Almas al trabajo

ALMAS AL TRABAJO
Alienación, extrañamiento, autonomía
Franco Berardi, Bifo

“El alma es el cuerpo como intención, apertura hacia el otro, encuentro, sufrimiento y goce. El alma es devenir-otro: reflexión, conciencia, sensibilidad.” (Bifo)

La explotación del trabajo industrial se ejecutaba sobre los cuerpos, los músculos, los brazos. Hoy se realiza sobre el lenguaje, la inteligencia, los afectos. Vivimos en la época del alma puesta a trabajar. ¿Cuáles son los efectos patógenos –en la vida, las relaciones, la autonomía- de esta captura de la esfera más íntima del sujeto por parte del capital? ¿Qué queda del pensamiento crítico en su relación con las transformaciones del trabajo y de la tecnología en las últimas décadas? En el panorama filosófico de los años sesenta y setenta, el proceso de subsunción del trabajo ha sido definido a partir del concepto hegeliano de alienación.

El «obrerismo» italiano invirtió esta perspectiva, sustituyendo a la noción de «trabajo alienado», la noción de «extrañamiento», es decir de alienación «activa» con respecto al trabajo, de rechazo y sustracción voluntaria en aras de una recomposición social que imagine el pasaje crucial desde la condición pasiva del trabajo explotado hacia la condición de agente histórico transformador.
Paralelamente, el posestructuralismo francés propuso una inversión de la visión tradicional de la alienación psíquica. La esquizofrenia, que había sido considerada hasta entonces como una pérdida de la razón, fue replanteada por Félix Guattari en términos del todo diferentes: la forma de una conciencia múltiple, proliferante y nómada. En la actualidad, mientras nuevas formas de sufrimiento y alienación emergen en los procesos de precarización, es preciso plantear la evolución del pensamiento crítico italiano y francés para abrir vías de fuga desde las alambradas del alma.

Este libro ha sido publicado en Estados Unidos, Argentina, Suecia, Corea del Sur, Turquía, Eslovenia, Alemania e Italia.

Los teleoperadores van a la huelga


Los teleoperadores van a la huelga por la ruptura de la negociación del convenio



Los sindicatos de la mesa negociadora del convenio de centros de llamadas telefónicas han convocado paros parciales los días 22 y 29 de septiembre y una huelga de 24 horas el 6 de octubre ante la ruptura de las negociaciones.

El martes 13 de septiembre se rompieron las negociaciones del convenio colectivo de Contact Center. La patronal del sector ACE, perteneciente a la CEOE, no aceptó ninguna de las propuestas de la parte social y declaró que quería medir fuerzas con las movilizaciones convocadas por todos los sindicatos.

Ante esta situación, todos los sindicatos de la mesa negociadora del convenio han convocado paros parciales los días 22 y 29 de septiembre de 2016 y una huelga total de 24 horas para el día 6 de octubre de 2016.

La huelga puede afectar a la atención al cliente de las grandes empresas de telefonía como Movistar, Orange o Vodafone, de banca (BBVA, Santander, Bankia, La Caixa, Banco Popular, empresas energéticas (Gas Natural, Iberdrola, servicios de atención al ciudadano (010, 012, 016…). Todas las empresas con un servicio telefónico de atención al cliente o actividades anejas se verán profundamente afectadas con esta paralización del sector.

Este convenio colectivo, que afecta a más de 80.000 trabajadores del sector, es el que aplican los call centers (centros de llamadas) de las empresas del Ibex-35 que tienen subcontratados sus servicios de atención al cliente.

La Confederación General del Trabajo ha lamentado profundamente la intención del Ministerio de Industria y de algunas comunidades autónomas de establecer servicios mínimos para esta convocatoria de huelga. "Que se considere un servicio esencial para la comunidad el trabajo de los teleoperadores, con salarios de 700 euros de media, nos parece vergonzoso, inaceptable y contrario al derecho fundamental de huelga", han valorado en un comunicado.




Workers Against Work



Leer/Descargar: Aquí

"Ser sindicalista y de derechas no es incompatible"


Antonio Cabrera: "Ser sindicalista y de derechas no es incompatible" El secretario general de Sanidad en CCOO repasa una vida que a punto estuvo de estar dedicada al baloncesto.



 http://www.redaccionmedica.com/la-revista/entrevistas/antonio-cabrera-ser-sindicalista-y-de-derechas-no-es-incompatible--8151

Future of work [ROAR issiue #2]




Se admite por primera vez en el Estado Español la objeción de conciencia para no estar en una mesa electoral


Tras tocarle prestar servicio en una mesa electoral como suplente del primer vocal para las próximas elecciones gallegas del 25 de septiembre, Amparo P.D. redactó un comunicado exponiendo los motivos que le llevan a pedir la revocación de su nombramiento. En su comunicado alega lo siguiente:

"Decidí no participar de este sistema, ni votando ni como cargo en una mesa electoral: mi conciencia y mis ideales me lo impiden. Podría enumerar los motivos que me llevan a obrar de este modo y la lista sería muy larga: la desviación de dinero supuestamente público a fines personales, la desigualdad social, las ingentes cantidades de euros destinados a la represión y la muerte... Si aun así considerara que vivimos en un sistema digno con imperfecciones subsanables, no dudaría en participar en él y acercar mi granito de arena en mejorarlo, pero no es este el caso. La corrupción del sistema no afecta a sus accidentes, sino a su misma esencia; es decir, es intrínseca a él.

Soy una persona partidaria de la democracia y, por tanto, de la política que hacemos entre iguales. Y mis iguales son todos los seres humanos. Por eso, no puedo dejar de estar en desacuerdo con el actual sistema político y electoral, no puedo dejar de ver a los políticos profesionales como usurpadores de la soberanía popular y no puedo dejar de pensar que en democracia una persona no renuncia a decidir sobre los asuntos que le afectan porque deposite un voto cada cuatro años. Si a esto sumamos que muchas de las personas que forman parte del poderoso tándem estado-capital y que, por tanto, tienen poder de decisión sobre el resto, ni siquiera concurren a las elecciones, no puedo hacer otra cosa que no visitar ninguna mesa electoral, ni para votar ni para formar parte de ella.

Frente a las elecciones promovidas por el estado, propongo la autogestión y el asamblearismo, la toma de decisiones por consenso que promueve la reflexión en común y el mutuo esclarecimiento sin el que no puede existir la democracia. Solamente así podremos hacer frente al desinterés y la apatía por el público que caracteriza a un sistema que coacciona a la gente para que forme parte de sus mesas electorales.

Por último, quisiera aclarar brevemente algunas cosas. No pretendo buscar trampas y trucos que me eximan de acatar esta orden; por supuesto, tampoco tengo la intención de causar ningún trastorno la quien decida votar. Es un simple acto de denuncia de una situación injusta y, como tal, anda por el mismo sendero que transitaron y transitarán quienes tomaron decisiones similares y quienes lo harán en el futuro. Es una simple decisión que me hace rechazar participar en aquello que asfixia algunas de las expresiones más personales y profundas de mi humanidad: mi conciencia y mi libertad."

Ante estos argumentos, la Xunta Electoral de zona de O Barco de Valdeorras vino de admitir sus alegatos eximiéndola de la responsabilidad de tener que acudir en el día electoral a la mesa con un escueto pero efectivo comunicado que reproducimos "Admitir dicha excusa por estar debidamente justificada, por lo que no tendrá que desempeñar el citado cargo, quedando liberada de la obligación de comparecer."

#capitalism



El único Iglesias que ilumina es el que arde




"la degradación es trabajar toda la vida"




Sobre la odiosa contradicción de ser trabajador


Quizá comprender que vivimos una crisis civilizatoria y no una crisis económica –como lo denomina el espectáculo– suponga disminuir la exigencia a tener más Estado y más trabajo; quizá también comprender que el capitalismo no morirá de muerte natural, ayude a ver lo contradictorio de las relaciones sociales impersonales.

Sobre la odiosa contradicción de ser trabajadorNuestra civilización –entendiéndola como un presente que no cesa– goza del elenco de personas más numeroso habido en la historia que asume el trabajo como necesario para la vida y a su vez emplea más tiempo social dedicado a un fin absoluto ajeno: trabajar.

Dramático es, que la condición de trabajadoras nos defina frente al otro y este hecho organice nuestras relaciones. Somos el personaje que trabaja.

Nuestra vida, en al menos 1/3 está empeñada en conseguir un salario, 8 horas o más diarias que dejamos de lado nuestras relaciones personales, 8 horas dedicadas a relacionarnos por y para un elemento común: el dinero.


Por esto el trabajo es una esfera separada de la vida, que se abstrae de ella como el globo de la tierra, dejando fuera de ese espacio limitado y no total de la vida, la conciencia de nuestras dolencias, nuestras necesidades, nuestros deseos… De ahí que sea la noción de trabajo abstracto lo que define su realidad bajo el capitalismo. De hecho la sustancia social de la que se alimenta el capital es el tiempo de trabajo, trabajo abstracto porque es independiente de las virtualidades de cada trabajo concreto y de sus utilidades específicas. Actividades que separadas de sus especificidades sólo tienen en común que son tiempo de trabajo.

El trabajo es un afuera relativo, ya que su existencia también determina la importancia y la centralidad de las relaciones humanas en nuestras sociedades. Además, como relación social impersonal, la dinámica capitalista es capaz de transformar emociones sentidas en el trabajo como impotencia, disgusto o frustración en emociones provechosas para mejorar la productividad

Innumerables los momentos de aislamiento en el trabajo frente a la inseguridad con el resto de compañerxs –trabajo sin distracciones–, la obcecación por los objetivos frente al miedo a la pérdida del curro o garantizar nuestro puesto esforzándonos por mantenerlo –competencia y enfrentamiento entre todxs–

¡Una tiene que ir a cumplir, no a quejarse!

Es la civilización del capital quien no recompensa las distancias entre nuestra casa y el trabajo o las preocupaciones que nos llegan cuando terminamos la jornada –incrementando el consumo de drogas, regladas o no, por el aislamiento entre las relaciones humanas– A mayor tiempo dedicado a la producción de valor y mercancías, menor es el que disponemos para estar con nuestra gente querida. El fundamento de existencia y reproducción de la sociedad del capital es la separación y fragmentación entre los diferentes sujetos, de nuestras vidas. Una atomización social que es reconducida por la comunidad ficticia del dinero y del Estado.

No son recompensadas porque supone seguir la misma lógica del capital, objetivar nuestro tiempo de trabajo como mercancía.

Lo contrario, que fueran recompensadas sería principalmente el resultado de la capacidad autónoma del capital por revalorizar los salarios, además de las diferentes presiones sindicales o huelgas, aunque estas no sean siempre suficientes para equilibrar las demandas con parte del valor producido. Sigamos;

Esta separación entre el trabajo y el resto de momentos para relacionarnos con gente querida no es una construcción de la conciencia, no. Es el producto de las relaciones capitalistas, como una suerte de Deus ex Machina que introdujera rupturas de realidad permanentemente entre las relaciones humanas.

El capitalismo y el Estado son un tejido de relaciones sociales que superan nuestra capacidad para relacionarnos, debido al fundamento atomizado de nuestra realidad social como indicábamos más arriba. Midiendo, cuantificando, tasando y contrastando lo que deberían ser vínculos sociales concretos y directos –vínculos personales– tecnificando la experiencia y experimentando la técnica.

Surge así el engaño, la contradicción de ficcionalizar el trabajo, identificándonos más o menos con él. La urgencia por simular un personaje que asuma la contradicción capital/trabajo. Es a esto a lo que Marx se refería cuando hablaba del fetichismo de la mercancía.

Nuestro personaje intercambia secciones de vida –un tiempo delimitado y aislado que produce valor– por dinero –la encarnación del valor–


Sobre la odiosa contradicción de ser trabajador 2En una época de mutación de las relaciones sociales a unas cada vez más impersonales y descompuestas; mientras las desigualdades aumentan más que nunca, los movimientos no surgen al calor del rechazo del trabajo –como reivindicaba la autonomía italiana de los 70’– al contrario, brotan movimientos en defensa del trabajo y piden mayor gestión por parte de instituciones jurídicas de la economía y la sociedad. Estos movimientos nos piden que nos hagamos a un lado y prescindamos de nuestros vínculos con el otro, que defendamos el dominio de la mercancía y defendamos nuestra condición de trabajadores a tiempo completo.

Piden una mayor separación de la vida y piden un vaciamiento de contenido de nuestra gran parte de vida sensible. Las reivindicaciones no buscan la comunidad humana porque no surgen de ella, buscan la repercusión pasivo mediática y la organización a través del laboratorio social antes que el cambio de relaciones sociales, producto de las interacciones de cuerpos sin que entre ellos medie la mercancía.

Como trabajadores nos movilizamos para que nuestras vidas mejoren al tiempo que reivindicamos la existencia del trabajo. Quizá haya sido el error de buena parte de las luchas precedentes, organizar la revolución desde el argumento capitalista. El error, la organización a partir del trabajo (y por ende del capital), reconociendo que esta crisis es económica y es un problema de gestión de los medios de producción.

La cuestión está en la producción misma –de valor, mercancías, sufrimiento– como relación social abstraída que busca la acumulación de capital y su reproducción ampliada. Su organización y gestión, consideramos, no es la cuestión fundamental del sistema capitalista (¿posible crítica a los partidos políticos y a la democracia como cristalización de las relaciones sociales capitalistas?). La producción nos acerca a la barbarie.

Esta crisis, reiteramos, es civilizatoria.

Estimular el consumo para salir de la crisis, resulta utópico si entendemos todos sus efectos y el presente civilizatorio. Estimular el consumo significa nuevamente, dejar paso a la libre mercantilización de la vida.

La realidad dicta que es el consumo de trabajadores por el capital lo que aumenta, como sujetos flexibles y aislados entre nosotros. Trabajadores sin vínculos, esto es lo homogéneo en estas relaciones sociales. Nuestra comunidad ficticia basada en ser ficción en el trabajo, el dinero en forma de salario, el tiempo de trabajo gastado en forma de valor –sustancia inmaterial que mediante su acumulación e intercambio, hace posible el desarrollo de las relaciones sociales capitalistas–

Nuestra capacidad de imaginar, empozada. La naturaleza, estéril. La vida, mercantilizada.

El decorado que genera el teatro de los trabajadores son las villas miseria, las infraestructuras faraónicas –que permiten la aceleración del intercambio de mercancías, midiendo en tiempo y no en distancias la geografía, tecnificando la noción de lejanía– y la arquitectura del aislamiento y represión.

Y su trama se desenvuelve entre la vampírica apropiación de valor frente a la disolución de los vínculos humanos y la creación de trabajos que tratan de producir y gestionar en el menor tiempo posible las mercancías.

Confiar en el intercambio mercantil como forma de justicia y equilibrio social supone reconocer la propiedad exclusiva y su explotación privada. El liberalismo, a través de las expropiaciones originarias en la modernidad, se valía de este intercambio mercantil para extender su dominio tanto territorial como social y promocionar políticas mercantilistas y discriminatorias. Este intercambio está en la génesis del Estado Moderno (efectivamente, Capitalista)

Sobre la odiosa contradicción de ser trabajador 3Hay que hacer arder el teatro del mundo, no basta con salir de la esfera económica escaladamente o nutrir los ayuntamientos del cambio con sentido de acumular fuerzas. Esta incoherencia refuerza la presencia de las relaciones impersonales. En este momento histórico de imposibilidad de revalorización del capital –que desde los 70’ comenzó a menguar su rentabilidad, al aumentar costes de explotación– demandar más empleo multitudinariamente significa emplear energías vitales para la causa de nuestros males, es la contradicción en movimiento.

Explicitar que el paradigma relacional en Occidente está mutando al paradigma corporativo y estatista es quizá, entender la dominación del capital y el Estado en la sociedad del trabajo. Nuestro mecanismo frente a esta dominación es el engaño, el ser ficción al menos un tercio de la vida, pensándonos falsamente libres el otro tiempo sin trabajar, interiorizando el uso del dinero como un elemento consustancial a la interacción humana. Esta es nuestra libertad, elegir a qué supermercado ir a gastarnos el dinero.

La mercancía es susceptible de ser controlada, nunca nuestras aspiraciones revolucionarias.


A. I., miembro de Colectivo Germinal

http://colectivogerminal.org/656-2/


"Los patrones sólo entienden un lenguaje: Huelga, bloqueo, sabotaje"




En casa lo mismo que en el trabajo




El trabajo redibuja el mundo a su imagen y semejanza




El fin del trabajo es el comienzo de nuestras vidas




Antes de morirme



Igual muchas aún no sabéis de la existencia de un nuevo “movimiento” dentro de aura de Podemos el cual se llama Jóvenes en Pie, hace poco que surgieron y han venido por lo que parece a reclamar un poco más de socialdemocracia para la juventud. A articular el mensaje que están lanzado desde el partido, pero dirigido a un “target” millenial, el cual se mueve por su propia identidad cultural con un fuerte componente de los lenguajes que se crean en las redes. Como estrategia para la captación de votos no es mala, pero la realidad está siendo unas campañas que parecen dirigidas a Ned Flanders.




La última lanzada en las redes, empezó con un guiño a lo que seguramente es una de las canciones del verano para este “target”,Antes de morirme de C. Tangana feat Rosalía, he de reconocer que me gusta bastante. El lema utilizado en la imagen fue “Antes de morirme quiero un contrato indefinido”. La verdad que casi que me muero cuando lo leí en Twitter, parece que la campaña se la ha hecho Willyrex, para algo medio subversivo que tiene la canción, cogen y se lo quitan, puta vida tete.

“Yo no quiero hacer lo correcto, pa esa mierda ya no tengo tiempo, no vas a escuchar un lamento, pa esa puta mierda ya no tengo tiempo, antes de morir quiero el cielo, el ciento por ciento, antes de morir quiero el cielo el ciento por ciento, por cierto.”

Entrando en lo importante de la campaña, como explican muy bien aquí, el contrato indefinido no es fijo, en España no tenemos contratos fijos, incluso en la administración es posible el despido disciplinario, el objetivo, el ERE o incluso el despido improcedente del personal laboral. Por ahora lo único que se puede considerar más o menos fijo son los puestos de funcionariado de carrera, pero por ahora, no son pocas las voces que los últimos años están pidiendo que esto desaparezca.

¿Entonces qué implica tener un contrato indefinido? Mientras el contratante no manifieste que quiere echarte a la calle, no vas a tener que estar renovando el contrato cada X tiempo. Lo que tenemos en España es una mala interpretación de lo que son los contratos indefinidos, como bien explican aquí, muchas empresas realizan fraude con los contratos temporales, pensándose que es la fórmula que más rentable les sale, cuando realmente el contrato indefinido que tenemos después de la última reforma laboral tiene muchas facilidades a la hora de querer deshacerse de alguna trabajadora. Además de los incentivos fiscales que obtienen muchas empresas a la hora de contratar a trabajadoras indefinidas.

¿Pero si tienes un contrato indefinido es más difícil que te tiren? Quitando los contratos por ETT’s, los minijobs y diferentes mierdas que nos han colado en las últimas décadas, no tiene porqué. Hoy en día existen los indefinidos por fin de obra, en los que te pueden tirar a la calle cuando quieran, alegan que se ha acabado la “obra” por la cual estabas contratada y te vas a la calle. Además para el indefinido como tal, una empresa lo tiene que hacer muy mal para tener que pagarte más de días por año trabajado, con alegar que el despido se realiza por causas económicas u organizativas sin tener que dar más explicaciones ya lo tiene hecho.

Eso que se llama hoy contrato indefinido, en la realidad no nos da ninguna seguridad de la durabilidad del puesto de trabajo en el que nos encontramos. Su utilidad seguramente tenga más que ver con la facilidad de poder acceder a una hipoteca, un préstamo o en algunos barrios un alquiler, parte de las bases de ese social welfare que está desapareciendo a marchas forzadas. No voy a negar que esa sensación de seguridad en nuestro imaginario que crea esto, no tenga sus ventajas, pero dista de la realidad del modelo de empleo que sufrimos.

También es interesante observar esta demanda desde la perspectiva laboral y social en la cual nos encontramos, ante unos tiempo líquidos como dice Bauman, donde cada día se nos exige más flexibilidad en nuestras vidas y sobre todo en el mercado laboral, con unos medios bombardeandonos constantemente con la idea de reinventarnos día a día y con el engaña bobos del emprendimiento, parece que el trabajo indefinido crea una fuerte contradicción en nuestras vidas. Además que es uno de los síntomas de la derrota del ciclo de luchas de los 70, ya que justamente las obreras querían escapar de todo esto.

Ante este panorama laboral y social, antes de morirme no quiero un contrato indefinido, lo que de verdad quiero és “ne travaillez jamais” como se podía leer en aquella pared de París en el 68. Cómo esto parece que no se va a hacer realidad a corto plazo, las únicas formas que van a poder aguantar el envite neoliberal, llamado crisis, en el actual mercado laboral pasan por la organización. Desde abajo, poniendo la vida en el centro y no sólo el trabajo vamos a poder ir transformando nuestras realidades más inmediatas para poder escapar de esta cosa escandalosa que nos hace todo el día working sin descansar.



Antes de morirme, antes de que muera yo, quiero ver ese Sindicato Mantero, esos sindicatos de barrio, esos colectivos solidaridad, esos grupos de apoyo mutuo, la CNT, la CGT, esas oficinas precarias, las kellys… que tienen mucho compás. Antes de morirme, antes de que muera yo, quiero que juntas toquemos el cielo. Eso es un proceso costoso, no es fácil y seguramente nos llevara mucho tiempo, nos va a tocar reconstruir afinidades, pensar en una vida en común, plantear alternativas a este sistema, seguramente nos cueste mucho, pero no quiero hacer lo correcto (conformarme con un trabajo indefinido), para esta mierda ya no tengo tiempo, antes de morir quiero el cielo, el ciento por ciento, por cierto.


Tienes que tener ya algo muerto por dentro como para querer un contrato indefinido. La nueva política a este paso va a destrozar más jóvenes que la heroína en los ‘80.




¡Claro!



España cada día se parece más a Suecia ...



¿Por qué trabajamos?