Somos dos personas a las que una notificación de la Junta Electoral nos impone el deber de tomar parte en las mesas electorales de las próximas elecciones europeas del 25 de mayo. Mediante estas líneas queremos anunciar públicamente que desobedeceremos esa imposición, no presentándonos, como forma de iniciar una campaña que busca abolir esta obligación del Estado de formar parte del censo electoral y que exige, bajo sanción, estar en las mesas electorales de las distintas elecciones. El objetivo es claro: que cualquiera que renuncie a sus “derechos” electorales (votar y/o ser votada) por motivos de conciencia (sean cuales sean) no se sienta en la obligación de tener que cumplir con esos supuestos derechos (reducidos básicamente a formar parte de las mesas electorales el día de las votaciones).
Si una persona no quiere formar parte del censo electoral, cuya única función es la confección del listado de personas que pueden votar en unas elecciones y, al mismo tiempo, ser elegidas para formar parte de las mesas electorales, ¿por qué razón esto ha de ser obligatorio? Intuimos que el principal fundamento de tal imposición es el temor a que un gran número de personas objete al censo electoral, evidenciando así la desafección popular por el proceso electoral mismo –y lo que a la postre significa–. De seguir por estas lides pronto será obligatorio votar, como ya ocurre en algunos países.
Sin embargo, sería tan sencillo como que cada cual eligiese si desea figurar en el censo electoral o no. La inscripción voluntaria en él otorgaría unos derechos que permitirían ejercer el voto, si así se desea. Pero no; el miedo institucional a que se vea que “el rey está desnudo” niega esa posibilidad, amenazando con sanciones, lo que ya nos resulta harto conocido.
Hace algo más de 25 años los firmantes de este artículo nos conocimos en el marco de una campaña que tenía como objetivo acabar con los ejércitos mediante la desobediencia: la insumisión. Ambos estábamos exentos de la mili por haber sido declarados “inútiles para el servicio”, y sin embargo, aprendiendo del compromiso y la admirable iniciativa de aquellos jóvenes que, aun a costa de jugarse su libertad, decidieron hacer frente a la imposición del servicio militar, decidimos involucrarnos plenamente en aquella campaña porque sentimos que las insumisas voluntades individuales basadas en un compromiso colectivo son la única herramienta capaz de transformar cualesquiera realidades injustas.
Un cuarto de siglo después la casualidad ha hecho que, como les sucediera a aquellos jóvenes de entonces, nosotros ahora, en el momento en que creemos que hay más razones que nunca para no avalar con nuestra participación este sistema electoral, nos encontremos en la tesitura de obedecer esa imposición, lo que nos deja dos opciones: colaborar con ella para consolidarla o, siguiendo el ejemplo insumiso, ser coherentes con nuestras conciencias y negarnos a obedecer otra ley injusta. En esta ocasión contamos, además, con un factor determinante: a diferencia de la mili, ahora somos todas y todos quienes podemos practicar esta desobediencia. La historia está plagada de demostraciones de desobediencia a la injusticia practicada por mujeres en todos los pueblos y culturas.
No se trata de disfrazar como un acto de desobediencia lo que, pensarán algunas personas, no es más que un escaqueo. Sin tener nada contra quienes sí se escaqueen antes de cumplir con una obligación injustamente impuesta, nosotros somos conscientes de que hacer pública nuestra negativa nos acarreará un sanción segura de la que, en otro caso, alguno de nosotros se podría haber librado (uno de los dos es segundo suplente).
Sabemos también que no somos las primeras personas en hacerlo y que otras ya lo han hecho en distintos años y lugares, y que también en estas elecciones habrá quien desobedezca públicamente.
Lo que proponemos es que, más allá de nuestros casos particulares, esta actitud desobediente o des-censo electoral sea una herramienta válida para hacer frente a una imposición y para que el testimonio nos sirva para cuestionar y para no contribuir a mantener un sistema de gobierno y una forma de entender la política en las que lo que menos importa y cuenta son las poblaciones y sus necesidades y sueños, que somos relegadas al mero papel de votantes cada equis años.
Como recientemente afirmaba el primer objetor de conciencia, Pepe Beunza:
El peligro más grande del ser humano es el obedecer, somos seres educados para la obediencia ¿Dónde se educa para la desobediencia? ¿En qué escuela? Y, sin embargo, no hemos nacido para obedecer órdenes sino a nuestra conciencia y así ser libres, dignos y responsables.
El culto a la obediencia es una de las herramientas más peligrosas y una de las mayores fuerzas que tiene el poder para tenernos sometidos. Hay que volver a valorar la dignidad de la conciencia y la desobediencia
Desde ese mismo convencimiento, creemos que ha llegado la hora de, también en esta cuestión, negarnos a obedecer hasta conseguir que esta imposición sea desterrada. ¡Sumémonos al des-censo electoral! Nosotros empezamos a aportar nuestro granito desde ya, ¡hagamos surgir la playa de la desobediencia!.
Carlos Zulaika y Antonio Escalante, insumisos al censo electoral
Contacto: descensoelectoral@gmail.com
http://muybastos.com/2014/05/21/desobedeceremos-el-nombramiento-para-mesa-electoral/