De demoscopia y demagogia: a la caza del voto indignado
“La democracia significa poder ser esclavo de cualquiera“ -Karl Kraus
“A río revuelto, ganancia de pescadores“ -Sabiduría popular
A base de recortes, casos de corrupción y
nepotismo la denominada clase política se ha colocado a sí misma en un
terreno cada vez más alejado de las simpatías de lo que una vez fue su
masa social. La deslegitimación de los grandes partidos a ojos de gran
parte de la sociedad lleva gestándose unos cuantos años, pero al mismo
tiempo no cabe duda de que últimamente los/as propios/as protagonistas
de esta historia se han empleado a fondo para descalificarse a sí
mismos/as. Los resultados nos los presenta regularmente el CIS (Centro
de Investigaciones Sociológicas) en forma de sucesivas encuestas de
intención de voto. La última, de finales de abril 2013, presenta una
situación tan novedosa como previsible: el declive de los dos grandes
partidos y el incremento de hipotéticos votos hacia “los pequeños”,
representados principalmente por IU y UPyD, pero también por formaciones
como EQUO.
Esta evolución es especialmente pronunciada en la ciudad de Madrid, durante la última década (concretamente desde el Tamayazo, para quienes nos acordemos de la ya enterrada era del boom
del ladrillo, cuyas consecuencias, sin embargo, siguen tan presentes)
feudo del PP. Si bien a día de hoy sigue liderando la intención de voto
con una cómoda ventaja, ha perdido la mayoría absoluta. Lo interesante
es que el principal beneficiado no es el PSOE, cuyo desplome es incluso
más pronunciado que el del PP, sino IU, que se acerca, con un 18,9% de
la intención de voto, mucho a un PSOE que a duras penas se mantiene por
encima del 20%. La conclusión que sacamos es sencilla: sí, hay un enorme
descontento con la clase política en general y con los grandes partidos
en particular; sí, casi el 30% de los/as encuestados/as nombra a los
políticos como el mayor problema de nuestra sociedad; sí, el Parlamento
como institución también suspende la encuesta y sí, fenómenos como la
abstención y el voto nulo están al alza, pero… los grandes beneficiarios
actualmente siguen siendo más de lo mismo. Otro partido, otras promesas
enfocadas hacia los mismos instrumentos de siempre. Delega en nosotros/as ya que ellos/as no han sabido.
Quienes hoy serían los/as grandes
ganadores/as electorales –IU– sencillamente son quienes mejor han sabido
maniobrar en la actual situación de descontento para aprovecharse de
ella. Buscando la alianza con todo tipo de movimientos sociales,
adueñándose de campañas ajenas y dejándose ver (ahí estaba oportuna y
oportunistamente Cayo Lara, en el primer desahucio frenado por la PAH en
Madrid) para luego presentarse como el brazo político/parlamentario de
tales movimientos. Se lo dicen todo ellos/as mismos/as: a finales de
Mayo el Consejo Político Federal de IU lanza un “plan de acción común”
para los próximos meses que invita a todos los “movimientos
sociales, redes, fuerzas políticas estatales federalistas, nacionalistas
y locales, sectores de la cultura y académicos, sindicatos y demás
iniciativas participativas [sic] que están surgiendo en el conjunto de España” para “construir un bloque social y político” que “dispute la hegemonía política a las fuerzas conservadoras que actualmente gobiernan las instituciones”. ¿La finalidad concreta de esta oferta dirigida al 15-M, “las mareas” etc? Una “rebelión democrática” de quienes, a juicio del Consejo Político Federal de IU, “desarrollamos la misma lucha en diferentes planos”. ¿Y el rol concreto de IU en todo esto? El de “saber sintetizar el desarrollo de los acuerdos para consolidar y ampliar la estructura organizativa del movimiento” y para “convertir a IU en una organización de masas con perfil y personalidad propia”.
Así de simple, así de claro. Lo cierto es que en cierta medida la
estrategia está dando resultados. Aquí, todavía hipotéticos. En otros
países, más tangibles: desde el Movimiento Cinco Estrellas en Italia
hasta Syriza en Grecia, los partidos políticos que se presentan como
alternativa anti-establishment han sabido aprovechar la actual
coyuntura. No es de extrañar que grupúsculo tras grupúsculo se llene la
boca con la intención de construir la Syriza española.
Igual que los/as compañeros/as
griegos/as insistimos y seguiremos insistiendo en que la lucha está en
la calle, en el día a día, en las relaciones y respuestas cotidianas,
que el Parlamento es el territorio del enemigo y que delegando la
solución de nuestros problemas cada cuatro años nos hacemos un flaco
favor. Construyamos, sí. Pero entre iguales.