El deterioro cada vez más insoportable de las condiciones de vida de los proletarios avanza al ritmo frenético del proceso de producción y circulación mercantil. No hay ni un pedacito de planeta que escape a la lógica de la economía. Sangre, muerte, miseria, explotación, opresión, destrucción, alienación... esa es la base material de la que se alimenta el progreso, la civilización, el capitalismo.
Los incesantes y crueles latigazos que castigan nuestra maltrecha existencia en todos los ámbitos de nuestra “vida” son la expresión más cristalina de la esencia de esta sociedad. La salud de la economía, de la empresa, está por encima de la vida humana. La cuenta dineraria de los burgueses domina el mundo. Los esclavos asalariados deben sacrificarse para mantener en pie su propia esclavitud. La vida de la inmensa mayoría de la humanidad debe ser llevada más allá de cualquier límite para salvaguardar las arcas del capital, para evitar la bancarrota de este sistema moribundo. Los gobiernos de todo el mundo y de todos los colores, en tanto que representantes del mundo del dinero, aplican las mismas medidas terroristas que exige el capital por todos lados.
Frente a esto, los proletarios sólo tenemos, como siempre, dos alternativas: luchar o reventar. Organizarnos para defender nuestras necesidades frente a las de la economía capitalista, o agachar la cabeza y aceptar como corderitos los sacrificios que nos imponen y que nos coloca en el matadero mediante hambre, guerras, deterioro de salud, mediocridad cotidiana, destrucción del planeta...
Dejemos de engañarnos, dejemos la fe para los religiosos, no hay medias tintas. Las reformas, las diversas alternativas que nos ofrecen un capitalismo de rostro humano, con diferentes formas de producción y distribución, el gestionismo, el ciudadanismo, el decrecimiento, la antiglobalización, el recambio en el gobierno, las negociaciones sindicales y todas las demás variantes que pretenden cambiar el mundo sin revolución, son maniobras para enredarnos y destruir toda tentativa de lucha. Son mecanismos y aparatos para colarnos todo lo que quieran.
Si hoy los sindicatos nos llaman a un paro general, que osan llamar huelga, y hablan de “salir a la calle” es precisamente para sabotear nuestra lucha. Para encuadrarnos, para controlarnos, para mantener la paz social mediante simulacros de oposición. Para que las respuestas a los ataques contra nuestras condiciones de vida transcurran por los cauces legales de la democracia, lo que significa que todo siga igual o peor aún. Recordemos el pasado paro del 29 de septiembre de hace dos años que ejemplifica esa parodia que canaliza el descontento social.
No es ningún descubrimiento afirmar la imposibilidad de luchar bajo el corsé del sindicato, o del partido. Nuestra historia, la historia de la lucha de clases, nos enseña con terribles derrotas esta evidencia. Ignorarla permite reforzar los grilletes que nos mantiene sometidos a la dictadura democrática del capital. Allí donde acaban los aparatos del Estado y comienza la organización autónoma del proletariado para derribar al capital, comienza también la posibilidad de una vida humana. Asumir esta necesidad y estructurar nuestra lucha rompiendo toda separación sectorial, toda ideología, en tanto que falsa consciencia de la realidad, y todas las divisiones que nos imponen (parados/activos, temporales/fijos, autóctonos/inmigrantes, estudiantes/trabajadores...) es hoy tan indispensable como respirar en un entorno sin polución.
Desde luego no será con un paro sindical, ni con firmas y suplicas de buenos ciudadanos pidiendo clemencia a sus amos, ni con pacíficos paseos por las calles, ni nada por el estilo como podamos hacer frente al deterioro de nuestra miserable “vida”. Será, como siempre, unicamente con la violencia organizada de nuestra clase tomando la calle, haciendo saltar por los aires a todo ese circo reformista, asumiendo de forma intransigente la lucha contra la dictadura de la economía para imponer las necesidades humanas, para defender la vida frente a la muerte, será así como conseguiremos oponernos realmente a los ataques del capital y plantear la supresión de todas las condiciones existentes.
- Impidamos la circulación de la mercancía. Cortemos las carreteras, las vías de tren...
- Bloqueemos la producción. Organicemos piquetes en fábricas, oficinas, colegios...
- Expropiemos la producción acumulada en supermercados, almacenes...
- Boicoteemos u ocupemos los medios de comunicaciones burgueses.
- Organicémonos para combatir la represión.
- Rechacemos todo sacrificio, toda defensa de la economía nacional.
la economía está en crisis... ¡que reviente!
CONTRA LA DICTADURA DEMOCRÁTICA DE LA ECONOMÍA...
...POR LA DICTADURA DE NUESTRAS NECESIDADES HUMANAS