UGT emplaza a defender a la Guardia Urbana


Desde UGT lo hemos dejado claro desde el primer momento estamos luchando para que la imagen y dignidad de nuestro colectivo no se manche impunemente.

Por ello, además de las acciones judiciales que se efectúan desde nuestro Gabinete Jurídico, como el sindicato de Policía de UGT en GUB, hemos mantenido contactos con el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Barcelona instando a este para que tome las medidas oportunas para que cualquier ataque infundado a nuestra institución sea contestado con las acciones legales oportunas.




EL CURIOSO ORIGEN DE LA POLICÍA MUNICIPAL DE BARCELONA

Nadie debería olvidar la curiosa lección de historia que envuelve a la fundación (oficiosa, pero real) de la Policía Municipal de Barcelona, la primera guardia municipal de España. No porque sea de Barcelona, ni porque sea municipal. Lo que resulta aleccionador del caso es la intención con la que este cuerpo policial fue fundado, por quién y con qué objetivos. Algo que invita a la reflexión…

Pongámonos en situación.

Nos encontramos en la Barcelona de mediados del siglo XIX. Una ciudad industrial, repleta de luchas y tensiones sociales entre las clases privilegiadas y las clases populares.

Es en este contexto conflictivo, que el Gobierno Civil de la época decide montar un primer ensayo de brigada policial que controle la ciudad, con el subterfugio de velar por el orden público. Y para formar ese cuerpo policial, el Gobierno Civil decide…reclutar a un grupo de delincuentes.
Al fin y al cabo ¿hay alguien que conozca mejor la delincuencia que un delincuente? Como cabecilla del cuerpo, se reclutó a un tal Geroni Tarrés, un reconocido criminal, que a su vez, se encargó de reclutar a 30 amigos suyos, con los cuales había coincidido en diferentes presidios. Con tales mimbres, se formó el primer cuerpo de Policía Municipal de la ciudad. Ese cuerpo recibía el nombre de “Ronda de Vigilancia”, aunque la población de Barcelona lo conocía como la “Ronda d’en Tarrés”.

Como es de imaginar, ese grupo de delincuentes con poderes policiales, aprovechó los privilegios de su posición para liderar y controlar todas las actividades delictivas de Barcelona, al más puro estilo mafioso, centrándose especialmente en los negocios mas lucrativos, como por ejemplo, la gestión de los prostíbulos, el monopolio del juego y otras actividades ilícitas.

A pesar de lo que pueda parecer, esta organización delictiva estaba directamente subordinada al Gobierno Civil, que evidentemente, hacía la vista gorda tanto como podía ante tales actividades.

¿Y por qué razón?

Bien, pues porque básicamente, esa brigada policial había sido creada con el único objetivo de controlar y eliminar a los muchos revolucionarios que en aquella época poblaban las calles de Barcelona y que se enfrentaban a las clases dirigentes. Dicho en otras palabras: en su origen, la proto policía municipal de Barcelona era un cuerpo de matones al orden de las castas gobernantes, cuya única función era reprimir al pueblo y erradicar a los revolucionarios.

Curioso y significativo, ¿no?

Uno de los sucesos más destacados relacionado con las actividades de este “cuerpo policial”, es el asesinato del periodista Francesc de Paula Coello.

Coello era colaborador de Abdó Terrades, uno de los grandes revolucionarios de la época y en aquellos momentos, exiliado a la fuerza. Francesc de Paula Coello era joven, tenía carisma y buena oratoria y por lo tanto era un líder revolucionario en potencia, con un gran e incómodo futuro para las castas gobernantes de la ciudad. Fue por esta razón que decidieron eliminarlo.


Abdó Terrades

Por órdenes directas de uno de los hombres fuertes del Gobierno Civil, Serra i Monclús, el cuerpo de esbirros de Tarrés recibió el encargo de acabar con la vida de Coello de forma discreta y sin levantar sospechas.

El plan era matarlo la noche de San Juan, en plena festividad, simulando una pelea de borrachos, con el fin de evitar el escándalo y esquivar el peligro de una posible revuelta popular.

Pero los esbirros de Tarrés no actuaron con la discreción necesaria y la población de Barcelona averiguó que el asesinato de Coello había sido obra de la Brigada Policial de Tarrés.

Con el paso de los meses, la indignación popular causada por el asesinato de Francesc de Paula Coello, así como la provocada por los constantes abusos del cuerpo policial fue creciendo, hasta que culminó en 1854, dos años después, cuando estalló una revuelta popular en Barcelona, en la que los agentes de policía que aún permanecían en la ciudad, fueron asesinados en plena calle por la propia población.

Una curiosa lección de historia en todos los aspectos…

Evidentemente se trataba de otra época…hechos como los narrados arriba ya no pueden suceder hoy en día: la policía ya no actúa como un grupo de esbirros al servicio de los más poderosos, ni jamás ningún cuerpo policial actual se vería envuelto en ningún caso de corrupción o delincuencia organizada…

Pero a pesar de la lejanía de los hechos, es bueno conocer los orígenes de las cosas…

Y aunque la Guardia Urbana de Barcelona niega que éste sea su auténtico origen, no obviemos que todo lo expuesto surge de las investigaciones del periodista, licenciado en derecho y reputado divulgador histórico barcelonés Enric Calpena, investigaciones que son recogidas en su recién presentado libro “Memories de sang” (Memorias de sangre), de Ediciones B.

Y es que la historia, a veces, nos puede invitar a pensar…



UNO DE LOS PEORES CASOS DE CORRUPCIÓN POLICIAL

La noche del 4 de febrero de 2006 terminó con una carga policial en el centro de Barcelona. Fue en los alrededores de un antiguo teatro okupado en el que se estaba celebrando una festa. Entre los golpes de porra, empezaron a caer objetos desde la azotea de la casa okupada. Según relató por radio el Alcalde de Barcelona pocas horas después, uno de los policías, que iba sin casco, quedó en coma por el impacto de una maceta.Las detenciones que vinieron inmediatamente después del trágico incidente nos relatan la crónica de una venganza.Tres jóvenes detenidos, de origen sudamericano, son gravemente torturados y privados de libertad durante 2 años, a la espera de un juicio en el que poco importaba quién había hecho qué.

Poco importaba que el objeto que hirió al policía hubiera sido tirado desde una azotea mientras que los detenidos estaban a pie de calle. Otros dos detenidos aquella noche —Patricia y Alfredo— ni siquiera estaban presentes en el lugar de los hechos: fueron detenidos en un hospital cercano y hallados sospechosos por su forma de vestir. Poco importaba si había pruebas o evidencias que exculpaban a todos los acusados. En aquel juicio no se estaban juzgando a individuos sino a todo un colectivo.Se trataba de un enemigo genérico construido por la prensa y los políticos de la Barcelona modélica. Barcelona, la ciudad que acababa de estrenar su llamada “ordenanza de civismo”, una ley higienista, marco legal perfecto para los planes de gentrifcación de algunos barrios céntricos, destinados al turismo. Los chicos detenidos aquella noche eran cabezas de turco que encajaban perfectamente, por su estética, con la imagen del disidente antisistema: el enemigo interno que la ciudad modélica había ido generando aquellos últimos tiempos.

Años después, dos policías son condenados a inhabilitación y penas de prisión de más de 2 años por haber torturado a un chico negro. La sentencia demuestra que los agentes mienten y manipulan pruebas durante el juicio. Para encubrir las torturas, acusan al joven de ser trafcante de drogas, pero el juez descubre un montaje: el negro es en realidad, hijo de un diplomático: el embajador de Trinidad y Tobago en Noruega.Estos agentes resultan ser los mismos que habían torturado a los jóvenes detenidos aquella noche del 4 de febrero de 2006 y algunos de los testigos que declararon en su contra durante el juicio. El mismo modus operandi en ambos casos. La única diferencia: el origen social de las víctimas.La enésima historia de impunidad policial, acompañada por buenas dosis de racismo, clasismo y la vulneración de derechos fundamentales, todo ello amparado por un sistema judicial heredero del régimen franquista y unos políticos obsesionados con el negocio inmobiliario que brinda la Marca Barcelona a costa de sus ciudadanos.

PATRICIA HERAS, LA POETA DIFUNTA.

Más allá de la ciudad de Barcelona, el personaje principal de CIUDAD MUERTA es Patricia, a quien vamos conociendo a través de su poesía y el testigo de sus amigas y exparejas sentimentales. Se trata de una joven estudiante de literatura, extremadamente sensible, que esconde sus inseguridades detrás de una estética excéntrica, alimentada por la cultura queer con la que se identifca.

La experiencia que le atraviesa a partir de aquella mañana del 4 de febrero de 2006, cuando es detenida junto con su amigo Alfredo en un hospital, da un giro radical a su vida. Dos años de angustia a la espera del juicio, agotando todos los ahorros de su vida para pagar abogados. Tres años de condena en la cárcel. A parte de destrozar su vida, estos hechos disparan su productividad literaria que va quedando registrada en un blog que titula de forma premonitoria: Poeta Muerta.

Patricia se suicida durante una salida de la cárcel, en abril del 2011. Esta película pretende ser un homenaje a ella.