...El paro, la explotación laboral, el aumento de la vigilancia en las grandes ciudades, la criminalización de los movimientos migratorios, la pérdida de poder adquisitivo son nuestros problemas, y son demasiado importantes como para dejarlos en manos de otros.
En un contexto social de descontento hacia las clases políticas mayoritarias, es fácil que los mensajes de los partidos políticos minoritarios tengan cierto calado. Sin embargo, la crítica coyuntural de la clase política que realizan estos partidos no es sólo hipócrita sino también falsa.
El Anarquismo lleva casi doscientos años denunciando el papel jugado por los sistemas de representación y sufriendo sus repercusiones. Autores clásicos del Anarquismo como Piotr Kropotkin o Rudolf Rocker denunciaban en sus escritos de finales del siglo XIX y principios del XX, respectivamente, que el sistema parlamentario nunca podría representar los intereses de lxs trabajadorxs. No es, pues, casualidad que nosotrxs no creamos esos discursos críticos, de forma circunstancial, con los sistemas de representación y tampoco lo es que los señalemos como elementos desmovilizadores de nuestra clase.
Nosotrxs no diferenciamos entre opciones mayoritarias ni opciones minoritarias, tampoco entre partidos parlamentarios y partidos extraparlamentarios. Para nosotrxs solo hay una diferenciación: las Organizaciones que, con uno u otro discurso, pretenden movilizar a la gente de cara a las elecciones con el objetivo de un rédito electoral y las Organizaciones que se movilizan con el objetivo de subvertir el orden actual. Porque lo utópico no es proponer objetivos que, en la actualidad, estén lejos de nuestro alcance, sino pretender alcanzarlos con medios que se alejan de nuestro control.
A nosotrxs no nos vale el viejo cuento del marxismo de entrar en la maquinaria estatal y asumir su funcionamiento para luego destruirla. La historia nos ha demostrado que el camino de la intromisión ha acabado por convertir a aquellos que defendían la causa del proletariado en traidores, asumiendo el rol de los que señalaban como sus enemigos. No queremos ningún tipo de mediador ni representante que nos venga a decir qué es lo mejor para nosotrxs; son demasiados años de traiciones como para asumir un discurso con el que no estamos de acuerdo.
Los partidos obreros no son una alternativa para la mejora de nuestras condiciones
Por un lado, la evolución de los partidos obreros mayoritarios, léase Partido Socialista, ha demostrado que el reformismo no es el camino para la emancipación de lxs trabajadorxs. La creación de una enorme estructura burocrática, la asunción de un mensaje meramente reivindicativo y la pretensión de conseguir apoyos de todos los lados, han acabado por convertir a un partido pseudo-obrero en una de las grandes corporaciones que más recortes ha producido a la clase trabajadora, y a la historia reciente nos remitimos.
Por el otro lado, los partidos obreros minoritarios, partidos comunistas en sus múltiples manifestaciones, escisiones de escisiones de la teórica pretensión de unificación del proletariado, verdaderas y falsas interpretaciones del marxismo, estandartes oxidados de no se sabe muy bien qué causa, propuestas animalistas que se olvidan del animal humano, propuestas ecologistas de un despilfarro sostenible. La "democracia militante" puesta en escena, la movilización de las "bases" para la exaltación de las "cúpulas", la perpetuación del servilismo al servicio del Partido. La contradicción dialéctica materializada en el marketing político conducido a la síntesis del absurdo. La agitación circunstancial de la clase trabajadora para su posterior delegación en los "representantes del pueblo". La quintaesencia de la desmovilización. Para volver a casa de vacío, mejor no salir.
Pero todavía hay más, porque hay quienes no tuvieron suficiente. Si tanto está de moda decir lo de que no hay pan para tanto chorizo, también habría que denunciar que no hay coherencia para tanto político. Porque los hay que, al parecer, no contentos con la política, la pretendieron trasladar a los puestos de trabajo a través de esa perfección de la representatividad que son las elecciones sindicales; las que algunos parecen querer transformar en guetto exclusivo del delegacionismo. Pero una cosa es lo que se dice, y otra lo que se practica; y cuando se dicen cosas diferentes, la gente acaba confundida o termina por desenmascararle a uno, individuos de la CGT.
Porque no es raro que cuando uno predica una cosa en un lado y otra en otro, al final no le hagan caso. Por eso las campañas abstencionistas de la CGT acaban siendo más una pose que una realidad. Porque las grandes cúpulas de estas Organizaciones, públicos defensores de sectores extraparlamentarios de la izquierda escindida, no tienen ninguna credibilidad cuando hablan de abstención, y bien lo saben sus bases que, acostumbradas a una praxis delegacionista, no harán en estas elecciones nada diferente a lo que hacen en otro tipo de elecciones.
Sistema Parlamentario, ni así ni de ningún modo
No compartimos el discurso de que hay que mejorar el Sistema parlamentario. Para nosotrxs la corrupción, el no cumplimiento de las promesas electorales o el bipartidismo son problemas inherentes a los sistemas de representación.
No es casual que el individuo, una vez que ha asumido grandes cuotas de poder tienda a direccionar las políticas que dirige hacia su propio interés. Tampoco es casualidad que las promesas caigan en el olvido y que se traten sólo de frases grandilocuentes tendientes a engatusar a los potenciales electores; no se trata de decir verdades ni de especular con posibles supuestos, sino de alcanzar puestos de dirigismo político y privilegios personales, sea al precio que sea. Tampoco es casualidad que la gente, bajo una supuesta estrategia utilitarista, tienda a sumarse a posicionamientos mayoritarios, dejando a un lado las propias convicciones en el camino hacia la unificación; la señalización de un supuesto enemigo común es una estrategia habitual de desideologización.
Para nosotrxs, pues, no nos vale con mejorar este Sistema, intentando alcanzar cuotas de honestidad a través de políticos "honrados". Todos los políticos muestran su apariencia más honrada y humilde cuando no están en el poder. La estrategia de parecer cercano al pueblo es una estrategia publicitaria que usan todos los partidos, aunque algunos con métodos más cutres que otros.
La reforma de la ley electoral, la celebración de referéndums cuando la clase política lo quiera, la elaboración colectiva de los programas de los partidos políticos son cuestiones que no resuelven en absoluto los problemas reales de la clase trabajadora. No queremos políticos más honrados (obsérvese la contradicción político-honrado), ni más guapos, ni con corbata, ni sin ella. No queremos a los políticos de esta ni de ninguna manera.
No queremos participar de ninguna manera
No es casualidad que, paralelamente al aumento exponencial del descrédito político y parlamentario haya tomado fuerza la opción del voto en blanco y el voto en nulo. La desmovilización tiene diferentes caras y diferentes protagonistas, y es necesario que les señalemos como elementos apaga-fuegos y delegacionistas.
Hay que decirlo bien alto y bien claro, la delegación no es un elemento emancipatorio. Ya lo decía bien claro la I Internacional: "La emancipación de lxs trabajadorxs será obra de ellos mismos o no será". Si bien hubo algunos que después de gritar a los cuatro vientos la consigna originaria de la Organización proletaria no tuvieron ningún reparo en darle una patada a los principios que la fundaron. Del mismo modo y con la misma estrategia política, vemos como agentes de la desmovilización, con diferentes discursos y desde diferentes tribunas, nos vienen con discursos pseudo-renovados que nos suenan, indefectiblemente, a más de lo mismo.
No queremos ni uno, ni dos, ni mil escaños vacíos mientras nuestra clase sigue inmovilizada. Queremos ser lxs trabajadorxs, organizados quienes echemos a lxs políticxs de los parlamentos, rechazando para ello medios que nos son ajenos, como es la llamada legalidad democrática. El fin no justifica los medios, pero en este caso es que los medios no van, ni siquiera, en consonancia con los fines. No queremos acostumbrarnos como proletariado a delegar nuestras decisiones porque nuestro objetivo es conseguir que lxs trabajadorxs seamos dueños de nuestras vidas; y para eso sólo existe la vía de empezar a adueñarse de ella en el momento presente.
La abstención como una actitud cotidiana
Entendemos la abstención como una actitud del día a día, no como un símbolo de una mañana. Rechazamos la farsa electoral y el parlamentarismo en todas sus formas y en todas sus actuaciones y consecuencias. No hay mejor forma de plantear la confrontación al Sistema parlamentario que la creación de estructuras horizontales paralelas a los órganos legales de "representación", no hay mejor forma de oponerse a este Sistema que la no delegación de nuestras necesidades en nuestros teóricos representantes. Y no hay nada más temibles que una utopía llamada a ser la realidad del mañana.
Ante los sistema delegacionistas, ABSTENCIÓN ACTIVA