Erase una vez un reino , que dejo de serlo por que sus gentes así lo decidieron. Pero esta decisión no era del agrado de l0s hombres que estaban armados y un señor bajito con voz de pito decidió montar una guerra en la que hermanos, primos y vecinos morirían en sus tierras.
Como en toda guerra solo gana uno y aquí ganó el señor bajito, también conocido como Paquito, que creo a su alrededor un chiringuito en el que vivieron felices sus amiguitos. Pero el resto de la gente moría de hambre, balas y chivatazos si cuando veían pasar a Paquito no levantaban el brazo y muchos se fueron al exilio que es más un vacío que un sitio.
Cuarenta años duró el drama, hasta que Paquito murió en la cama, no sin antes dejar las cosas claras, atadas y bien atadas, educando al rey que reinaría en el mañana.
Y llegó esa mañana, en la que la luz de la libertad sin ira cegó al pueblo, y cantando por las calles la alegría del cambio, no pudo darse cuenta que no cambio tanto. Los mismo hombres que antes levantaran el brazo ahora ponían el cazo pero eran elegidos por la gente con el sistema del pucherazo.
Pasó el tiempo, los sentimientos quedaron con los recuerdos enterrados en cunetas, la libertad se convirtió en las cifras bancarias de las cuentas, todos se compraron casa y se encerraron tras sus puertas y aunque parecían vivos sus almas estaban muertas.
Pero tanto robó quien antes mato que la burbuja explotó y el reino de fantasía desapareció. Los de arriba para no perder su vida decidieron despedir, los de abajo educados a consumir, no podían sobrevivir sin pedir y como nadie daba tocaba sufrir.
Lo más triste de esta historia es que aún sus gentes no se han parado a pensar que por el simple hecho de ir a depositar cada cuatro años su voto y elegir a uno u a otro, están sembrado el pasado y matando el futuro, que cada día se plantea más duro, que son ellos quienes se imponen sus muros.
Moraleja:
Si crees que vives en democracia, es que te crees cualquier cuento, así es que vuélvete a leer éste, pero más atento.