Así como no hay nada más parecido a un representante de la burguesía que un representante de los trabajadores, no hay nada más parecido a un partido burgués que un partido obrero.
Los partidos políticos, más allá de las intenciones a veces sanas y abnegadas de muchos de sus militantes, se convierten en máquinas burocráticas que sólo están interesadas en su propio poder, y esto inevitablemente lleva a poner sus intereses de grupo por sobre los intereses del movimiento, de los trabajadores en su conjunto.
Muchos trabajadores y estudiantes con aspiraciones progresistas miran desde afuera a los partidos de izquierda, a los partidos que dicen que están a favor de la emancipación de la clase trabajadora y de un mundo sin explotación, y se preguntan “¿por qué no se unen, si están por lo mismo? ¿por qué se pelean por comas y puntos? el enemigo es poderoso y está organizado, así con una izquierda unida y fuerte podríamos enfrentarlo mejor”.
Pero la verdad es que las direcciones de estos partidos (porque los partidos funcionan igual que las empresas y gobiernos, con gente arriba y gente abajo, con gente que piensa y manda y con gente que ejecuta y obedece) no están por lo mismo. Por eso se pelean. Sus motivaciones no están en los ideales que profesan ni en los programas que escriben. Son competidores por el poder dentro del movimiento obrero. Priorizan la pelea entre ellos antes que la pelea de conjunto contra la burguesía y la burocracia sindical porque son empresas disputándose un mismo nicho de mercado: la cabeza y los corazones de aquellos trabajadores y estudiantes que están entrando en la participación socio-política.
Los trabajadores, estudiantes, campesinos, amas de casa, los explotados y oprimidos en general no necesitamos de estas estructuras para unirnos. Son estructuras demasiado condicionadas por este mundo mercantilista y autoritario, no sirven para emanciparnos. ¿Cómo vas a conseguir tu libertad si te sometés a un dirigente? ¿Encima que esta sociedad nos asigna patrones, gerentes, vigilantes, profesores y demás jerarquía… nos vamos a buscar otros jefes más?
Los explotados no son débiles porque estén divididos, están divididos porque son débiles, y son débiles porque siguen aceptando ser representados, ya sea por políticos burgueses o políticos de su propia clase social.
“Ser representado es algo infortunado; sólo lo material, sin espíritu, dependiente y amenazado, necesita una representación.”
Somos representados por nuestros papás cuando somos chicos, por abogados ante un tribunal. Somos representados por otros en situaciones donde no podemos presentarnos nosotros mismos, donde necesitamos que otro nos vuelva a presentar (re-presente).
Si queremos liberarnos, ¿nos sirve la representación? ¿Nos sirven las estructuras que dividen a la gente en representantes y representados, dirigentes y dirigidos?
No, no nos sirven. Entonces, ni nos dejemos atraer por los cantos de sirena de la izquierda y sus promesas falsas de libertad ni nos preocupemos de su falta de unidad. Hagamos las cosas entre nosotros. Sin siglas ni dirigentes.