Tras la fachada del parlamentarismo: todo cambia para que todo siga igual
“Ha habido alguna evolución positiva en la última semana: un nuevo Gobierno potencial en Italia y un nuevo Gobierno en Grecia, ambos comprometidos con reformas estructurales internas que pueden dar más confianza a los mercados” - Barack Obama, presidente de los EEUU, en la última Cumbre de Cooperación Asia-Pacífico
Para abrir el número de diciembre hemos querido realizar una pequeña reflexión sobre los recientes acontecimientos que han tenido lugar en Grecia, Italia y España: los cambios de gobierno. A pesar de haber podido seguir la mayoría de los detalles desde los medios de comunicación convencionales hemos pretendido darle un punto de vista diferente.
La situación griega es ya suficientemente conocida, intervenida desde hace más de un año y bajo la batuta de la troika (el Fondo Monetario Internacional –FMI-, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo-BCE-), las medidas de “ajuste” no paran, recortes que no cesan y todo bajo la amenaza de la quiebra, la salida del euro e incluso de la Unión Europea. Nos dicen que no queda más remedio, es eso o el caos. Y aun habiendo “elegido” el ajuste sobre el caos, la economía no reflota (algo lógico según las medidas aplicadas, pero que a nadie se le ocurrirá decir…), la prima de riesgo sigue aumentado, la vuelta del Banco Central Griego a bolsa acaba en desplome… pero no desfallecen, siguen clamando que todo esto es necesario para salir de la crisis y que, aunque ahora no lo parezca, irá mejor.
Y en medio de todo este jaleo el primer ministro griego Yorgos Papandreu, plantando cara a la Unión Europea, decide que no hará ni un recorte más sin el “consentimiento” de su pueblo. ¡Qué heroico! Muy comprometido afirma que llevará a cabo un referéndum en su país para ver si sus ciudadanos/as quieren apretarse el cinturón más o morir en el intento: qué democrático. Los palos le llueven desde todos los frentes, gobiernos europeos, FMI, BCE, etc. incluso es desprestigiado por su propio Gobierno. ¿Quién puede hablar de democracia, del poder del pueblo, mientras se niega a consultarles una decisión que marcará sus vidas? Y no es que nosotros/as veamos la solución en un referéndum, a fin de cuentas no es más que una herramienta del poder para hacernos creer que pintamos algo, para elegir entre lo que nos proponen y no lo que queremos de verdad, pero no deja de resultar interesante ver cómo se saltan sus formas y supuestos preceptos éticos.
Al final esta trama acaba con la dimisión de Papandreu. A cambio se da el visto bueno a nuevas ayudas a Grecia, y del referéndum a olvidarse: “el país necesita reformas, no elecciones”, que diría Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo. Y ante la dimisión de Papandreu y a la espera de realizar unas elecciones anticipadas cuando se tercie, vienen primero más recortes, se crea un gobierno de concentración con socialistas y derechistas varios que encabeza un “reputado economista”, antiguo vicepresidente del BCE, Lukas Papademos. Lo primordial, según el nuevo Ejecutivo, es asegurar el siguiente tramo de ayuda de la troika (8.000 millones de euros) y para ello, nuevas medidas de choque, nuevas privatizaciones, nuevas disminuciones en las partidas para servicios sociales, nuevos impuestos, etc.
Un poco más costosa ha sido la salida de Berlusconi del gobierno italiano, el otro país que en los últimos días ha estado en la picota. Nuevamente resuena la palabra intervención, y como no, las presiones de la comisión europea y del BCE han dado sus frutos. El recambio de Berlusconi llega con Mario Monti, profesor universitario, otro “economista respetado” (en estos tiempos no sabemos si esto es una alabanza o un insulto) y con una carrera profesional muy ligada a las altas esferas, ya sea como comisario europeo de Competencia o como asesor de Goldman Sachs (el mayor grupo de inversión del mundo que casualmente ayudó a anteriores gobiernos griegos a enmascarar la magnitud de su déficit económico y a falsear las cuentas para “cumplir” los márgenes presupuestarios impuestos por la Unión Europea). Para que el cambio fuera efectivo ha sido necesario nombrarle primero senador vitalicio, para mantener las formas, y así, sin más, tenemos un nuevo gobierno, con el apoyo de todos los partidos políticos del parlamento italiano (excepto los/as casposos/as fascistas de la Liga Norte, reacios/as a perder sus cotas de poder).
Y cómo no, la gente ha salido a la calle a celebrar la salida de Berlusconi, personaje con no muy buena imagen entre el común de los mortales, y con ello la izquierda institucional italiana está dando palmas… Mientras tanto ya nadie se acuerda de que antes de irse, y como condición necesaria, se aprobó un nuevo paquete de medidas de la mano de los nuevos presupuestos para 2012 (realmente impuesto por “Europa”), con medidas como el aumento de la edad de jubilación, nuevas privatizaciones de bienes públicos, liberalizaciones en los servicios públicos, etc. Eso sí, con el beneplácito de casi todos/as, que la economía está muy mal y si los/as trabajadores/as tienen que apretarse el cinturón, adelante, que para eso están. Ante todo esto uno/a siente nerviosismo, un cosquilleo que dice que algo no va bien. Que las personas somos cada vez más inconscientes. Que Berlusconi se vaya puede alegrarle a uno/a el corazón, pero no debe perderse la perspectiva: el/la que viene no será mejor (si acaso menos odiable a nivel tan primario) y sobre todo, las medidas de recortes siguen y van a ir a más. A Berlusconi no le ha echado el pueblo, sino que las altas esferas han decidido cambiar las fichas, nada más. ¿Alegrarse? perfecto, pero ya lo celebraremos cuando le echemos nosotros/as.
Y así se podría resumir todo, nuevos gobiernos para contentar a los mercados, otra vuelta de tuerca más del capitalismo: lavados de cara para que todo siga igual. El hecho de que ambos gobiernos hayan sido puestos a dedo por “Europa”, es un pequeño inconveniente que hay que asumir, algo menor. Ahora ya hasta nos ahorramos el duro trámite de los tanques para cambiar de gobierno, que no está la economía como para esas cosas: “antes con los tanques, hoy con los bancos” era uno de los lemas de la reciente comemoración en Atenas de la jornada del 17 de noviembre de 1973, durante la cual la junta militar asesinó a decenas de estudiantes en un intento –fallido– de aferrarse al poder.
Nosotros/as no creemos en elegir a un gobernante cada cuatro años y olvidarnos, pero la mayoría de la gente sí, y ahora ni siquiera eligen y les da igual, siguen tan contentos/as. La gente se ha alejado tanto de la política que no es que les baste votar cada cuatro años, ¡Es que les sobra! Qué desazón que las personas pongan tan poco interés en su propia vida.
Nosotros/as lo tenemos claro, queremos manejar nuestra vida sin delegar en nadie, conscientes de nuestras decisiones, despacio, paso a paso y estos acontecimientos nos dan la razón, nos dan incluso risa: la democracia es un circo. ¿Quién va a confiar en ella? Si ya ni los/as poderosos/as se molestan en disimular cuanto mandan, en pedir “la opinión del pueblo”. Van, simplemente, a elegir a quien más les convenga. Nosotros/as nos reímos, a veces también por no llorar.
Tras esta vuelta por Europa nos toca regresar a este Estado en el que nos ha tocado vivir, a nuestra realidad más cercana. El pasado 20 de noviembre se celebraron elecciones generales y como todos ya sabemos el Partido Popular arrasó, más por desméritos ajenos que por méritos propios, pero ahí está, con mayoría absoluta y a puntito de comenzar la carnicería. Desde el inicio de la crisis económica las elecciones han tenido este resultado en toda Europa: los Gobiernos han ido cayendo en un país tras otro para que la oposición –sea de corte conservadora o socialdemócrata– tome el relevo.
Ya no hay elecciones a corto plazo, así que es el momento de los recortes, aquellos que ya inició el PSOE el año pasado van a acabar de rematarse. Desde el día siguiente a las elecciones ya están con la matraca de la crisis y la austeridad desde la Comisión Europea, papá gobierno alemán, consultoras de rating… y los/as políticos/as no tardarán en ponerse manos a la obra. No hay más que ver lo poco que han tardado en Cataluña de anunciar subidas en los transportes públicos, en la Universidad, en los carburantes…, disminuciones de sueldos para funcionarios/as y la llegada del ya famoso copago en la sanidad (aunque, como si fuéramos gilipollas y no nos diéramos cuenta, lo llamen de otra forma). Y como si todo esto no fuera poco, la Bolsa sigue bajando y la prima de riesgo subiendo, con lo que la excusa de que hay que continuar recortando más seguirá vigente unos meses aún (aunque pensándolo bien, si fuera al revés dirían que es gracias a los recortes y que hay que seguir por esta senda para afianzar la economía, así que nos daría igual). Y ya veremos si finalmente entra a intervenirnos el FMI en las próximas fechas, según sus datos macroeconómicos andamos igual de mal de nuestros/as vecinos/as, así que no habrá que descartarlo…la que nos espera es curiosa.
Los cambios de gobierno aquí han sido más “democráticos” (al menos según sus parámetros) pero los resultados son los mismos, estamos jodidos/as. Igual de jodidos/as que los/as británicos/as, irlandeses/as, holandeses/as, portugueses/as y daneses/as que han cambiado de Gobierno en el último año, quitando a unos/as para poner a otros/as. Lo que también tenemos en común es una continua erosión y empeoramiento, reforma a reforma, ajuste a ajuste, de nuestras condiciones de vida.
Gane quien gane las elecciones, nosotros/as perdemos: somos pasto de reformas, cada vez más crueles, de recortes y privatizaciones. No podemos consentirlo. Para plantar cara solo tenemos una herramienta: el apoyo. Estar ahí sosteniéndonos unos/as a otros/s, ayudándonos y organizándonos, entre iguales. Ningún gobierno va a impedir que sigamos creciendo, que sigamos creando; cada vez es más importante dar con espacios donde encontrarnos, luchar, y desde donde continuemos haciéndoles frente, venga quien venga.