El tiempo vuela y mayo nos trae, en gran parte del Estado, las elecciones autonómicas y municipales, tema recurrente de esta publicación y del panorama mediático en general.
La novedad de esta edición la traen los partidos nuevos que vienen a tratar de sustituir a los viejos, cada vez más salpicados por distintos escándalos económicos y chanchullos varios, que percibimos como más sangrantes en el contexto actual de crisis económica.
Hemos hablado largo y tendido de varios de estos desfalcos, hacemos una campaña constante en contra de estos/as personajes y sus tejemanejes encaminados a enriquecerse a costa de lo que toque; sanidad, educación, o lo que sea.
¿Haremos entonces campaña, por fin, para darle una oportunidad a quienes vienen empujando fuerte por el “cambio” desde hace unos meses? Seguramente ya te lo imagines, sobre todo por el título del artículo que abre esta edición… Pero si te pica la curiosidad, pasa de página y sigue leyendo.
la lucha es el único camino
Llevamos tiempo ya postergando escribir y publicar este artículo. Pretendíamos que fuera fruto de un debate intenso
entre los/as miembros del colectivo, no tanto de cara a lograr el consenso en cada opinión reflejada, sino para tratar de tocar todos los puntos que despiertan distintas sensaciones en nosotros/as: recelo, frustración, desconcierto, abatimiento, etc.
Parece que todo lo que tiene que ver con Podemos (y cuando nos referimos a este partido, lo hacemos también extensivo a todas las formaciones similares como Ganemos, Ahora Madrid, Guanyem Barcelona, etc.) nos causa malos sentimientos y en parte es así, posiblemente porque el discurso que queremos vertebrar es verdaderamente complicado. Queremos decir algo que sea interesante y empuje a la reflexión, sin caer en tópicos ni argumentos largamente repetidos y, muchas veces, huecos.
Nos gustaría hacer un análisis de la realidad, semejante a aquel que publicamos sobre Grecia hace unos meses (véase “Syriza a las puertas”, en el número de marzo de 2015 www.todoporhacer.org/syriza-a-las-puertas), pero asentado aquí y, desgraciadamente, se nos queda grande. No por falta de capacidad, seguramente, sino más bien por falta de tiempo.
Personalmente querría contar un cuento, corto, ameno y reflexivo, al estilo de las fábulas pero sin fantasía, situado tal vez en un futuro cercano donde Podemos gobierna y las cosas no cambian tanto cómo algunos/as habían soñado. O quizá situado en la España de los años 80, donde la llegada de la socialdemocracia de la mano del PSOE parecía traer aires frescos de libertad y bienestar y… de aquellos barros, estos lodos.
Pero ha llegado mayo y a finales de este mes, las elecciones municipales y autonómicas en la mayoría de las autonomías. A pesar de la moto que nos quieran vender, poco o nada hay de nuevo en este camino. La modernidad nos está volviendo algo olvidadizos/as (o prepotentes, cada uno según lo vea), pero no podemos pretender que toda nuestra acción política sea novedosa. Más si cabe, como ya dijo aquel, “todo está inventado”, y nosotros no podemos hacer más que ir perfilando nuestras herramientas a fin de acometer lo mejor posible cada tarea. Los tiempos cambian y es imprescindible adaptarse a las nuevas condiciones (tanto objetivas como subjetivas), mantener rígidos esquemas ideológicos no nos conducen más que aislamiento, eso está claro. Pero tampoco vayamos de lumbreras, no estamos inventando nada, ninguno/a de nosotros/as. Lo cual no quita mérito a nadie. En este sentido, el momento actual es irrepetible, pero como todos, y nos negamos a olvidar que el sendero de las instituciones está mil veces trillado. Una parte importante del movimiento obrero ya apostó al todo o nada en las elecciones, el asalto institucional se ha tratado de dar mil veces, y sus frutos los llevamos recogiendo desde hace más de cien años.
Con esto queremos dejar claro que nuestro posicionamiento es contrario al delegacionismo. Como ya establecimos en nuestro artículo “Como cada cuatro años”, del número 51 de esta publicación (www.todoporhacer.org/como-cada-cuatro-anos), “el problema no es la mala gestión que hacen los/as políticos/as, el problema radica en el concepto mismo de la representación. A través del voto a unos/as representantes (que rara vez representarán nuestros intereses) alimentamos al sistema parlamentario a la vez que delegamos nuestra actividad política. […] Rechazamos esta forma de ‘participación’. Como seres racionales, y hartos/as, como tanta gente, de esta manera de hacer política, decidimos conscientemente ignorar sus convocatorias y tratar de recuperar nuestra propia capacidad de decisión y organización en el día a día, con nuestros/as compañeros/as y vecinos/as, en un plano de igualdad, humildemente y paso a paso”.
A pesar de ello, queremos dejar claro que la ideología no nos nubla la mente, o al menos no lo suficiente, como para, tras todo lo dicho, llegar a la afirmación categórica de todos los partidos políticos son iguales, y como tal debemos tratarlos. Las diferencias existen, y nadie pueda negarlas. Pero qué le vamos a hacer, somos así de sibaritas y no nos conformamos con los pequeños cambios, con pequeños retoques en nuestras vidas que dejan el trasfondo igual. Aunque nuestro día a día mejore sin una Esperanza en tu vida, aunque la mitad de lo que nos prometen algunos se cumpliera, seguiríamos siendo pobres, seguiríamos teniendo que vender nuestra fuerza de trabajo a algún cabrón, la gestión nuestro entorno seguiría lejos de nuestras manos y así un sinfín de aspectos. Es por ello que no nos conformamos con poco.
Si bien Podemos es algo diferente al resto de partidos, tampoco nos dejemos engañar respecto de su naturaleza. Desde su gestación, se nos ha presentado como el partido de los movimientos sociales. Ciertamente, en sus inicios, su lenguaje era el propio del 15-M, pero no ha tardado en evolucionar. Conforme ha avanzado el tiempo y su presencia en los medios, el discurso se ha ido descafeinando y apartando de los movimientos sociales. Así, en los últimos meses hemos podido presenciar actos de la formación loando a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y una deriva socialdemócrata en materia económica. Como escribe Carlos Taibo en un artículo titulado “Sobre Podemos” (enero 2014), “algunos de los promotores de ‘Podemos’ nunca han empleado la palabra autogestión. Sus adhesiones de siempre beben de la idea, pregonada por la socialdemocracia y el sindicalismo de pacto, de que el Estado es una institución que nos protege (o al menos de que tal debe ser su condición). Así las cosas, el grueso de las propuestas que les conozco no rompe el molde keynesiano y hace uso inocultado de las herramientas de siempre -entre ellas la jerarquía y la separación – de la socialdemocracia recién mentada. No deja de producirme desasosiego comprobar cómo muchas personas que declaran rechazar de forma radical lo que significa la socialdemocracia engullen ésta a toda prisa cuando aparece ataviada con colores festivos aparentemente rupturistas y subversivos”.
El último ejemplo de cómo ha variado su discurso lo encontramos en la presentación, llevada a cabo el 5 de mayo,de sus 215 Medidas Económicas, que busca contentar a la mayoría moderada, sabiendo que mientras tanto gozan del voto incondicional de sus bases. Este texto, autodenominado “realista”, renuncia a sus primeras propuestas (denominadas “más radicales”), como la renta básica universal, y arremete con una batería de propuestas dedicadas al “rescate ciudadano” que buscan “aproximar las rentas mínimas de inserción, de forma gradual y en virtud de las posibilidades, al Salario Mínimo Interprofesional (SMI) anual”.
Lo que Podemos transmite con esto es que importante es ganar, aunque sea preciso renunciar a las ideas originales. El propio Juan Carlos Monedero, miembro fundador de Podemos, criticó unos días antes de dimitir de la directiva de su partido “el contacto permanente con aquello que queremos superar, pues a veces [hace que] nos parezcamos a lo que queremos sustituir” y dijo que “Podemos cae en este tipo de problemas porque deja de tener tiempo para reunirse con un pequeño círculo, porque es más importante un minuto de televisión o es más importante aquello que te suma a la estrategia colectiva”.
El tiempo de reflexión se agota y no creemos que podamos convencer a nadie para evitar la asistencia al colegio electoral ese día, si no lo hemos hecho ya, mes a mes a lo largo de cinco años. Pero insistimos: la abstención electoral nos parece la consecuencia obligada para quien entendió aquello de “el poder corrompe al hombre”, pues entendemos que el verdadero cambio se dará en las calles, con nuestra lucha diaria, no en ningún ayuntamiento.
Sin embargo ante los últimos comicios aquí en Madrid (elecciones europeas) y con las próximas tan cerca, vemos, a veces sorprendidos/as y otras no tanto, cómo algunas de las personas con las que militamos toman la vía del voto y, desgraciadamente, aunque no lo compartamos, lo entendemos.
No porque creamos que Podemos son algún tipo de respuesta, ni siquiera una tirita para nuestros males. Lo entendemos cuando vemos en frente la posibilidad de que la cara visible del poder sea Esperanza Aguirre o Cristina Cifuentes, pero sobre todo lo vemos cuando asumimos que el camino que planteamos desde el anarquismo es inescrutable.
Entendemos que ahora surja la pregunta del millón, ¿y vosotros/as que proponéis entonces? Pregunta jodida, pero entendible. Tanta crítica tiene que venir acompaña de una propuesta de acción, si no, apaga y vámonos. La respuesta, aunque pueda parecer etérea, no es otra que proseguir con las luchas de base, desde abajo, profundizar en los conflictos que ya existen (y los que están por llegar). A fin de cuentas, seguir creciendo como comunidad de lucha, seguir generando experiencia en el trabajo en común. Habrá quien en esto no vea más que un seguir como estamos, más si cabe cuando esta sociedad nos empuja constantemente al inmediatismo, a las soluciones rápidas, al aquí y ahora. Pero no nos engañemos, si queremos cambiar nuestra forma de vida, nuestra forma de de hacer política y de gestionar nuestro devenir, y además queremos hacerlo en base a un sistema participativo, no podemos esperar un cambio de un día para otro.
Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que odiamos este mundo, que cada día suceden cosas (a humanos/as, animales y al medio ambiente) que a veces preferimos ignorar para que no nos partan más el alma, mientras algunos/as se enriquecen del sufrimiento que causan. Porque sabemos a ciencia cierta que la corrupción es prácticamente natural, porque quien tiene algo bueno quiere más y quiere compartirlo con los/as suyos/as y olvidarse de los/as otros/as es fácil. Porque la única forma de que no haya abuso de poder es que ese poder no exista o esté diluido entre todos/as. Llamadnos ingenuos/as, pero aquí estamos y aquí seguiremos, vilipendiados por aquellos/as que temen que esta Idea prenda en los corazones de quien no tiene nada más que su propia vida.
El problema principal al que nos enfrentamos es que cuando alguien se interesa por el anarquismo, apenas tenemos nada a lo que referirnos más allá de algunos momentos históricos concretos. Que prácticamente carecemos de espacios propiamente anarquistas donde la gente pueda acercarse a conocernos. Que negamos a personas “desconocidas” la posibilidad de trabajar con nosotros/as por desconfianza, y por qué negarlo, por la comodidad de estar bien asentados/as en espacios donde prima el amiguismo.
Nuestra propaganda está, muchas veces, alejada de las preocupaciones de la gente, no sólo en contenido sino también en forma y estética. Y sobre todo apenas generamos un discurso serio y bien organizado sobre los problemas que nos asolan: la gestión de la sanidad, de la vivienda o de la educación, aunque sea quizá este último, el que más profundamente se trabaje. Podemos hacer una campaña a nuestro estilo sobre la abstención (activa, eso sí): manifestación, carteles y panfletos. Podemos pintar todos los colegios electorales hablando de corrupción y de la necesidad de la autogestión de nuestras vidas y de la toma de todas las decisiones que nos atañen. Pero a la hora de la verdad, cuando alguien nos pregunte “y entonces, ¿qué?” y sobre todo “¿cómo?” balbucearemos apenas un par de eslóganes y diremos que eso habrá que verlo entre todos/as cuando llegue el momento… Argumentos quizá demasiado parcos para quien tenga sueños más pequeños que los nuestros.Llegados a este punto, creemos conveniente recomendar el artículo “La autocrítica como punto de partida para avanzar”, publicado en el blog de Equilibrismos (www.diagonalperiodico.net/blogs/equilibrismos)
En fin, si has decidido votar, tranquilo/a, no vamos a borrarte como amigo de facebook, sólo te pedimos una cosa: no pierdas nunca la ilusión de conseguir algo mejor. Aunque resulte que Podemos nos mejore la vida… siempre quedará alguien en el mundo que está en la mierda y que se merece que sigamos soñando con un mundo sin clases sociales, donde todos/as seamos iguales, y gestionemos nuestra vida y no nuestra miseria. Ricardo Mella publicó en 1909 un artículo en Solidaridad Obrera titulado “Vota, pero escucha”, el cual termina de la siguiente manera: “¿Quieres cultura, libertad, igualdad, justicia? Pues ve y conquístalas, no quieras que otros vengan a dártelas. La fuerza que tú no tengas, siéndolo todo, no la tendrán unos cuantos, pequeña parte de ti mismo. Ese milagro de la política no se ha realizado nunca, no se realizará jamás. Tu emancipación será tu obra misma, o no te emanciparás en todos los siglos de los siglos”.
Y sí, así terminamos, la parte propositiva de este artículo no es otra que la de siempre, sigue ahí, pues seguimos convencidos/as: la lucha es el único camino.
Por último, nos despedimos recomendando un artículo muy lúcido sobre el papel y la naturaleza de Podemos. Se llama “El tiro por la culata. Nueve tesis sobre el fenómeno Podemos y la crisis civilizatoria”, publicado en el blog www.enfantsperdidos.wordpress.com
http://www.todoporhacer.org/pase-lo-que-pase-seguimos-en-las-calles