“Marcha por el cambio”: el baño de masas de Podemos



El 31 de Enero la cúpula de Podemos ha convocado una manifestación en la Puerta del Sol. La manifestación, que ha sido promovida desde arriba sin contar con sus bases, dicen sus líderes que marca el comienzo del cambio de rumbo del país. Cuando este número salga de la imprenta el acto ya habrá ocurrido y por tanto no podemos predecir sus consecuencias pero si tenemos ciertas opiniones sobre el formato de la convocatoria y las implicaciones de la misma.

Lo primero que nos sorprende de una manifestación así son sus reivindicaciones: ninguna. Este tipo de actos auto-referenciales en los que se mueve a masas de personas sólo para hacer una foto bonita recuerdan demasiado a “vieja política”: el PP fletando autobuses de jubilados/as para llenar mítines o el gentío vitoreando al Generalísimo a cambio de un bocata durante la postguerra. Lo cierto es que Podemos está recuperando prácticas que hace tiempo se desterraron (afortunadamente) de los movimientos sociales: El culto al líder, se acepta que una persona sea imprescindible en un proceso que debería ser colectivo y democrático. Los mítines, esos lugares donde sólo una persona habla y el resto simplemente escucha y aplaude cuando se le pide. El abandono de reivindicaciones y luchas históricas por ser impopulares y restar votos, véase el caso del aborto que era demasiado “controvertido” para ser incluido entre sus prioridades. La participación en instituciones del estado, se puede ver ver en que se han convertido a partidos y sindicatos antiguamente combativos que ahora se encuentran totalmente integrados y neutralizados.


La convocatoria surge cómo respuesta a las críticas internas que lanzan algunos sectores de las bases al ver un alejamiento de la política de calle frente a la institucional. Estando de acuerdo con este análisis nosotros creemos que es un proceso inevitable cuando un partido se acerca a las instituciones y que poco a poco veremos cómo se acentúa. Para salvar esa contradicción se ha optado por una manifestación vacía de contenido pero mediáticamente potente, de esta forma se contenta a las bases con un acto “de calle” y se mantiene la paz social y el nivel de conflicto bajo, lo cual es interesante para cualquier aspirante a gobernante.

Para nosotros estar en la calle significa otra cosa, es potenciar conflictos reales y sus victorias, crear poder desde abajo y aumentar el control que tenemos sobre nuestras vidas, es huir del espectáculo y hacer las cosas entre iguales, sin órdenes desde arriba ni hacia abajo, es hacer todo esto sin tratar de sacar rédito político o electoral, sin promover las siglas de uno/a, sin buscar la foto. Sin embargo la estrategia que nos plantean consiste en dejar todos estos puntos en segundo plano, por ser menos importantes, y subordinarlos al objetivo principal: llegar al gobierno.

Podemos se dice heredero del 15M pero uno a uno ha ido dejándose por el camino todos los principios teóricos y prácticos de ese movimiento, y todo esto sin llegar ni siquiera al poder. Al contrario que a la caverna mediática de la derecha a nosotros no nos dan miedo los puntos que puedan cumplir de su programa sino la gran cantidad de ellos que parece se les van olvidando o se maquillan hasta quedar irreconocibles.

Mientras estas cosas ocurren parece que los líderes piden a sus simpatizantes que tengan un poco de paciencia, se pongan una pinza en la nariz y acepten estos “pequeños pecados” sin hacer críticas (ya que estas ayudarían al enemigo). Estas concesiones van aumentando gradualmente con una fe casi religiosa en un futuro cercano en el que desaparecerán de golpe y se recuperarán los principios iniciales: evitar liderazgos, democracia interna, priorizar lo real sobre lo mediático, etc.  Por supuesto no hay garantía ninguna de que esto vaya a ocurrir, más allá de la palabra de los/as líderes. Para cuando llegue el momento de revertir las malas prácticas la relación de fuerzas entre cúpula y bases habrá cambiado radicalmente en contra de la segunda con lo cual será más difícil aún.

Desde el Todo por Hacer ponemos mucho esfuerzo en hacer nuestro discurso comprensible por gente no politizada, por liberarlo de palabrería y tecnicismos absurdos. Pero también creemos que sólo con un análisis profundo (y por tanto complejo) de la realidad podremos transformarla, sabemos que la gente no es idiota y creemos que es un análisis al alcance de cualquiera. La simplificación hasta el absurdo del discurso que hace Podemos muestra un elitismo que parece decir “La gente no puede entender la realidad así que démosles frases bonitas, breves y emotivas que puedan comprender”. Esto nos hace intuir lo que ya hemos visto mil y una veces, que los partidos políticos prefieren tener electores pasivos antes que militantes conscientes implicados en luchas sociales.

Los/as anarquistas siempre hemos criticado a los/as líderes que, por decirse del pueblo, piden que se les permita hacer cosas que a los/as opresores/as (con buen criterio) no se les toleran. Además creemos que la Historia nos ha dado la razón en múltiples ocasiones y que cada vez que una organización “del pueblo” se ha integrado en las instituciones ha pasado a sentirse más cercana a los intereses del poder que a los de aquellos/as que dice representar.

Nosotros/as creemos en otra forma de hacer política, en hacerla desde abajo y entre iguales, empoderándonos y solucionando nuestros problemas los/as propios/as afectados/as. Sabemos que esta forma es más dura, frustrante y peligrosa, aún así seguimos confiando en ella, no por masoquismo ni por dogmatismo, sino porque sabemos que es la única que nos evita ser engañados/as una y otra vez.

A nosotros/as también nos gustaría que simplemente yendo a votar (con mucha ilusión) se acabaran las injusticias sociales, los/as empresarios/as respetarán a sus trabajadores/as, el patriarcado se resquebrajara y corrieran unicornios rosas por la calle pero sabemos que no es así, que lo que temen los poderosos es el poder de los/as de abajo, no sus votos, sabemos que eso son cantos de sirena, muy bonitos pero muy peligrosos. Muchos/as de nuestros/as padres/madres abuelos/as se fiaron de esas promesas y acabaron naufragando y aún hoy seguimos recomponiendo el barco a base de los pedazos de esas derrotas.

Las oportunidades de cambio social cómo esta sólo ocurren cada varias décadas y con mucho sufrimiento de por medio, es mucho lo que nos jugamos, cómo para dejarlo en manos de unos/as cuantos/as dirigentes por muy bienintencionados que sean, seríamos demasiado ilusos si pensáramos que con fórmulas utilizadas mil y una veces fuéramos a obtener resultados distintos. Si realizamos estas críticas no es desde una posición de pureza ideológica sino desde la convicción de que invertir tanto esfuerzo en armar un partido que acabe siendo cómo el resto puede ser tan desilusionante que tras eso no tengamos fuerzas para reconstruir (otra vez) un movimiento desde abajo, por eso sabemos que la lucha está (sólo) en la calle y es el único camino.