Irse a otro país (a buscar curro) no es ningún camino de rosas.

Irse a otro país (a buscar curro) no es ningún camino de rosas.

Después de dos años intentando encontrar curro como aparejadora en España, cosa que resultó imposible ya que la construcción fue uno de los sectores más castigados por la crisis, decidí buscar alguna alternativa fuera de España por medio de un voluntariado Europeo donde te sugerían diferentes destinos.
Podía haber elegido cualquier otro sitio, sin embargo, elegí Alemania, a parte de que el proyecto de voluntariado me gustó, Alemania es un país puntero en la construcción sostenible; Más que la razón por la que me fui fue la razón por la que me quedé. Además, se vende a nivel mediático que es la tierra de las oportunidades, que todos los ingenieros tienen curro allí... es lo que oyes constantemente y decides irte.

Aterricé en Baviera, el estado federal más rico de Alemania, en concreto a la «provincia» más rica del Estado. Empecé a buscar curro como arquitecta técnica, ya que mi situación dentro del programa de voluntariado europeo me facilitaba las cosas para ir tirando y no tener que depender de un mini-job (trabajos de 4 horas a la semana sin alta cualificación) de camarera en un Vips, en un Starbucks o en alguna tienda de un centro comercial. No me interesaba eso a nivel personal. La única manera que me compensaba quedarme era si encontraba trabajo de lo mío, algo de aparejadora o en el mundo de la ingeniería en general.

El primer choque cultural fue en lo relacionado al Curriculum; lo que tú consideras válido ellos lo consideran nulo. Cuando van a una entrevista de trabajo presentan su C.V. con su perfil académico y sus notas que, por supuesto, no corresponde a los mismos criterios en comparación con España o el resto de países. A parte, a nivel legal, cuando finalizas una actividad laboral en Baviera (al ser estados federales puede variar la legislación de un sitio a otro) la empresa redacta una carta de recomendación. Si has sido malo en un trabajo, como por ley tienen que redactarla, utilizan unos códigos (que están accesibles en internet) en el que de una manera educada pueden decir de ti cualquier cosa. Por ejemplo, si has sido malo en un trabajo o si te han echado, pueden poner «esta persona era muy sociable» en caso de que hablases mucho mientras trabajabas. 
Tú llegas de España con tu curriculum, como la gran mayoría sin ninguna carta de recomendación porque en España no son obligatorias, y a partir de ahí empiezan a desconfiar. No entienden el porqué tu no tienes una carta de recomendación de al menos la última empresa donde trabajaste y lo traducen como que tú eres un mal trabajador o que te hayas ido o te hayan echado de malas formas.

Su C.V. es cronológico; si tú tienes un periodo de tiempo extenso entre un trabajo y otro, tienes que justificarlo, con una maternidad, un viaje a otro país... pero hay pocas cosas válidas. Yo llegaba de España con un C.V. de educadora, que allí, como yo no tengo una titulación universitaria que avale esa experiencia no la validan. Además tenía trabajos en el terreno de la construcción muy puntuales porque no hay trabajo en España en este sector, cosa que ellos traducen como que tú eres un mal trabajador porque no has conseguido permanecer en un puesto de trabajo durante un tiempo prolongado. Con lo que en mi C.V. tenía que explicar o justificar el porqué yo no había desarrollado empleos de larga duración relacionados con la construcción a lo largo de mi vida laboral. Debe ser que no todos los países conciben la crisis de la misma manera.

En Baviera, por ley, cuando hay una oferta de trabajo tienen preferencia las personas que son de esa ciudad, después las que son de «la provincia», después las que son del estado federal, después de Alemania, después de Europa y después de fuera de Europa. Te venden que hay muchos puestos de trabajo y para empezar no hay tantos, ni en todos los estados federales, como Berlín, que es un estado federal que se considera pobre. Obviamente, acabas considerándote un inmigrante que estás por debajo de todos los ingenieros que salen día a día de las universidades de Baviera y de su sistemas educativo segregador; sintiéndote menospreciada, no por las personas, más bien por el sistema discriminatorio de selección laboral. Es una realidad, no sólo a nivel social sino por la política de protección a la población local. No te discrimina una empresa, el sistema en sí te discrimina. No eres alemán. No vas a hablar su lengua como ellos probablemente nunca. Sin embargo, la primera pregunta que te hacen nada más conocerte es cómo te llamas y la segunda, probablemente sea, cuál es tu profesión, porque dependiendo de la profesión que tengas te clasifican. Yo hice la prueba de que a veces respondía que era aparejadora y otras que era educadora porque y la reacción y el trato era muy diferente.

Obviamente todo depende de tus expectativas; en Alemania hay más curro que aquí y si a ti te da igual currar de camarero que de otra cosas, vete a Alemania porque con poco que chapurrees alemán vas a encontrar curro de camarero.

Se magnifica la realidad frente a la tónica general. Sé que hay muchos ingenieros que han triunfado pero no se puntualiza sobre la gente que se marcha y se come la mierda. Gente preparada, con carreras universitarias, masters, doctorados, nivel de alemán alto... 

En algunos casos percibes que hay alemanes que te juzgan como una extranjera que viene a quitar puestos de trabajo a sus compatriotas y que ni de coña estás lo suficientemente preparada y cualificada para llevarte ese puesto; por suerte son los menos. Por otro lado ves a gente que te trata condescendientemente porque « tú vienes de un país pobre y vienes aquí a ganarte la vida como puedas...» una moral cristiana muy extendida en Baviera.

Y quizá sí esté extendido el mito de que los españoles somos poco trabajadores, pero pronto se les calla la boca con esfuerzo, es más, también pensaba que todos los alemanes eran estrictos, exigentes y fríos y comprobé trabajando con ellos que muchos cuando no mira el jefe se beben una cerveza y la mayoría están deseando que llegue la hora para irse a su casa. 

Extraído de la publicación TÚ TE PINCHAS