UGT y CCOO han perdido el 21% de sus afiliados en cuatro años




"Los liberados son unos vagos", "los de los comités sólo buscan salvar su culo y que les echen", "los sindicatos sólo están ahí para trincar, mira lo de los cursos de formación". Éstos son sólo algunos ejemplos de cosas que se escuchan en la calle y en los centros de trabajo referidos a los miembros de los sindicatos. El descrédito que han sufrido en los últimos años los partidos políticos también ha golpeado a las organizaciones sindicales, que no sólo han recibido críticas desde los sectores más conservadores sino también de aquellos que en teoría deberían ser sus aliados. Nuevas formaciones como Podemos los han llegado a calificar de "casta", al considerarlos instrumentos obsoletos propios de la vieja política.

"Llevamos años sufriendo una auténtica campaña de desprestigio y un ataque sistemático contra el asociacionismo", denuncia José Javier Cubillo, secretario de Organización de UGT. Pero, añade su homólogo de CCOO, Fernando Lezcano, "los sindicatos seguimos siendo lo que fuimos. Sin nosotros, los derechos de los trabajadores, las pensiones, la protección por desempleo o las políticas sociales no existirían".

Los escándalos de corrupción que han salpicado en los últimos tiempos a las dos principales organizaciones sindicales;los cambios en el mercado laboral con mayores tasas de temporalidad y precariedad, y una reforma laboral que ha mermado el poder de los sindicatos en la negociación colectiva son algunos de los motivos que explican el desgaste que han sufrido en los últimos años.

El descenso de afiliados

Desde 2011 a 2015, UGT y CCOO han perdido más de 500.000 afiliados (278.141 el primero y 230.539 el segundo), lo que supone un 21,6% menos, según datos publicados por las organizaciones. UGT ha pasado de tener 1.206.987 afiliados en 2011 a 928.846 el año pasado. Por su parte, el sindicato que lidera Ignacio Fernández Toxo tuvo en el último ejercicio 909.052 cotizantes frente a los 1.139.591 de hace sólo cuatro años.Una sangría de afiliados que, a juicio del secretario de Organización de UGT, no se puede explicar atendiendo a una única causa. "Cuando las circunstancias económicas no son buenas, lo primero de lo que prescinden los trabajadores es de las cosas que no son básicas, y la cuota sindical no está entre las prioridades". "Por supuesto, que las malas prácticas de algunas personas dentro del sindicato también influyen", reconoce, "pero los implicados se pueden contar con los dedos de la mano y se ha actuado contra sus responsables".


Causas de los malos resultados

A juicio de Miguel Borra, presidente de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), por el contrario, "no se ha actuado con la contundencia que requieren los ciudadanos, y esto ha afectado a la percepción que la sociedad tiene de los agentes sociales en general".Para Rafael Pampillón, catedrático de la Universidad San Pablo-CEU y profesor del IE Business School, es cierto que "los casos de corrupción han ampliado la brecha con los militantes y han socavado la credibilidad de estas organizaciones. Pero la reforma laboral también ha contribuido a reducir su poder".Una opinión que comparte José Javier Cubillo. "(La reforma del PP) ha contribuido de forma clara al debilitamiento sindical" al "achicar el espacio de intervención sindical y desplazar toda la decisión de las relaciones laborales al ámbito de las empresas".

Además, añade Julio Salazar, secretario general de USO, "los cambios estructurales, la crisis económica y las políticas de recortes de derechos y rentas sociales y laborales han mermado considerablemente la capacidad de acción y organización de los sindicatos". Estos se enfrentan en el futuro a importantes retos si quieren continuar teniendo un papel protagónico en la sociedad. Para el profesor Pampillón, si los sindicatos quieren sobrevivir "deben renovarse y adaptarse al cambio que se ha producido en las últimas décadas en la economía en general y en el mercado laboral en particular, además de buscar nuevos afiliados en grupos hasta ahora poco representados como los trabajadores de pymes, las mujeres, los jóvenes o los inmigrantes".

Los sindicatos son conscientes de que tienen que acometer un proceso de transformación sino quieren quedarse en el camino. "El sindicalista de hoy ha de ser sensible a las nuevas realidades del mercado de trabajo, que en las últimas décadas se ha transformado radicalmente: temporalidad, rotación, precariedad, factores estrechamente vinculados a la creciente transformación del tejido productivo (más servicios, menos industria) e irresponsablemente animados por los poderes públicos", subraya el secretario de organización de CCOO, Fernando Lezcano."Caminamos hacia una economía de servicios, con mayores tasas de precariedad, alta temporalidad del empleo y atomización de los centros de trabajo", concluye Julio Salazar, secretario general de USO. "Y esto dificulta enormemente la acción sindical".