¿Qué es un trabajo digno?


trabajo

Hola compañer@s 

Acabo de enterarme que en el ayuntamiento de Parla (Madrid) gobernado por el PP ha abierto una especie de ETT en su sede, para recoger currículums de parados para el futuro EuroVegas que piensan construir próximamente.

Con este dato espeluznante, remueve las tripas a cualquiera que tenga dos dedos de conciencia en el pensamiento. Esto me supera, al pensar, en que se está convirtiendo la sociedad en general, es como un estercolero lleno residuos tóxicos que va alimentando la corrupción día a día maniobrando con el poder concedido hacia una legalidad sucia y devastadora.

Tengo la sensación, que a este país le ha tocado ser en el reparto capitalista, una gran empresa de ocio, turismo y lucrativos negocios en la comercialización del reposo vacacional de grandes magnates financieros donde apoyar sus sedes de negocios en la explotación a distancia, de seres humanos en otros lugares del mundo.

La desaparición de la industria, deslocalizada en otros países, según ellos, con menos presión fiscal es una patraña insostenible cuanto menos buscar la explotación mucho más barata. Este desmantelamiento productivo, no es por la palabra genérica llamada CRISIS, si que la crisis se ha convertido en un subproducto entre otras muchas connotaciones por "planes objetivos" en el nuevo orden capitalista para desmantelar Estados-Naciones y convertirlos en macro-empresas sectoriales, donde se pueda utilizar como residuos donde se le pueda sacar rentabilidad y encontrar utilidad a bajo coste para obtener beneficios. Por ello no nos debe de extrañar que todo el desmantelamiento industrial productivo y social ha generado una demolición integral dinamitando al unísono todo el sistema.
Los pies de barro de la península Ibérica, estaba focalizada en la industria inmobiliaria, un sector sangrante y ambicioso sin contemplar el equilibrio de la necesidad por derecho, manoseando la marca España con un logotipo corrupto basado en la especulación y el abuso de la propiedad privada, tinte este, que ya procedía del franquismo en sus proliferación de macro-barrios periféricos de las grandes ciudades, con un flamante Ministerio de la Vivienda al frente un ministro falangista arquitecto y político llamado José Luis Arrese que con su célebre frase "No quiero proletarios, quiero propietarios" puso la semilla en aquellos lodos aunque costara pagarse 20 años con alquileres de bajo coste, pero con miles de deficiencias estructurales producida por la especulación en la baja calidad de los materiales llamados pisos colmenas.

Con esta premisa, nos sitúa en el icono de la burbuja, en la mentalidad ibérica por excelencia, donde la propiedad privada forma parte de la intimidad personal. Para ello necesitamos un medio de vida llamado trabajo, una obligación como si no se pudiera tocar, como un derecho intangible rebosante de dignidad. Pero las condiciones actuales carecen de este "medio" indispensable para sobrevivir.

Tal y como está la situación desesperante con los más de 6 millones de parados, ha pasado a ser subjetivo para la sociedad en general, de sujetos a objetos en los planes objetivos capitalistas. El partido en el gobierno, solo es un interlocutor perverso que ejecuta tal cual verdugo, las exigencias del sistema porque "ellos" forman parte de la ideología fascista del sistema. De la misma manera, todos aquellos que sostienen que la democracia se puede salvar pese a la crisis aferrándose a la idiosincracia de la misma, como una seña de identidad. Obviamente la democracia ha dejado de ser un alimento para la sociedad cuando no se tiene lo básico y fundamental, los derechos adquiridos en el bienestar social.

Tenemos la precariedad servida en nuestras narices, la indignidad de la reforma laboral, abocada a la aceptación de lo que venga, de cualquier trabajo denigrado, como los empleos prometidos del EuroVegas, un síntoma latente de lo que puede ofrecer el capitalismo y los políticos de turno, uno de tantos negocios asociado al vicio y la ludopatía pasando por la corrupción de la propia conciencia empresarial, cayendo otra vez en que los empresarios son la salvación de la economía.

Siento una rabia inmensa el pensar que nuestra devaluación humana ha sido producto de sus ambiciones calculadas y la ausencia de miras en el valor de la conciencia revolucionaria, en saber romper con las cadenas que nos sujetan con leyes criminales, que irrumpen como si nosotros fuéramos parte de sus propiedades, manipulables y objetos de recambio.

El trabajo NO dignifica, explota y ahora que brilla por su ausencia, no deja espacio mental para derrocar este sistema vil y corrupto más allá de las manifestaciones y reivindicaciones que vamos haciendo. Los anarquistas somos los únicos que intentamos concienciar y colectivizar los pocos recursos que tenemos a nuestro alcance,, atravesando las líneas rojas que impone el sistema y su aparato represor, ardua faena para combatir las mentalidades burguesas aposentadas en todos los ámbitos sociales de aquellos que consideran que las acciones más radicales es violencia, y sus teorías las correctas...sin dar una sola alternativa fuera del marco económico establecido.

Estamos en una fase en la que aceptamos sus planes o damos la vuelta al sistema sin imperativos legales, porque rescatar lo que tuvimos no sería un triunfo sería una reforma de la crisis, un retroceso al bienestar burgués sin haber avanzado en la evolución para derrocar al sistema ideológico capitalista.

Maijos Cuacos

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