hemos entendido en los últimos años: las instituciones de la democracia política no pueden nada frente a la prioridad de la abstracción financiera. La liquidación del primer ministro griego, Yorgos Papandreu, el día mismo que propuso un referéndum sobre el “plan de ayuda” del BCE al Estado griego en 2011 fue la declaración final de la anulación de la democracia en el continente europeo. Las tradiciones humanistas e ilustradas quedaron igualmente barridas de un plumazo ese mismo día.

3. Explícate.

Bifo. El humanismo es esencialmente el movimiento por el cual la voluntad humana se emancipa de la tutela divina. Por su lado, la Ilustración proclama la superioridad de la Razón y de la Ley sobre la fuerza de los "animal spirits" del egoísmo económico. Pues bien, God is back, la potencia superior de lo divino sobre la voluntad humana regresa, pero ahora con la forma del capital financiero. Las leyes no tienen hoy ninguna fuerza frente a la circulación global de los algoritmos financieros, ni ante la potencia desterritorializada de las empresas globales.

4. ¿Pero no sido siempre así en la historia del capitalismo? ¿Por qué sería esto una novedad?

Bifo. Creo que la clase financiera es distinta a la clase que en los siglos de la modernidad conocimos como burguesía. La burguesía se enriquecía gracias a la explotación de la clase obrera, pero también gracias a la producción de bienes útiles para la vida social. Es una clase que acumula plusvalía a través de un proceso de producción de bienes útiles. Sin embargo, la clase financiera -o, mejor dicho: el conjunto de los automatismos financieros- se enriquece a través de la destrucción del valor producido, a través de la privatización de los bienes comunes. La plusvalía de las financias es una minus-valía desde el punto de vista social.

Por otro lado, la burguesía tenía una fuerte territorialización ciudadana y nacional, mientras que la clase financiera es una clase totalmente desterritorializada, incapaz de identificarse con ningún lugar específico.

Malestar social

5. ¿Qué efectos tiene la abstracción financiera sobre el cuerpo vivo de la sociedad?

Bifo. Ya no hay continuidad en la experiencia del trabajo: no se llega cada día al mismo lugar, no se cumplen las mismas rutinas, no se encuentra a las mismas personas. El trabajador mismo ya no existe como persona, es el productor intercambiable de fragmentos de tiempo/trabajo conectados en una red global.

El tiempo vivido por los trabajadores precarios se fragmenta -o, mejor dicho, se fractaliza- al tener que adaptarse constantemente a los requerimientos de la producción. Pero tengamos en cuenta que el cuerpo vivo tiene sus pulsiones, su sensibilidad, su tiempo y sus deseos. La abstracción financiera superpone un tiempo espasmódico, en constante aceleración, a la sensibilidad del cuerpo individual y colectivo.

6. Produciendo por tanto efectos a nivel individual y colectivo, ¿no? ¿Cuáles son?

Bifo. Las patologías causadas por la aceleración y la competición agresiva se manifiestan a nivel individual como una verdadera epidemia de sufrimiento mental, psíquico, emocional. Las crisis de pánico, los problemas de atención, la soledad competitiva, la depresión... A nivel colectivo, la consecuencia es la crisis de la solidaridad social. Cada individuo percibe a los otros esencialmente como competidores y no como cuerpos afectivos.

Abstracción digital

7. A la abstracción financiera se le añade una abstracción digital, ¿en qué consiste, cómo opera?

Bifo. La abstracción digital es el efecto de la aplicación de las tecnologías de virtualización a la comunicación entre los seres humanos y su operatividad se manifiesta como intercambio lingüístico sin cuerpo, como escisión entre palabra, cuerpo y afectividad.

8. En el libro analizas los efectos “éticos” de la virtualización del contacto, ¿cuáles son?

Bifo. Para mí, ética y estética están íntimamente relacionadas: la parálisis ética, la incapacidad de gobernar éticamente la vida individual y colectiva, proviene de una perturbación de la estesia, es decir, de la percepción de la continuidad sensible del propio cuerpo en el cuerpo del otro. De una comprensión erótica del otro. La virtualización del contacto produce un efecto de de-sensibilización emotiva, de soledad relacional, de fragilidad psicológica.

9. Quizá es algo que podemos entender mejor a partir de la diferencia que haces en el libro entre “lógica de conjunción” y “lógica de conexión”.

Bifo. La conjunción es un intercambio en el cual los cuerpos se ponen en relación recíproca de manera tal que cada comunicación se manifiesta como singular, irrepetible. La simpatía, es decir, el sentir compartido (sym-pathos), es la dimensión general del intercambio conjuntivo.

Pero mientras que la lógica conjuntiva implica la interpretación de la dimensión gestual, corporal y de las implicaciones emocionales (con sus ambigüedades y matices), la lógica conectiva reduce la relación con el otro a pura descodificación de una sintaxis, a un contacto funcional dentro de estándares predeterminados. Es el caso de Facebook.

El proceso de mutación que se desarrolla en nuestra época está centrado en el cambio de la conjunción a la conexión como paradigma del intercambio entre los organismos conscientes.

La sublevación

10. Entre 2010 y 2013 se activaron movilizaciones masivas en Inglaterra, Túnez, Egipto, España, Grecia, EEUU, más tarde en Brasil y Turquía, ahora en China... Las características y los objetivos de esas movilizaciones han sido muy diferentes, como diferentes son las condiciones políticas y culturales de los diferentes contextos. Pero tú consideras que esa serie de levantamientos forman parte de la misma onda, ¿por qué?

Bifo. Creo que sí, porque todas esas movilizaciones, incluyendo las que se dieron en las ciudades árabes, tenían desde el comienzo una misma voluntad de reactivar la solidaridad y la dimensión física de la comunicación social. Los trabajadores y los estudiantes rebeldes intentaron en primer lugar crear condiciones de conjunción directa, física y territorial para salir de la alienación virtual.

¿Por qué ocupar una plaza, una calle o un territorio cuando sabemos muy bien que allí no reside ningún poder político y que el sistema financiero no se localiza en una dimensión territorial? Porque la primera cosa que necesitan los trabajadores precarizados es la reactivación de una dimensión afectiva y territorial que permita reconstruir las condiciones emocionales de la solidaridad. Me parece que ese es el sentido de la toma de las plazas, de las acampadas. Una sublevación colectiva es en antes que nada un fenómeno físico, afectivo, erótico. La experiencia de una complicidad afectuosa entre los cuerpos.

11. ¿Cómo se “organiza” una política así, mediante qué formas, instituciones, etc.?

Bifo. Me gusta poner la imagen del mantra: el mantra es una respiración colectiva armónica, una metáfora de lo que en la dimensión política llamamos solidaridad. La organización que imagino no pasa a través de la democracia representativa, ni de una organización centralizada como fue el partido leninista del siglo XX. Tiene más que ver con el ritmo de un mantra.

12. ¿Qué balance haces de la onda de movimientos que se activó en 2011? ¿Qué potencias y límites ha encontrado?

Bifo. El balance es ambivalente. Por un lado, podemos decir que los movimientos de las plazas no lograron frenar ni un ápice la explotación financiera, la imposición de la deuda, la destrucción y privatización de los bienes comunes. En ese sentido podemos hablar de fracaso. Pero creo que debemos valorarlos desde un punto de vista evolutivo más largo. Estos movimientos han revelado la dimensión afectiva de lo social. Es la condición necesaria para emprender un movimiento de recomposición de los saberes comunes -científicos, técnicos, afectivos, organizativos- por fuera de la explotación capitalista.

13. ¿Cómo piensas una posible alianza entre lo digital y la dimensión “física” de la rebelión?

Bifo. Las nuevas tecnologías han sido y siguen siendo herramientas para la ampliación de la comunidad, aunque sólo virtual, y para la coordinación de iniciativas y acciones a nivel global. Pero sólo la presencia física y territorial puede activar la empatía y la solidaridad. Al mismo tiempo, en términos de eficacia, las acciones más exitosas en términos de sabotaje del dominio imperial han sido acciones como las de Assange y Snowden que se desarrollan en la dimensión digital. La acción subversiva es muy eficaz cuando se desarrolla en la esfera digital, cuando se infiltra en el interior de la dimensión algorítmica del capitalismo.

14. En España, varios dispositivos más o menos “partidarios” surgidos a partir del 15M apuntan a “tomar el poder político” en sus diferentes escalas (nacional, regional, municipal), aprovechando un vacío creado por la deslegitimación radical del sistema de partidos instalado en la Transición española, ¿qué papel crees o imaginas que pueden tener las instituciones estatales en la promoción del cambio social que proyectas en el libro?

Bifo. Las nuevas organizaciones políticas, como Syriza y Podemos, pueden ser muy útiles para la resistencia de los trabajadores, para la supervivencia en condiciones de empobrecimiento y disgregación social. Pero no creo que puedan hacer mucho contra el poder financiero, ni para favorecer la liberación de las energías intelectuales del trabajo por fuera de la dominación capitalista.

La frase "yes, we can" de Obama fue más un exorcismo contra la impotencia de la política y de la voluntad que un programa. El hecho de que la máxima autoridad mundial diga “podemos” es el signo de que algo no funciona, un sentimiento de impotencia que la política no puede admitir pero que es evidente. Seis años después de su primera victoria, Obama tiene que reconocer que no puede salir de la “guerra infinita” bushista, que no puede parar la devastación del medio ambiente, que no puede modificar la tendencia hacia la concentración de la riqueza.

No podemos, esa es la verdad. El tiempo de la voluntad y de la política se acabó. Tenemos que desplazar la energía social hacia una dimensión que no es ni la democracia representativa ni la subversión política, sino la imaginación de nuevas formas de organización del conocimiento y de la producción, la creación de una plataforma técnica y política para la auto-organización de la inteligencia colectiva (fuerza productiva principal del tiempo presente).

15. Creo que para tí la política consiste en una “mutación antropológica” (como decía Pasolini, aunque él la temía). ¿Cómo se puede pensar esa “mutación antropológica” por fuera del esquema revolucionario tradicional del “Hombre nuevo” que ha causado tantos estragos en el siglo XX?

Bifo. Pasolini temía justamente la mutación antropológica producida por el capitalismo tecnológico y global, y su miedo tenía buenas razones. Nos encontramos en la situación de uniformización y de violencia psíquica interindividual que él presagiaba hace cuarenta años. Tenemos que imaginar una salida antropológica de la mutación antropológica uniformizadora que impone el capitalismo global, pero una salida distinta a la del siglo XX.

Las utopías de la modernidad se fundaron sobre la exaltación testosterónica de la juventud. Fueron utopías violentas y esperanzadas (esto es, en última instancia desilusionantes, consagradas al arrepentimiento). Nuestra fuerza ya no puede basarse en el ímpetu juvenil, la agresividad masculina, la batalla, la victoria o la apropiación violenta, sino en el gozo de la cooperación y el compartir. Reestructurar el campo del deseo, cambiar el orden de nuestras expectativas, redefinir la riqueza, es tal vez la más importante de todas las transformaciones sociales.


En castellano, Bifo ha publicado también  La fábrica de la infelicidad Después del futuro o El sabio, el mercader y el guerrero.

http://www.eldiario.es/interferencias/bifo-sublevacion-afectos_6_319578060.html

Un mundo sin trabajo


La ola tecnológica masiva y menos costosa aleja de los humanos el concepto de pleno empleo. El capitalismo digital podría hacer desaparecer millones de puestos de trabajo en cualquier sector. La cuarta revolución industrial puede crear fractura social y laboral o ayudar a crear un mundo mejor.


EL trabajo nos domina (y nos dejamos)




A colación de la última entrada publicada en el blog, hace unos días conocía un par de noticias que reforzaban mi sensación de sentirme totalmente fuera de juego con la sociedad a la que pertenezco.

Por un lado, me enteraba de una noticia que hacía referencia al aumento imparable de mujeres que en los últimos tiempos deciden congelar óvulos a la espera de encontrar un buen momento para ser madres. Esta situación se daba mayoritariamente en mujeres que se situaban alrededor de los 35 años y se calculaba que la intención era ser madre sobrepasados ampliamente los cuarenta. El motivo fundamental de la decisión era por cuestiones laborales. Incluso se mencionaba que grandes multinacionales habían empezado a financiar este “tratamiento” para sus empleadas. Las mujeres que aportaban sus testimonios para complementar la noticia decían que no podían permitirse el lujo de ser madres cuando sus carreras profesionales estaban despegando porque corrían el riesgo de perder todo lo conseguido tras años de estudios y esfuerzos.

La otra noticia correspondía a un estudio realizado en el que la principal conclusión que se establecía era que las personas con trabajos precarios e inestables, sufrían más situaciones de inestabilidad emocional y problemas de salud mental incluso que las personas sin empleo (incluidos parados de larga duración) Se destacaba el hecho de que esta era una tendencia que había surgido en los últimos años y que se mostraba en alza. Se concluía que la incertidumbre vital que provocaba la situación de precariedad era mucho mayor que la de aquellos que tienen la certeza de que su situación no va a cambiar y ya se saben en el fondo del pozo social.

Estas dos noticias y tantas otras relacionadas, orbitan alrededor de una cuestión que se ha convertido en vital en la historia de las sociedades contemporáneas: el trabajo asalariado. El paso por el mercado de trabajo es prácticamente la única formula legal que el sistema actual ofrece a la mayoría de la población para acceder a un mínimo pedacito de riqueza. Y necesitamos tanto ese pedacito para poder consumir y cubrir nuestras necesidades (que por supuesto están todas monetarizadas) y somos tan asquerosamente devotos de la legalidad, que aceptamos esta lógica sin rechistar.

Liberarnos del peso que significa tener que ocupar nuestra energía y nuestro tiempo en conseguir y mantener, cueste lo que cueste, un trabajo nos impide ver e ir más allá. El trabajo domina de tal manera nuestras vidas que acaba por absorber nuestra esencia misma y acabamos definiéndonos como personas en función del trabajo que desempeñamos (basta hacer un pequeño experimento, preguntad a varias personas cómo se definen, qué son y te contestarán diciéndote de qué trabajan). Ésta es una de las mayores locuras colectivas de las que participamos, vivimos nuestra vida en función del trabajo. Tomamos nuestras decisiones basándonos en lo mejor para nuestra vida laboral. Nuestra vida emocional se ve influida de forma apabullante por la cuestión del salario y todo lo que conlleva.

Iniciar la vía para romper el mito que une trabajo asalariado y acceso a la riqueza (es más, romper la sinonimia entre riqueza y dinero) es fundamental para poder liberar gran parte de ese potencial mal utilizado y que podríamos usar para tratar de acercarnos más a lo que deseamos que sea la vida y nuestra forma de pasar por ella.