…El Estado es la otra cara del Mercado, el voto es la otra cara del dinero. Y, si el dinero es la hez, el acto de votar se asemeja al defecar, la cabina electoral comparte geometría con el retrete: consigue aislar al individuo, con el señuelo, la corresponsabilidad, con la ilusión de la comunicación, en el reino de su privacidad, donde sentado en su trono, él es el rey de todas sus miserias. He aquí la realidad escatológica del voto….
…Dentro de la misma perversa lógica del caramelo envenenado es como el derecho al voto se establece en el preciso momento en que el ciudadano, ese triste figurín desprovisto de todo vínculo comunitario, a lo único que puede aspirar con ese patético aspaviento de la elección, es a travestirse en funcionario, a servir al Estado,…a ser un simple cagón…. Seguir leyendo