«Pensé que era como el juego del pañuelo», explica Clio Almansa rememorando los momentos anteriores a la caída que la ha dejado de baja más de un año y la llevó a querellarse contra los que fueron sus jefes durante unas pocas semanas. Su denuncia la investiga el Juzgado de Instrucción número 5 de Mataró y narra un proceso de selección de personal que cuando menos roza la legalidad. Según el relato de la querella, los hechos sucedieron el 13 de octubre del año pasado, cuando la joven aspiraba junto a otras personas a ocupar un puesto de agente comercial en Ecoline 2010, una empresa dedicada a la venta de aspiradores y de ósmosis.
En un momento dado, los aspirantes fueron separados en tres grupos dentro de una gran sala. En el centro de la habitación, un directivo de la empresa blandió un billete de 50 euros y antes de dejarlo caer gritó que «sería para aquél que lo obtuviese» como parte de «su primer sueldo». Automáticamente, todos los aspirantes se lanzaron por el billete, y Clio, según la querella, «se vio envuelta en una marabunta de gente cegada en conseguir el objetivo propuesto». Como consecuencia de los golpes recibidos, la joven sufrió una lesión en un hueso de la columna vertebral que la obligó a llevar un corsé ortopédico durante casi dos meses y a estar de baja laboral un año.
«Fue el dolor más grande que he sentido», explica Clio a EL MUNDO, y recuerda que también recibió golpes en la cabeza, las piernas y la espalda.
Clio Almansa apunta que uno de los jefes de la empresa, situada en Mataró, vio claramente que no se podía levantar, pero aun así «no quisieron llamar a una ambulancia». La querellante, a la que representa Daniel Salvador, de Vosseler Abogados, fue finalmente acompañada a urgencias por una compañera.
La caída tuvo lugar en la sede de la empresa y fue el colofón de un proceso de selección muy especial. El episodio del billete de 50 euros, de hecho, se produjo durante las actividades programadas el tercer día del proceso selectivo en el que participaron 40 personas. Un sistema curioso: según la querella, los primeros días se centraron en un curso de motivación del aspirante, que giraba en torno a charlas y ponencias donde todos eran instruidos sobre las tareas que debían realizar en su función de vendedores si lograban superar la prueba de acceso. «Eran cursos de motivación, con música alta, luces de colores y mucha animación», destaca Clio, que recuerda que buscaban «hacer subir la adrenalina» para vender mejor.
El día de los hechos, el tercero de la selección, fue cuando se torcieron las cosas. Los aspirantes fueron dirigidos a una sala donde había menos sillas que el número total de aspirantes, con música muy alta, y les fue planteado «el objetivo de que cada vez que la música parara, debían sentarse, quedando fuera del proceso todos aquellos que se quedaran de pie y sin haber ocupado una silla». Cuando eran menos candidatos, los dividieron en tres grupos, dos de hombres y uno de mujeres, y uno de los directivos se puso en el centro de la sala con el billete de 50 euros.
En la querella se destaca que, antes de dejarlo caer, explicó que el dinero sería parte de su «primer sueldo», por lo que el abogado considera que «implícitamente estaba advirtiendo de que aquel que consiguiese el billete obtendría el único puesto de trabajo ofertado».
El escrito de la acusación destaca que, por «vergüenza y resentimiento», la empresa le hizo a Clio el mismo día en que se lesionó un contrato indefinido a tiempo parcial pese a que estaba «incapacitada para desempeñar las funciones» del trabajo a consecuencia, precisamente, de la caída.
El primer mes lo cobró, según señala la querellante, aunque «en ningún momento» la llamaron para preguntar cómo estaba. El 21 de noviembre recibió por burofax su despido con el argumento de que no había superado el periodo de dos meses de prueba que estipulaba su contrato.
En su denuncia ante los Mossos d'Esquadra de Arenys de Mar, Clio, que ahora tiene 24 años, afirmó que se sintió «humillada, vejada y maltratada, y que hizo cosas que de otra forma, si no hubiera sido por la necesidad de obtener un puesto de trabajo, nunca se habría rebajado a aceptar». El juzgado, que ha pedido un informe al médico forense para acotar el alcance de las lesiones, acusa a la empresa de las faltas de lesiones y de vejación injusta.